En los mapas de la zona norte del Egeo se puede reconocer con facilidad una gran península, terminada en otras tres más pequeñas, con una forma que recuerda a un tridente, o tres dedos, al este de Tesalónica.
Halkidkí. Una región con una historia y una mitología fascinantes, campo de batalla de las luchas entre dioses y los gigantes (gigantomaquia). Unas aguas completamente nuevas para nosotros. Tres penínsulas (Kassandra, Sithonía y Monte Athos) y dos grandes golfos, Toroneos y Singitikós, con costas muy habitadas, pero también famosos por sus bosques y su naturaleza exuberante. En esta región encontramos por fin grandes arenales en lugar de las playas minúsculas y pedregosas de la mayoría de islas del Egeo. Largas hileras de casas de tejados rojos en vez de pequeños pueblos blancos y azules. La Grecia del norte. Un cambio de escenario que buscamos deliberadamente en esta temporada.
Como casi siempre, tenemos que acomodar nuestros planes iniciales a las previsiones meteorológicas. El intervalo primaveral que vivimos está llegando a su fin y se anuncia para dentro de unos días un temporal de lluvias y vientos fuertes del nordeste.
Eso condiciona nuestra ruta. Hay que prever buenos fondeos de refugio para los días complicados y aprovechar al máximo los días previos, antes de afrontar este primer meltemi madrugador. Resolvemos obviar el dedo occidental de Halkidikí. Habrá tiempo para volver.
Navegaremos directamente hacia la zona oriental, una de las más sorprendentes de Grecia: el lugar de los monasterios y del archiconocido monte Athos.
La primera parte de la etapa es cómoda. Mucho motor y mar plana en la travesía desde Alonissos hacia el dedo central. Seis horas de navegación tranquila y solitaria. Rutina.
Recalamos en Puerto Koufos, en el extremo sur de la península de Kassandra. Un extraordinario refugio natural, muy protegido. Casi un lago interior, con playas de arena, hoteles turísticos y un pequeño puerto de pescadores.
Un fondeo obligatorio, sobre todo con mal tiempo, pero con demasiados inconvenientes. La bahía es muy profunda, obliga a anclar en sondas de 10 a 15 metros. Además, el pequeño muelle es utilizado como base logística por una flota de enormes barcos atuneros que entran y salen constantemente para cargar, descargar y repostar. Un trajín al principio interesante, pero que se acaba haciendo insoportable cuando te das cuenta de que no termina hasta bien entrada la noche. Koufos es práctico, pero no un sitio tranquilo para pasar muchos días. A nosotros nos basta con uno.
Bordeamos el dedo para buscar refugio detrás la isla Diásporos. Aqui sí. Una zona de vacaciones de lujo, con bosques verdes y calas resguardadas. Villas con praderas muy cuidadas y embarcadero privado, pero que en esta época del año están todavía desiertas. En Diáporos pasamos los dos días más complicados del temporal, sin otra compañía que un pequeño velero griego de casco rojo, escondido en la cala de al lado. Disfrutamos de la tranquilidad de un fondeo solitario en una playa magnífica, resguardados del viento que sopla con furia. Y lo más importante, Diásporos es este año el lugar ideal para el primer baño de la temporada, con el agua a 20 grados. Anticipando el verano.
Amaina el temporal y salimos de nuestro refugio. Recalamos en el pequeño puerto de Ormos Panagios para rellenar depósitos y aprovisionarnos. Atravesamos el golfo hacia la isla de Ammouliani, en la costa oriental, en la península del Monte Athos, que todavía luce neveros en su cara norte a estas alturas de la primavera.
Una etapa con poca historia que contar, en una zona (los tres dedos) agradable y tranquila, pero sin demasiados alicientes.
Martes, 29 de abril de 2025
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