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sábado, 30 de abril de 2022

2022 - 2ª Etapa: Andratx - Villasimius. Cadena perpetua (1994)



Sábado, 30 de abril

Tras casi tres edías de trabajos en el barco, visitas a Mercanautic y, sobre todo, de reencuentros con viejos amigos como Manel y Cristina o con Marcel (quien, inesperadamente, apareció en Mallorca por sorpresa), salimos de Andratx el sábado a primera hora de la mañana. 

Con Marcel, al cabo de tanto tiempo


Marcel es otro ejemplo de cómo navegar nos procura amigos para toda la vida, amigos con los que compartes mucho más que una afición: compartes un estilo de vida que te liga de forma especial. A Marcel y Yelena los conocimos en 2016 como vecinos de pantalán en Palermo. Allí vivimos junto con ellos los cinco días que nos llevaron de regreso a Cerdeña y luego hemos hecho por volver a vernos en Almería, en Canarias y hasta en Kenia. Coincidencias de la vida, hijas respectivas pasaban una temporada en Nairobi en 2017 y se nos ocurrió ir a visitarlas en las mismas fechas, sin habernos puesto de acuerdo previamente. En esta ocasión, Marcel ha convencido al grupo de amigos con el que está de marcha por la isla de cambiar sus planes e ir a pasar su última noche a Palma, para poder vernos. Parece que él y Lena se vienen definitivamente a vivir a España. Nos apena saber que hace menos de un mes han vendido el Tomskii.


 

Después de tres días seguidos de vientos del este, no muy aconsejables para ir precisamente hacia Cerdeña, la previsión dice que se abrirá una pequeña ventana de vientos portantes que nos debería permitir velear cómodamente. 


La buena noticia es que sí, se confirma que vamos a tener vientos portantes todo el camino. La mala es que van a ser flojitos y de popa cerrada. Una desesperación. Con ese viento se hace inviable llevar las velas arriba, no hay manera de que se mueva el barco ni siquiera haciendo bordos, y la vela mayor guadralpea todo el tiempo. Es lo que hay, parece que este año Eolo no está muy a buenas con nosotros y nos manda vientos de proa y de popa cerrada alternativamente. Cabroncete...




Qué le vamos a hacer, toca motorada a palo seco. Un aburrimiento que, además, es una ruina, teniendo en cuenta precio actual del gasoil. 


A primera hora de la tarde doblamos el cabo de Ses Salines y ponemos rumbo 095, directos a Carloforte. Serán al menos dos días completos de navegación. Afortunadamente, la mar es relativamente cómoda, una marejadilla casi imperceptible que entra por la aleta. Toca crema solar, piloto automático y  sumergirse en el placer casi olvidado de la lectura tranquila sobre cubierta. Almudena Grandes para mí, Fernando Aramburu para Lucía. Eso sí, con el runrún continuo del motor y las noches frescas de forro polar y calcetines gordos que hacen obligatorias las guardias desde cabina.


Nada reseñable hasta casi llegar a la costa de Cerdeña. Dos días planos y dos noches igual de planas, con guardias tranquilas en las que apenas vemos barcos. Tampoco avistamos delfines o tortugas como otros años. Durante el camino, hacemos varios intentos de sacar velas cuando el viento amaga llegar a los 10 nudos, pero, una y otra vez, desistimos al rato o a las pocas horas. Demasiado lento, demasiado incómodo, demasiado ruidoso con la botavara y la vela mayor dando golpes.


Al caer la tarde del lunes entramos en cobertura, ya a la vista de la costa de la Isola de San Pietro, donde se encuentra  Carloforte. Momento de ponernos al día de lo que ha pasado en el mundo en las últimas 48 horas. Parece que Putin no ha apretado el botón, menos mal, pero lo de Ucrania sigue con mala pinta. El Atlético ha hecho el ridículo en Bilbao, eso también tiene mala pinta. En la costa mediterránea sigue cayendo agua a espuertas (seguramente con barro) como si no hubiese un mañana. En el fondo todo, bastante previsible. Y bastante descorazonador, dicho sea de paso. 


Consultamos las previsiones meteorológicas para Cerdeña y -sorpresa- tampoco pintan nada bien: el temporal del NE parece que nos alcanzará al día siguiente y nos va a bloquear durante muuuuchos días. Hay mañanas que uno duda si volverse a la cama (o darse la vuelta hacia alta mar). Tenemos que replantear nuestra planificación del viaje (casi a las primeras de cambio, como siempre). Quedarnos cinco días atrapados en puerto en Carloforte es caro y aburrido, y no hay buenas alternativas de fondeo en la zona. La única opción razonable es, quizá, Villasimius, otro de nuestros fondeos fetiche en la punta sudeste de Cerdeña. Junto a la marina de Villasimius hay una ensenada muy abrigada con playas como Campulongu, donde ya hemos recalado varias veces los últimos años. 


Decidimos olvidarnos de Carloforte y seguir hacia Villasimius. Pero hay que llegar rápido, antes de que nos pille el temporal que ya se anuncia. Nos preparamos a continuar navegando en esta tercera noche de mar en calma absoluta y viento cero.



Martes, 3 de mayo


Y, por fiin  llegamos a Villasimius poco después del amanecer. Fondeo y a dormir hasta mediodía, que llevamos más de 70 horas seguidas navegando.



Amanecer a la vista de Villasimius


Al día siguiente, cuando el viento es todavía razonable, nos acercamos a repostar. Nos sorprende  que, precisamente este año, el precio del gasoil en esta marina no se ha disparado (el año pasado era un 50% más caro que en el resto del mundo). 


Amarrado Sargantana en la marina, nos vamos la compra 

El marinero, extraordinariamente amable, nos permite dejar el barco unas horas en un muelle de espera vacío para acercarnos al pueblo (cuatro kilómetros de paseo muy agradable), porque la tiendecita de la marina todavía no ha abierto esta temporada. Y lo mejor: el muelle en el que nos atraca tiene los grifos abiertos y podemos llenar los depósitos de agua.


El camino hasta Villasimius está urbanizado y bien cuidado. 
Se nota el nivel de esta zona de veraneo

Pasamos casi todo el resto de la semana encerrados en el barco, fondeados frente a una playa vacía y desangelada, dando tumbos junto a otros tres barcos vecinos en medio del temporal, como presos en una pequeña celdaLos días y las noches se suceden con el ulular del viento, siempre presente; los chaparrones intermitentes; los crujidos del barco; y los estrechonazos de la cadena cuando el barco bornea de un lado para otro, como un péndulo. Hogar, dulce hogar. Para nosotros es algo parecido a cuando el confinamiento COVID nos pilló en Cartagena hace dos años, pero con más meneíto. Desde fuera puede parecer claustrofóbico e incómodo y, no nos engañemos, lo es. Pero te acabas acostumbrando; en un barco uno se acostumbra a casi todo.


Las olas vienen ¡de la playa! Son olas de viento



Los días de enclaustramiento pasan rápidos y sin muchos problemas. En el barco siempre hay algo que hacer, y teniendo agua y gasoil a tope el Sargantana es un refugio relativamente cómodo, incluso en medio de un temporal de viento y agua como el que nos está pasando por encima. 


El plotter conectado muestra el fondeo y la velocidad del viento. 
30 nudos son más de 50 Km/h


Mucho tiempo para leer, actualizar el blog, cocinar con calma, ver series... no nos aburrimos. Pero, por las noches, el sueño es agitado y confuso cuando los rociones y las rachas de 40 nudos hacen que todo cruja en cubierta, y que el Sargantana tire rabiosamente de la cadena del ancla.


Nuestra vista desde dentro de Sargantana, día tras día


Y para colmo el último día el viento cambia antes de amanecer. Vuelve a soplar poniente en la bahía y los pocos  barcos del fondeadero desaparecen como por encanto. La ola del oeste lo hace impracticable. No hay alternativa, acabamos por claudicar y entramos a dormir a puerto por primera vez en todos estos años.


El despertar ha sido a base de tumbos, bien temprano. El cambio de la viento hace que el barco se agite violentamente de lado a lado. Imposible dormir. Imposible estar mínimamente cómodo adentro. Afuera hace frío, aunque, al menos, ya no llueve. Vemos en las predicciones que, a la noche, el viento bajará prácticamente a cero, para luego volver a subir. Nos planteamos mover el fondeo a la playa del extremo NE, pero no se consigue protección de la ola que entra pertinaz en la bahía; y son muchas horas hasta que baje el viento.


Nos acogen en el puerto, esta vez en el pantalán G. En temporada baja, la tarifa es significativamente más barata, un alivio teniendo en cuenta que Villasimius es una marina cara, de alto nivel. 


Marina de Villasimius

El personal es muy profesional y amable. La instalaciones, bonitas, bien cuidadas y limpias. Jardines, paseos y un buen número de restaurantes, bares y tiendas, la mayoría cerrados en este mes de mayo recién comenzado.

Vista de la marina de Villasimius desde la carretera


Aprovechamos para endulzar el barco y hacer limpieza, al igual que nuestro vecino alemán, que lleva los tres dias de borrasca aquí refugiado y mañana sale pronto para visitar Cagliari antes de saltar, él también, a Sicilia. 


Viernes, 6 de mayo 






lunes, 25 de abril de 2022

2022 - 1ª etapa: Cartagena - Andratx. Tenet (2020)

Cartel de Tenet (2020)

Lunes, 25 de abril

La primera guardia nocturna de una travesía es siempre la más mágica. Es el momento en el que finalmente eres consciente de que vuelves a navegar después de tanto tiempo. Aunque notes que el cuerpo todavía no se ha hecho al barco, aunque te duela un poco la cabeza y las articulaciones. Cierto, estás torpe, todavía no estás cómodo cuando te mueves por la cabina (y ya no digamos por cubierta) mientras navegas. Pero es el momento en el que vuelves a revivir la extraña sensación de vagabundear por el mar, como cada año. Y eso te hace sentir que estás más vivo que nunca, y que eres un poco más libre. Y, quizá por eso, es el primer momento en el que tienes la necesidad (y la calma) de volver a escribir.

Este año volvemos a Grecia. Como en Tenet, volvemos a una realidad paralela en la que se puede andar hacia atrás en el tiempo, al menos en las primeras etapas. Volveremos sobre nuestros pasos del año pasado, cuidadosamente, como cuando caminas hacia atrás en la nieve húmeda. De nuevo recorreremos Mallorca, Cerdeña y Sicilia camino de Grecia. Probablemente los mismos lugares, los mismos fondeaderos, incluso la misma gente. Un ejercicio de nostalgia, un dèja-vu.

Pero después iremos hacia adelante, adonde nunca hemos llegado. Malta, Zakinthos, la costa del Peloponeso, Creta, Rodas, las islas del Dodecaneso, al borde de la frontera con Turquía. Tenemos un plan larguísimo de recaladas, fondeos, idas, venidas y revueltas. Un plan que hemos diseñado cuidadosamente durante el invierno, lleno de fechas, de horarios, recaladas, singladuras,... pero que con seguridad será papel mojado y tendremos que ir rehaciendo día a día.

Al final de la travesía volveremos a Cartagena en avión. Y el Sargantana se quedará, al menos un invierno, en Grecia (¿o en Turquía?). Queremos navegar un par de años por el Egeo. Grecia es enorme, nos quedan decenas, quizá centenares de islas por visitar, y las idas y vueltas son demasiado largas para hacerlas todos los años.

Este año vamos a salir antes. Ya sin obligaciones laborales ni de vacunación COVID, podemos zarpar temprano, en la primavera. Queremos llegar a Grecia antes de que lleguen los turistas, el bochorno del verano y, sobre todo, el meltemi. También queremos tener la experiencia de recalar en los puertos y fondeaderos que ya conocemos durante la temporada baja. Sin prisas. Sin agobios. Es muy posible que pasemos algo frío y que la meteo sea mucho más cambiante, pero la experiencia será nueva con toda seguridad.

Y por fin hoy, a las 16:00 del lunes de la última semana de abril, zarpamos. Nos vienen a despedir Andrés y José, los marineros de turno ese día en el Yacht Port, para nosotros ya viejos amigos. Saben que la ocasión no es para menos. Luce un sol tibio más propio de primeros de marzo que de finales de abril, pero que vemos por primera vez en un día azul, tras semanas interminables de lluvias de barro y de viento sin pausa en Cartagena.

¡Hasta la vista, Cartagena!


Los preparativos para el viaje son interminables. Compartimos una hoja de cálculo en la que hemos ido anotando las tareas; unas, largas y complicadas (“montar placas nuevas”) y, otras, breves y sencillas (“revisar la luz de los chalecos”). Mitxel dice que perdemos el tiempo con tanto escribir, pero a nosotros nos ayuda a organizarnos y a llevar la cuenta de las más de 180 cosas, grandes y pequeñas, que nos obligamos a hacer antes de zarpar. 

Soltamos amarras, felices pero, al menos yo, con hormiguitas en el estómago


La primera noche de travesía podrá ser mágica, pero también es dura. El viento ligero de la salida se ha vuelto descarnado y levanta olas de espuma que rompen en la proa y que el Sargantana trata de negociar lo mejor que puede. Vamos a motor a 2.000 vueltas y mayor arriba, a casi seis nudos. Motor y mayor, como casi siempre. Mal augurio.

Ya pasado Cabo de Palos, cuando la oscuridad y la distancia difuminan la costa, Lucía duerme en el camarote mientras yo oigo podcasts y leo en la cabina, arrebujado en una manta que nos intercambiamos como testigo en el relevo, y siempre con un ojo en las pantallas del plotter y del radar. Nada que ver con las noches de verano en cubierta, pero ya llegarán, hay tiempo.

En el barco todo parece ir bien. El Sargantana volvió el año pasado bastante perjudicado. Problemas con las baterías (provisionales después del fiasco de las AGM), con la electrónica, con la nevera, con el radar, las luces, la veleta, el molinete. Un desastre. Pero el invierno de trabajo casi sin pausa en infinitas reparaciones parece que ha dado sus frutos. 

Mucho trabajo y muchas compras. Nueva batería de litio de fabricación casera. Nuevas placas solares sobre una estructura de tubos acoplada al bimini. Nuevas velas gris marengo, que le dan al Sargantana un aire como de ir de boda. Casi un barco nuevo. No se quejará.

Placas nuevas y pabellón recosido que habrá que cambiar pronto 


Primera noche sin novedad. Rutina. Cumplimos los horarios previstos, aunque quizá con demasiado motor. Dejamos atrás los Freus de Formentera casi al caer la tarde. El parte anuncia una ventana de ventolina hacia Mallorca. Decidimos no parar y continuamos otra noche en rumbo directo hacia Andratx. Allí nos encontraremos con Manel, y esperamos pasar un par de días. Salir a cenar, pasar por Mercanautic a negociar repuestos pendientes. Volver a la vida. Casi como en septiembre del año pasado. Desandando el tiempo.


Miércoles, 27 de abril

Como en septiembre pasado, iremos a  fondear a Cala Egos para hacer tiempo mientras nos permiten atracar en el puerto que Ports IB tiene en Andratx. Como en septiembre pasado, la cala está solitaria y tranquila y el agua verde esmeralda incita al baño, sin bien esta vez hace demasiado frío.

Cala Egos, Mallorca


Después de los ya familiares problemas para hablar con los funcionarios del puerto, conseguimos atracar en el pantalán de transeúntes. Las obras del año pasado no han terminado aún. Al menos son pocas horas al día y no hacen demasiado ruido. 

Pantalán de transeúntes, Port Andratx



 Estrenando pasarela 


Manel está pendiente de nuestra llegada. Tengo ganas de verle. Es un tío fenomenal, que se desvive por sus amigos y con el que siempre te sientes a gusto. Como en la fiesta del verano pasado. Como este invierno, cuando nos dejó su casa el fin de semana largo en el que vinimos con los amigos del Ambroz, Ana y Fernando, para competir en una regata como tripu del Teseo. La regata era una excusa, lógicamente. El objetivo era compartir unos días con este grupito  de amantes de la vela y los barcos Dufour. 

Manel nos presta su coche y nos ayuda con la logística, pues hemos de dejar nuestras velas viejas y nuestro dinghy en el outlet de Palma. También nos quedamos su semirrígida, ya que quiere cambiarla por otra mayor.

Pertrechos listos para ir al outlet 

Seguimos trabajando en Sargantana, cambiando la maniobra de rizos, limpiando la teca, estibando el dinghy. También nos reabastacemos de productos frescos en el fantástico y recién descubierto Agromart de Andratx. Pero no faltan momentos de relajo, de buena comida, de conversación y de camaradería con Manel y con Cristina.


Asiáticos en recuerdo de otro fin de semana juntos en Cartagena


Como en septiembre, es una delicia recalar en Andratx y sentirse tan en casa. Querido Manel, espero que te recuperes rápido, amigo. La mar te está esperando.

Viernes, 29 de abril


Etapa 1: Cartagena- Andratx non-stop