Vangelis es un tipo duro, de eso no hay duda. De película de Hollywood. El sheriff de un western que mira sonriente al forastero recién llegado sin mover un músculo . Rubio, enjuto, fibroso. Con un aire a Clint Eastwood en “La muerte tenía un precio”. Vestido siempre en tonos pardos o ropa militar.
No es de extrañar que Vangelis sea el capitán de la marina Agios Kyrikos, en la isla de Ikaria. Un puerto pequeño, casi minúsculo, duro, en la isla más dura y brutal del Egeo, al que arribamos ya en el crepúsculo, al final de una travesía interminable desde Chios.
De hecho llegamos un día antes de lo esperado. El plan era fondear esta noche al pie de la torre de Drakanos, en la punta este de la isla, una recalada que recordamos extraordinaria y plácida el pasado otoño, pero que hoy ha resultado inviable. Esta tarde el cabo Drakanos nos recibe con vientos catabólicos de más de treinta nudos que hacen imposible el fondeo y que nos obligan a buscar rápidamente refugio en puerto.
Llamo por teléfono a Vangelis para adelantar la reserva y me dice que sin problemas, que le queda un sitio libre. Por los pelos. Vamos para allá sin dudarlo. Un alivio.
Vangelis nos espera junto a la bocana y, casi sin luz, nos coloca popa a tierra, al ancla, en el centro de la dársena, en un hueco libre entre un velero francés y un barco de alquiler con tripulación polaca que pierde instantáneamente su inicial interés en nosotros en cuanto comprueban que sólo somos otros “polacos de conveniencia” de los muchos que navegan por el Mediterráneo.
Después de la cena revisamos los pronósticos y nuestros posibles planes. Nos damos cuenta de que volvemos a estar atrapados por el enésimo episodio de mal tiempo de esta temporada. Lo de esta tarde al este de Ikaria no es sino el adelanto del temporal que ya se anuncia. Esta misma noche Agios Kirikos va a ser cualquier cosa menos un lugar plácido y nuestra plaza es, lógicamente, la menos tranquila del puerto.
Basta con leer la historia de la isla en wikipedia para hacerse una idea. Más allá de la(s) leyenda(s) de Ícaro que ya relatábamos en nuestra primera visita hace tres años, Ikaria tiene una historia fascinante. Ésta es una isla de gente muy muy independiente, sin contemplaciones. Agrestes y violentos como el Egeo en esta zona, con vientos y olas terribles.
No sabemos cuánto tiempo tendremos que pasar aquí. Seguramente una semana hasta que los colores de las tablas de viento dejen de estar teñidas de rojo.
Ya es de noche y trato de conectar el Sargantana a la corriente eléctrica del puerto. Vangelis está montando en su bicicleta para irse a casa. Hablo con él sobre los pronósticos, poco tranquilizadores.
Sonríe. Siempre sonríe. “¿Pronósticos? Los pronósticos en Ikaria no sirven para nada."
Lunes, 9 de junio de 2025
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