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viernes, 30 de mayo de 2025

Capítulo 11. Esperando en Mármaro (Περιμένοντας στον Μάρμαρ

Mármaro es otro más de esos pequeños puertos griegos del Egeo construido con la ayuda de fondos europeos para tratar de fomentar el turismo en zonas con poco desarrollo. Es el único en el norte de Chios, al final de una carretera angosta y tortuosa, junto al pueblo de Kardámila. Un pequeño valle verde en medio del paisaje lunar del norte de esta isla.

Un lugar con pocos alicientes y apenas movimiento. El pueblo no es más que un puñado de casas de pescadores y apartamentos de verano al que no han llegado todavía los turistas. En el puerto languidecen algunas barquitas de pesca (que no parecen salir mucho a faenar) y un par de yates locales amarrados como para resistir un huracán en el Caribe. Con un poco de organización, podría albergar quizás una docena de barcos transeúntes, pero durante el tiempo que pasamos allí nunca vimos más allá de cinco o seis, abarloados a los muelles sin mucho orden ni concierto.

A Mármaro llegamos casi sin resuello desde Lesvos, en una travesía extraña en la que los guardacostas turcos nos llaman por la radio para ordenarnos dar un enorme rodeo, dicen que por ejercicios de fuego real. Diez o doce millas extra que no nos hacen mucha gracia, porque nos obligan a cambiar a rumbo no muy cómodo yendo a vela. Se nos hacen interminables y tratamos de “acortar” un poquito… Y nos pillan, claro. La siguiente llamada por radio tiene un tonito de “a ver si os creéis que la policía es tonta”. Volvemos al rumbo que nos ordenan, que con la gente que tiene cañones, bromas, las justas.

Llegamos finalmente a puerto con nuestro molinete dañado desde esta mañana, la primera avería relevante en el Sargantana este año. Un alivio poder abarloarnos de costado al muelle, porque eso nos permite obviar el ancla. En cualquier otro puerto griego nos sería imposible atracar. Uno de esos golpes de buena suerte que compensan el fastidio de tener otra vez un problema importante en el barco.

Y en Mármaro nos toca esperar a que Barbouris, nuestra tienda náutica en Evia, nos envíe por mensajero las piezas de repuesto que necesitamos.

Ocho días de paciencia y aburrimiento. El único autobús diario a Chios sale antes de las siete de la mañana y no tenemos ánimos para cogerlo más que un día. La vida se reduce a la tranquilidad de caminar por los alrededores, leer y estudiar en el barco y a los “freddo expresso” de la cafetería del puerto que amablemente nos prestó su dirección para recibir nuestro paquete. No hay mucho que ver ni que hacer aquí en Mármaro.

Finalmente el sábado llegan nuestras piezas. Las voy a recoger en taxi a la oficina de ACS de Chios para evitar otro fin de semana esperando al repartidor (el lunes, además, es fiesta). Reparar el molinete no nos lleva más de unos minutos. Aprovechamos para fondear toda la cadena y volver a meterla en el pozo de anclas sin retorcimientos. El Sargantana está listo para navegar.

Recorremos la costa este de Chios camino del sur de la isla. Es casi el mismo recorrido que ya hicimos el año pasado, hasta el fondeo de Komi. Por fin un buen viento que nos permite navegar rápido y en portantes.

El pronóstico del tiempo para los próximos días se complica. Se acerca un episodio duro de meltemi, el primero de la temporada, y nos va a pillar en el peor lugar, justo en el centro del Egeo. Hay que reservar plaza en el puerto de Ikaria, al menos un par de noches, y confiar en encontrar una ventana para poder saltar hacia el oeste, hacia Mikonos o Naxos, antes de que el viento lo haga imposible. Estamos muy lejos de Livaditis, nuestro puerto base, y no nos queda tanto para sacar el barco del agua y volver a casa.

Han sido demasiados días de espera. Aún hay bastante primavera por delante, pero la eterna batalla de cada verano con el puñetero viento del norte del Egeo ha empezado

Este año está siendo extraño desde el punto de vista meteorológico, hemos pasado en pocos días del frío y el ambiente invernales al calor y al meltemi veraniegos.

Sargantana amarrado de costado en el muelle sur
Monumento al pescador. Más al sur en el puerto hay otra estatua a la mujer del pescador 
La iglesia del pueblo, a las afueras, subiendo la carretera en cuesta que bien de Kardámila y muere en Mármaro
Nuestro café de referencia, donde también podremos ver el partido de la selección  
Hay dos molinos, uno a la entrada del puerto y éste cerca de la playa. Una mañana paseamos hasta la playa, al final de la bahía, donde la mayoría de las casas son de temporada y están cerradas. Es una zona mucho más pobre y dejada que los alrededores del puerto
Otro día hacemos una ruta de un par de horas ida y vuelta, hasta más allá de Kardámila. No llegamos a la ruta del castillo de Gria, cuyo arranque está a más de hora y media de Kardámila, rodeando la montaña
El viernes a primera hora, con el médico y media docena de lugareños, cogemos el autobús que nos dejará en Chios tras una hora de vueltas y revueltas por la carretera de montaña y los pueblos de los alrededores, a 30 km/h de media. El mismo autobús y el mismo conductor nos devolverán al pueblo, a nosotros y a todos los parroquianos, a las tres de la tarde
Ya conocemos Chios del año pasado pero nos apetece repetir un paseo por el castillo bizantino del s. X. Accedemos por la Porta Magiore, la entrada principal, a la que se llega desde la plaza Vounakiou por la calle Kennedy
El castillo realmente es un recinto amurallado que abarca todo barrio de casas tradicionales. Los últimos "dueños" del castillo fueron los turcos, desde finales del siglo XVII hasta la liberación y unión de Chios a Grecia en 1912. El sitio está protegido desde 1924. De forma pentagonal, quedan 8 bastiones la mayoría reconstruidlos y bien conservados. Sin embargo, la muralla sur fue completamente derruida a principios del s.XX para hacer el malecón norte del puerto
El cementerio turco, en el lateral de la Plaza del Castillo, contrasta con la animación de los cafés de la plaza que a esta hora de la mañana están repletos de gente desayunando. Aquí están enterradas figuras ilustres de la dominación otomana
Seguimos sin poder entrar a visitar la iglesia de Agios Giorgios, que está cerrada. Durante la ocupación otomana fue una mezquita. Nos fijamos en algo que nos pasó desapercibido en la visita anterior: en el patio conservan bolas de cañón y un sarcófago
El barrio del castillo sigue siendo un barrio deprimido de gente humilde, unos 600 habitantes, con casas viejas, la mayoría víctima del abandono y semiderruidas. El año pasado leíamos de las campañas del ayuntamiento para asfaltar las calles y mejorar la recogida de basuras. Este año vemos más edificios arreglados y reconvertidos en apartamentos turísticos
Vista desde la muralla norte del pequeño puerto de pesca, al norte del puerto principal 
La ciudad sigue siendo tan bulliciosa y ruidosa como la recordábamos. Nos acercamos a la oficina de ACS para asegurarnos que nuestro paquete llega mañana y lo podremos recoger allí, sin esperar a que lo manden por autobús a Mármaro el martes que viene.
Este año sí podemos visitar el museo bizantino, que estaba cerrado la temporada pasada por ser martes. Paseamos de nuevo la calle comercial Aplotaria y caminamos hasta el final del puerto, al sur, adonde no habíamos llegado el año anterior. Tenemos que hacer tiempo hasta el autobús de vuelta y elegimos un bar de copas de esa zona de marcha del puerto, en el que vemos sentarse a una panda de chavales griegos. Nosotros entramos dentro, hace demasiado calor
El 5 de junio llegan Elena y Rainer al puerto de Mármaro. El 6 nos invitan a cenar con ellos en el Ophelia para celebrar  su aniversario y despedirnos definitivamente, al menos por esta temporada
Etapa de Apothikes, en Lesvos, a Mármaro, en el norte de Chios, el 30 de mayo


Sábado, 7 de junio de 2025


Nuestro recorrido de esta temporada hasta hoy


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