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jueves, 19 de septiembre de 2024

Episodio 28. Oinousses. The jewel (La joya)

Para nosotros Oinousses no era más que una isla fronteriza más, perdida en un rincón del Egeo. Insignificante. Un grupito de islas e islotes irrelevantes encajado como con calzador entre la isla de Chios y la costa turca. Una recalada cómoda para descansar un par noches en nuestra ruta hacia el Dodecaneso ahora que el meltemi vuelve a soplar con fuerza, después de una larga pausa con vientos de poniente.

Nos equivocamos. Oinousses es cualquier cosa menos irrelevante. Es la joya de la corona.

Oinousses es la isla de los navieros. Un pequeño emporio que exhibe orgulloso su riqueza y su importancia comercial e industrial.

Su capital es muy pequeña, sí, poco más que un pueblín, pero está llena de mansiones. Aquí se mueve, o se ha movido, mucha pasta. No parece tener muchos habitantes, pero está llena de vida, de chavales que vemos camino del colegio cada mañana, de gente que va y que viene. Cuenta incluso con una academia naval. Y con un museo de la navegación. Y con un ferry, que sorprende por lo grande, que hace la ruta de ida y vuelta a Chios todos los días. Una isla vibrante, pero que parece haber sabido compatibilizar prosperidad con una paz y una belleza propios de un paraíso perdido.

A estas sensaciones contribuye también su puerto, amplio y bien organizado. Con un capitán que viene a recibirte a tu llegada con una sonrisa y con un club social digno de cualquier marina privada.

Amarramos en Oinousses media tarde, tras una travesía rápida y cómoda desde Lesvos, casi toda en portantes. Encontramos mucho espacio libre, solo nos recibe un puñado de veleros, la mayoría holandeses, muy amigables. Agua, electricidad y una tienda pequeña para hacer compras. Precios irrisorios, como es habitual en los puertos públicos griegos. No necesitamos más, ya puede durar el meltemi lo que quiera que aquí podríamos quedarnos todo el invierno.

El pueblo de Oinousses, con poco mas de mil habitantes, se extiende por la costa en dirección noroeste a sureste y retrepa por la ladera de la colina. La mayor parte de la línea costera está ocupada por el inmenso puerto, que atestigua el pasado naviero de la ciudad. El muelle de ferries, nuevo, está al este y el de pescadores al oeste. En medio puede atracar un buen número de veleros y barcos de paso
Amarramos en el muelle del extremo, con las lanchas de pesca al otro lado. Cuando llegamos hay varios barcos de recreeo tanto aquí como abarloados en la zona central del puerto
Estamos al final del muelle. Los compañeros de Sargantana van poco a poco marchándose y el último día nos quedamos el Circe y nosotros solos. Como telón de fondo, una de las dos islas que protegen el puerto de los vientos del sur. Oinousses es en reslidad un conjunto de nueve islas e islotes, todos deshabitados menos este  
Hay un bonito paseo festoneado de tamarindos que lleva a las afueras del pueblo hacia el oeste. Pasamos por la escuela, el instituto, instalaciones deportivas, la academia naval y la autoridad portuaria. Al fonal, cómo no, una íglesia y una taberna
Más allá continúa la costa de agua limpia y transparente y vemos una pequeña playa de las muchas que, leemos, festonean los 18 kilómetros de perímetor de la isla
Las casas en la zona del puerto son auténticas mansiones que pertenecen o pertenecieron a las familias navieras de la ciudad, como la saga de los Pateras y los Lemos, que se hicieron armadores famosos dentro y fuera de Grecia
Una de estas mansiones es la que perteneciera a Antonis Lemos, quien montó la colección naval que, tras su muerte prematura, su hermano Antonis convirtió en el actual museo naval del que Oinousses se siente tan orgullosa
Salimos de la zona del puerto y nos vamos a deambular por la parte alta de la ciudad
El pueblo está lleno de cuestas, escaleras y gatos
En lo alto, la iglesia principal del pueblo consagrada a Agios Nikolaos, pintada en azul y reconocible desde cualquier lugar de la ciudad. A sus pies, un minúsculo supermercado que nos sirve para rellenar la nevera antes de irnos (lo que parece un tienda grande en el puerto está ya cerrada por fin de temporada)
La fisonomía del pueblo es distinta hacia el extremo este, con casas menos llamativas que dan paso gradual a casas de aldea
En el extremo este del pueblo la costa tambien es de aguas claras y pequeñas calas
La última tarde que pasamos aquí, el domingo, se celebra en la explanada del puerto un festival de bailes regionales que atrae a varios grupos y familias de las islas vecinas. Han dispuesto un servicio de ferry extra para traerlos a medidodía y devolverlos a Chios por la noche. Nos llama la atención la presencia de los tres curas ortodoxos, los "pateras", a los que el que parece el alcalde, al acabar el festejo, les agradece su asistencia (nuestras lecciones de griego van dando resultado...)

Decidimos obviar la parada que habíamos previsto en el puerto de Chios. Las reseñas que encontramos en Navily son poco positivas en cuanto a tranquilidad, limpieza y, sobre todo, la protección que ofrece contra la ola que levantan los vientos del norte. No necesitamos recalar en Chios, podemos visitar la capital sin problemas cogiendo el ferry mañanero desde Oinousses, un viaje de menos de una hora que compartimos con una pequeña multitud de gente que va a la ciudad a hacer gestiones, familias con el carro de la compra y grupos de chavales que quieren aprovechan el sábado para darse una vuelta por una zona con marcha. Todos locales, por supuesto, apenas vemos turistas, quizá porque ya estamos fuera de temporada (o porque los touroperadores no han descubierto todavía este pequeño paraíso).

Visitamos Chios una mañana de sábado que se hace corta. En realidad sólo su capital, que encontramos algo ruidosa y llena de tráfico, pero con largas calles peatonales repletas de tiendas, bulliciosas, pobladas de grupos de gente que ocupan las terrazas y pasan la mañana delante de sus omnipresentes “freddo expresso”, hablan a voz en grito y disfrutan de este sol que, aquí en Grecia, parece olvidar que ya estamos en otoño y sigue luciendo con fuerza. Mi hija me dice que está nevando en Viena

Tratamos de hacer la comparación con Cartagena, con Madrid, con cualquier ciudad de España. Los griegos nos ganan por goleada en vitalidad, en ganas de vivir, en disfrutar de su pequeño mundo. Y qué decir del resto de Europa.

Pero todo se acaba. Salimos de Oinousses hacia el sur, aprovechando el último día de un meltemi que ya decae pero que todavía nos lleva en volandas camino de Ikaria y Fournoi, nuestros próximos destinos. Este año hemos aprendido a sincronizar nuestros planes de viaje con los designios de Eolo. Parece obvio, pero no lo es. Hemos aprendido a escondernos del viento cuando se enfurece y a dejarnos llevar por él cuando remite. Que cualquier otra opción es absurda, un sinsentido.

El sábado cogemos el ferry de las ocho hacia Chios. El sol recién amanecido ilumina de forma espectacular la isla de Panteleimona, a la entrada del puerto, con la iglesia en lo alto y a sus pies, en el agua, la escultura en bronce de una sirena que da la bienvenida a los marineris y que se ha convertido en el símbolo de Oinousses
El trayecto dura apenas una hora. El puerto de Chios es enorme. Los ferries atracan en el norte, al lado de los barcos militares. Más al sur hay sitio para los veleros y yates de recreo. Efectivamente, tal como habíamos leído, el puerto está muy batido por el viento y se forma dentro oleaje.
Nuestra primera visita es al castillo bizantino, cuya "Porta Magliore" está justo detrás del ferry. La puerta realmente es un pasillo en zigzag que atraviesa la muralla de varios metros de espesor
El torreón adyacente a la puerta está restaurado y ajardinado, como gran parte de la muralla
La traducción de "castle" o "castillo" no es la mejor para este tipo de fortalezas que encerraban ciudades enteras. Tras las murallas se extiende la antigua ciudad, con una mezcla curisoas de casas de diferentes épocas, muchas de ellas en estado ruinoso. Leo por ahí que Chios está intentando invertir en la restauración de esta zona tan degradada.
El recinto alberga algunos edificios singulares que conviven en aparente armonía con las ruinas y solares. En la foto, la iglesia de Agios Giorgios
Cuesta mucho orientarse y localizar los edificios que señalan las guías, como los antiguos baños turcos, que podmeos visitar por un par de euros y que nos fascinan
Los baños están restaurados con más acierto que los que visitáramos en Mitilene y parecen más fieles a su aspecto original. Cinco años han llevado las obras
Aprovechamos la salida hacia el norte de la ciudad vieja y caminamos por la carretera de Vrontados, entre talleres y pequeñas naves, para llegar hasta los molinos de viento
Estos molinos son vestigios restaurados de una antigua fábrica. El mecanismo de sus aspas es muy distinto al de las velas latinas de los molinos del Campo de Cartagena.
De regreso, llegamos a la plaza principal, la Plateia Vounakiou, con su zona ajardinada y sus fuentes otomanas.
En las inmediaciones de la plaza hay más vestigios turcos, como la mezquita que hoy alberga el museo bizantino
Recorremos la calle comercial, Aplotaria, el centro neurálgico de la ciudad. Después de la quietud de la ciudad vieja, nos aturde el bullicio. Hay terrazas de cafeterías y bares en todos los rincones de la calle y de los callejones aledaños. Y es increíble la cantidad de gente que ocupa las mesas, todos locales y todos, invariablemente, con su café. Nos cuesta encontrar un hueco para tomarnos un freddo expresso.
Seguimos callejeando y localizando edificios emblemáticos de la ciudad, como la catedral
Salimos de nuevo al puerto lleno de locales donde se desarrolla la vida nocturna de la ciudad, de restaurantes, de tavernas y de tiendas para el turista. Aquí en Chios los "souvenires" caracterisricos son los mil productos derivados de la "mastixa" (léase mastija), una resina que se obtiene de una variedad de lentisco que sólo se da en la zona sur de isla de Chios. De ella obtienen desde caramelos hasta cosméticos, sin olvidar el extraorfdinario licor de mastixa del que compramos varias botellas de una de las marcas que no se encuentran fuera de la isla.
Volvemos al ferry que a las dos nos devolverá a Oinousses con los mismos compañeros de travesía. Esto no es un adiós a Chios. En nuestro viaje del año próximo recorreremos la isla y visitaremos las famosas ciudades medievales y el museo de la mastixa
Etapa de Mitilene a Oinousses, el 19 de septiembre


Lunes, 23 de septiembre de 2024

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