Episodio 19. Skyros. The Gold Medal (La Medalla de Oro)
Skyros era la gran duda de esta parte del viaje. Una isla que forma técnicamente parte del archipiélago de las Espóradas pero que parece ir por libre, descolgada al sureste, como si no quisiese tener mucho que ver con sus hermanas. A priori no demasiado compatible con nuestro plan de viaje, pero los planes cambian. Ya no vamos al norte del Egeo, tenemos tiempo para ir a Skyros.
Todo un descubrimiento. Quizá la isla que más nos ha fascinado de del Egeo. Todo en Skyros tiene un punto surrealista, excesivo, único. Empezando por su geografía, Skyros es una isla mestiza, camaleónica, fronteriza. Por su lado noroeste está cubierta de árboles y es verde, como Evia y las otras Espóradas. Por su lado sudeste es un roquedal pardo y duro, azotado por el viento, con una fortaleza vertical e inexpugnable en el extremo de una Chora inequívocamente cicládica, de casas blancas y cúbicas, construidas sin mucho orden en calles empinadas y serpenteantes.
Desde la cima de la Chora el Egeo se muestra azul e inmenso, sin islas y casi sin barcos. La torre de la fortaleza parece montar guardia contra piratas y otomanos, el centinela indiscutible del oeste del Egeo. Skyros transmite fuerza, poder, resiliencia frente a los enemigos.
Skiros, al menos en junio, es griega y sólo griega. Aquí no se andan con pamplinas. No suena el Mamma Mia como música de fondo, ni se ven barcotaxis de turistas ingleses u alemanes vestidos de domingo (incluso en días de diario). Aquí te montan una media maratón (para locales, obviamente) con treintaymuchos grados y un final en cuesta que ya lo quisiera el Tourmalet, y que muchos (y muchas) acaban esprintando. Con un par.
Viendo correr a los skyrianos se entiende perfectamente que un tal Spiridion Louis, granjero de esta isla, ganara la medalla de oro en la maratón de los primeros Juegos Olímpicos de la moderna, batiendo a todos los favoritos y ¡sin haberla entrenado nunca! Me imagino a Spiridion (Spyros para los amigos), trotando feliz por Atenas (donde por cierto se había ganado la vida vendiendo agua), pimplándose chupitos de ouzo de vez en cuando y partiéndose se risa al ver a los grandes favoritos flaquear en la llegada a la meta (“En las cuestas de Skyros quería yo ver a estos blandengues”).
Nota: en el monasterio de Skyros exponen la medalla de Spiridion, pero lo pillamos cerrado…
Cogemos un autobús en el puerto para subir a Skyros pueblo, una Chora de casas cuadradas y techos planos que se organizan en la base de una colina a los pies de un "kastro" medieval. La disposición de la ciudad y la arquitectura recuerdan a las Cícladas
Recorremos el pueblo de calles estrechas y empinadas, buscando el camino para subir al "kastro"
Mapa del kastro. Desde el terremoto de 2001, que provocó grandes daños, estuvo cerrado al público. Se reabrió en 2019, tras los trabajos de reconstrucción que aún hoy se siguen realizando
En esta foto de la web https://www.kastra.eu de Manolis Papathanassiou, se ve muy bien la disposición de. la muralla bizantina y las construcciones: el monasterio en el nivel de abajo, con el balcón orientado al oeste sobre la Chora; y en el nivel alto la iglesia de Episkopos, la gran cisterna, los dos pequeñas capillas blancas y los restos de la torre donde está el punto geodésico
La "Panaporta", o puerta de hierro, da acceso al nivel más bajo del kastro, hoy enteramente ocupado por el monasterio de Agios Georgios. La fortificación donde se abre la puerta parece ser la fachada del monasterio, pero en su día se construyó exenta. Destaca en blanco un relieve del león veneciano en la parte superior
Se cruza la Panaporta por un pasadizo en cuesta que atraviesa la fortificación
Recién cruzada la puerta conquistamos la vista de las casas de la Chora que nos acompañará durante toda la visita al kastro
Tras acceder al recinto encontramos el monasterio bizantino de Agios Georgios, el patrón de la isla. Construido en el s.X, pertenece, junto con una quinta parte de la isla de Skyros, al monasterio Migisti Lavra del Monte Athos desde que fuera ofrecido como regalo por el emperador bizantino Nikiforos Fokas tras reconquistar Creta a los árabes
Las reconocibles torres del monasterio
En el nivel superior al que se accede desde el monasterio por un camino pavimentado, encontramos la Episkopi. Bizantina del s.IX, es la iglesia más antigua de Skyros. Está dedicada a la "dormición de la virgen María" y fue durante mil años sede del obispado de Skyros y residencia del obispo. Unos meses después de que se aboliese el obispado y Skyros pasase a depender de Euripos, la iglesia fue destruida por un terremoto.
Los terremotos de 1980 y de 2001 la volvieron a derruir. La reconstrucción más reciente es de 2013 y ha empleado técnicas modernas en la restauración del tejado y su impermeabilización, la mampostería y el agrietamiento de las bóvedas, entre otros trabajos
En todo lo alto destaca un edificio macizo, sin puertas ni ventanas, al que llaman "la prisión oscura", pero que nunca ha servido como cárcel. Es una cisterna medieval que se construyó probablemente aprovechando la estructura de una antigua torre
De las tres cisternas que se conservan, es la que está en mejor estado. Totalmente restaurada, se puede puede visitar por dentro
Al lado de la cisterna, las iglesias de Agios Vasileios y Agios Gregorios Theologos. Estas y otra tercera iglesia más abajo y al sur son los únicos vestigios de la ocupación post-bizantina del kastro. El resto fue arrasado en el s.XX
En el punto más alto, al lado de las iglesias, hay unos restos de lo que parece una torre y más allá han ubicado un punto geodésico.
Vista de Molos y su playa desde el vértice geodésico, en dirección nordeste
En la zona sur quedan restos de las *provakas*, pequeñas construcciones que desde el s. XIV sirvieron como segunda vivienda a los habitantes del pueblo para refugiarse del peligro en los tiempos convulsos del período otomano. Toda la familia hacía vida, de día y de noche, en la única estancia de suelo de tierra apisonada y techo de vigas de cedro, con mobiliario móvil. En el s. XIX se abandonó su uso, coincidiendo con la fundación del estado griego y el establecimiento de medidas contra la piratería
En la bajada nos despistamos de las calles principales y vamos más al norte y más al oeste, por barrios llamativamente más humildes
Comemos en una tabernita de la calle principal y nos sentamos en la plaza a tomar un freddo expresso en la terraza del delicioso café Agora. Poco a poco se van juntando en la plaza los corredores de la media maratón que nos obligará a bajar en taxi, pues la ruta del autobús ha sido suspendida
Desde la esquina de la plaza, como desde casi todas partes, la roca del castillo y el mirador del monasterio se asoman imponentes sobre el pueblo
Antes de irnos, hacemos una visita rápida a la plaza en la que se encuentra la estatua de Ruper Brooke, el poeta británico que durante la I Guerra Mundial se hizo famoso por sus sonetos dedicados a la guerra (a pesar de no haber llegado a entrar en combate). Según las referencias de la época, era "el joven más guapo de Inglaterra" y rompió corazones de mujeres y hombres por igual. Enrolado en la marina británica, falleció el Egeo en un barco rumbo a Gallipolli, a consecuencia de una septicemia ocasionada por la picadura de un mosquito. Desembarcaron su cuerpo en Skyros y se convirtió en un referente para los jóvenes de la época.
Llegar a Skiros desde el oeste, al puerto de Linariá, es la primera sorpresa. Cuando crees que ya lo has visto todo en un puerto griego, te encuentras con que todavía hay sitio para la originalidad. El equipo de marineros del puerto (Sakis y Kostas) han convertido su pequeña marina en una especie de parque temático, con atracciones únicas que a veces rayan en lo kitsch (por ejemplo: unas disco-duchas iluminadas con luces de discoteca en las que te enjabonas mientras suena “Thriller” de Michael Jackson a todo volumen y una catarata de pompas de jabón cae del techo).
La atención al cliente es absolutamente exquisita. Sakis te recibe sonriente (“Welcome to Skyros, captain”) en su lancha roja cuando llegas a la dársena, se engancha a tu proa y te lleva de la mano, como a un bebé, a tu punto de atraque donde te espera Kostas para amarrarte “comme il faut”. Biblioteca en el muelle, lavadoras, wifi VIP, luces subacuáticas… Todo en Linariá es sorprendente, personal, único… y a un precio ridículo.
Te dan ganas de quedarte semanas. Más en nuestro caso, porque Linariá tuvo la magia de organizarnos un rendezvous memorable con nuestros amigos del Captain Jim. Pero ellos siguen su ruta y nosotros la nuestra, como tiene que ser.
Pasamos dos noches que se nos hacen cortas, porque las noches de este puerto tienen un ambiente especial. Quizá por la fanfarria con la que reciben al ferry (“Así habló Zarathustra” de Strauss, sonando a todo volumen en el puerto) o quizá por las luces azules sumergidas que atraen bancos de peces enormes que se mueven despacio bajo nuestra proa con un aspecto fantasmagórico.
Volveremos a Skyros, cómo no vamos a volver. Un puerto que ha ganado este año el premio a la mejor marina deportiva de Grecia. Una isla extraordinaria, la de Spyros, Kostas y Sakis. Medalla de oro. Sin despeinarse.
El puerto de Linariá, con el barco turístico a la izquierda de la imagen y el muelle del ferry a la derecha
Sakis en la maniobra de amarrar la proa del barco a su auxiliar
La zona de atraque en el puerto de Linariá. Hay sitio para no más de diez barcos, con líneas a muertos
Justo enfrente de nuestra popa tenemos una de las iniciativas de Kostas, el contramaestre del puerto: la biblioteca de trueque al aire libre
Otra de las originalidades de Kostas es tener música en las duchas. Además, todos los días, de 19:00 a 20:00 hay sesión de disco, con luces y pompas de jabón. Parece ser que Kostas fue DJ en su juventud
Y por la noche, espectáculo de luces subacuáticas y peces
El puerto es pequeño y los barcos estamos encajonados entre el atraque del barco turístico y el ferry que hace la ruta Kymi - Skyros dos o tres veces al día y pernocta en Skyros. Si no fuera por las llamativas iniciativas de Kostas y su equipo, probablemente sería un puerto más (y de los incómodos).
Llegada del ferry al puerto. Desde hace más de 25 años, el bar Stavros le recibe haciendo sonar a todo volumen "Así habló Zaratustra", de Strauss. El barco, de nombre Achilleas, es de una compañía naviera local pública que se enorgullece de contribuir al desarrollo de la isla desde 1980.
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