Después de nuestro periplo un tanto accidentado por el sur del Egeo buscamos refugio y tranquilidad en las Pequeñas Cícladas. Islas famosas por sus playas y frecuentadas por los charters de día con base en Naxos y Paros.
Normalmente veleros, atestados de turistas, que se mueven a la máxima velocidad que les permiten sus motores. A veces algo incómodos por lo ruidoso de sus tripulaciones, que saltan al agua sólo unos microsegundos después de terminar la maniobra de fondeo, en una algarabía de gritos y selfies, como si su barco estuviese en llamas. Los patrones les ayudan a bajar sus juguetes (paddle surfs, flotadores y, los más pudientes, motores submarinos) y pasan el día con cara de aburrimiento y de "a ver si estos capullos se cansan pronto y llegamos pronto a cenar". Normalmente comen algo y a media tarde levan el ancla, de vuelta a sus hoteles. A media tarde vuelve la paz, ya sólo quedan los barcos que pasarán la noche, aunque quizá son algunos más de los que esperábamos a estas alturas de temporada.
Fondeo en Schoinousa
Toca planificar la vuelta hacia el varadero. Nos queda casi un mes para volver a casa, más que suficiente, pero esta temporada dejamos que sean los vientos los que marquen nuestro rumbo y nuestro calendario. El parte anuncia varios días de suroestes, perfectos para acercarnos a Livaditis sin tener que navegar a motor. Planificamos etapas cortas y tranquilas, priorizando los fondeos en playas frente a amarres en puertos, dejando que el viento nos haga pasar sin prisas este otoño cálido que sabe más bien sabe verano.
Seguimos rumbo al norte, hacia las dos grandes islas de las Cícladas: Paros y Naxos. No nos atraen demasiado, pasamos ya mucho tiempo en ellas el año pasado. Preferimos cruzar por el canal que las separa sin apenas detenernos, sólo una escala de una noche al norte de Paros, cerca de Naoussa. Nos damos cuenta de que las Cícladas nos cansan. Aun en otoño siguen siendo islas puramente turísticas, ruidosas, llenas de barcos de alquiler, de charters de día. Islas para instagrammers.
Desde Paros podemos elegir entre navegar hacia el oeste (Siros, Kithnos, Kea) o hacia el norte (Tinos). Preferimos el norte. Recalamos una noche en la isla de Rinea, junto a Mikonos y Delos. Tranquila pero poco atractiva, otro más de esos fondeos con poco que reseñar. Y desde allí saltamos al puerto de Tinos, un lugar ya conocido pero que nos sigue atrayendo por el bullicio de sus calles, llenas de peregrinos que vienen a visitar su espectacular catedral.
Tinos es el final de nuestro recorrido por las Cícladas en esta temporada. Que en realidad ha tenido más sombras que luces y que nos deja (al menos a mí), pocas ganas de volver en un futuro próximo. Confirmamos que las Cícladas, al igual que el Argosarónico, son antagónicas a nuestras expectativas cuando navegamos por Grecia. Incluso fuera de la temporada alta siguen siendo islas más bien artificiales, estresantes, tomadas por visitantes de ida y vuelta . Que retienen poco del encanto y la autenticidad que quizá tuvieron hace unos años y que todavía se puede encontrar en muchas otras regiones del Egeo.


En Tinos pasamos unos días tranquilos y agradables. Visitamos la fábrica de cervezas Nisos, una destilería local que produce unas cervezas artesanas excelentes y, sobre todo, la única cerveza sin gluten de toda Grecia. Nos organizan una visita privada incluyendo una cata de sus cinco especialidades, la mayoría imposibles de encontrar en los supermercados convencionales. Desafortunadamente sólo podemos ver de refilón su cadena de producción porque ese día estaban embotellando (y esa operación se hace justo en la puerta de su minúscula nave). Aun así, una presentación extensa e interesante sobre su historia, su filosofía y sus productos. El camino de vuelta después de cinco botellas de cerveza de alta graduación se hizo complicado :-)

No hay comentarios:
Publicar un comentario