Nos quedan once días para meternos en el avión que nos lleve de vuelta a Alicante. Bueno, en realidad a Luis. Yo cambiaré los planes sobre la marcha y en la escala en Milán cogeré un vuelo a Asturias. Pero esa es otra historia…
En estos doce días cruzaremos de nuevo el puente de Xalkida, fondearemos de nuevo en Nea Artaki, atracaremos de nuevo en Limni, pasaremos de nuevo la noche en la boya de Livaditis y de nuevo Sargantana se subirá al carro naranja de la familia Livas, aunque esta vez con más dificultades, por la fuerte corriente.
Todo terreno conocido, con la única novedad de coincidir en gran parte del recorrido con nuestros amigos. Como en el puente, que pasamos los tres veleros a las diez de una noche de luna llena, en fila de a uno, junto con tres o cuatro barcos de recreo más.
Nos vemos envueltos en el follón de algunos patrones que avanzan sus proas a destiempo, invadiendo la zona de paso, pues no parecen entender las instrucciones por radio en greco-inglés de que dos enormes cargueros han de cruzar delante de nosotros. Instrucciones que se convierten en gritos histéricos cuando el controlador del puente no da abasto para repetir los nombres de los impacientes, ordenarles que reculen y comprobar atónito que no obedecen. Algunos patrones de buena voluntad acercan su barco a los despistados para repetirles a voces las instrucciones y pasan automáticamente a engrosar la lista de infractores del controlador, que no sabe ya qué hacer.
Otros barcos han preferido esperar a levar el ancla hasta ver pasar al primer carguero y se convierten en obstáculos inesperados para los demás, que ya hemos iniciado nuestro acercamiento cauteloso a las inmediaciones del paso. Y entre gritos y movimientos espasmódicos de los veleros pasa el último carguero, al operador se le olvida recordarnos en qué secuencia hemos de entrar y nos precipitamos todos en cualquier orden.
Esta noche, cruzar al otro lado del puente y manejarse en la corriente es la parte fácil.
Los tres barcos españoles fondeamos a tientas en Nea Artaki, donde compartiremos paseo y comida al día siguiente.
Y de ahí a Limni del tirón. Parada técnica de un par de días en el puerto para empezar el desmontaje del barco, que continuaremos en tierra, ya subidos al “andamio” en el que Sargantana nos esperará pacientemente todo el invierno hasta la próxima primavera. “Ta leme, Sargantana!” Hasta la vista.




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