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viernes, 22 de julio de 2022

2022 27ª etapa. Arkoi - Leros. La isla del fin del mundo (1974)




Una última etapa totalmente distinta a la de otros años. Ya no doblaremos el cabo de Escombreras para enfilar la bocana del puerto de Cartagena, ni nos recibirá jubilosa la marinería del Yacht Port, como cada año. Esta temporada tenemos que preparar al Sargantana para quedarse en Artemis, un varadero al norte de la isla de Leros. Nuestra isla del fin del mundo.

Ocho meses en tierra, sobre una especie de andamio metálico, como uno más de un gran rebaño de veleros apiñados. Entre pequeños rebaños de ovejas y de cabras que ramonean tranquilamente en las parcelas vecinas. Ocho meses bastante solitarios en un lugar casi desierto en el que dicen que en invierno llueve a cántaros y hay mucho viento, y donde seguramente los barcos aprovechan para contarse historias de veranos de travesías y recaladas (y seguro que para ponernos a parir a los patrones). Esperemos que al Sargantana, como primerizo que es, le traten bien los veleros veteranos y no sufra mucho con las novatadas.

Lleva mucho tiempo preparar una varada. Posiblemente más que en arranchar el barco para una travesía. No sólo hay que endulzar y limpiar todo el exterior, la jarcia, la cabullería, el casco… Hay que lavar, secar y estibar para el próximo verano toda la ropa, las sábanas, los toldos y capotas. Hay que desmontar las velas, llevarlas al lavadero, lavarlas, secarlas y repasar con mimo las costuras para buscar posibles desperfectos. Hay que limpiar y engrasar todos los elementos metálicos, quitar el óxido, ajustar tuercas y tornillos, mover las roscas de los tensores de obenques y estays para evitar que sea azoquen...  Hay que deshinchar la auxiliar, envolverla y estibarla para el invierno. Hay que desmontar las placas solares y sus estructuras de soporte y preparar la electrónica y baterías para ocho meses sin atención. Hay que reparar todos esos pequeños desperfectos y averías que has ido dejando por pereza, falta de tiempo o repuestos, o que es necesario encomendar a un profesional. Un mundo.

Un trabajo inacabable y agotador que exige método, orden y precisión, y que además tiene un límite prefijado: la hora de salida del avión de vuelta. Calculamos una semana de trabajo a tiempo completo, predicción que finalmente resulta más o menos acertada (aunque quizá algo corta). Eso sí, en esto, como en casi todas las cosas, la experiencia es fundamental. Las próximas veces es seguro que optimizaremos bastante y podremos reducir tiempos (o ,al menos, la intensidad del trabajo).

Viernes, 22 de julio

Desde Arkoi volvemos a Patmos. Es el puerto más cómodo y barato que tenemos a tiro cerca del varadero. Después de una semana de retiro espiritual en la isla del amigo Trypas, necesitamos con cierta urgencia un supermercado y un puerto con agua dulce y electricidad. 

Puerto de Skala, en Patmos


Pero esta vez ya no haremos turismo por Patmos, no hay tiempo para subir a la Chora ni para vagabundear por sus calles. Después de un fin de semana de aprovisionamiento y lavadoras en Skala, el lunes tenemos una cita con el servicio oficial Volvo en Patmos Marina para hacer el mantenimiento del motor antes de llegar al varadero. Decisión que al final no resulta todo lo cómoda que hubiésemos querido. Pensando retrospectivamente, quizá hubiese sido mejor centralizar todos los trabajos en el barco, incluidos los de mecánica del motor, con el equipo técnico del varadero. Ya veremos para otro año. Como decía, cada temporada se aprende. Al final, navegar no es más que acumular experiencia, año tras año.


Lunes, 25 de julio

La segunda parte de la preparación de la invernada la completamos fondeados en la bahía de Blefoutis, ya en Leros, muy cerca del varadero. Un lugar tranquilo y cómodo, que ya conocemos, y al que regresamos para bajar velas y cabos, desmontar placas e investigar los problemas que hemos tenido las últimas semanas con las bombas de los wc marinos. Tres días en los que sólo tenemos la oportunidad de bajar una noche a cenar a la taverna local, un chiringuito totalmente recomendable, especializado como casi todos los de la zona en guiso de cabra.

Fondeo en Blefoutis. Estamos prácticamente solos y, curiosamente, no hay viento estos días. Uno de los barcos franceses está, como nosotros, desmontando velas. Luego seremos vecinos en el varadero. A ellos los sacan del agua justo a continuación de nosotros.
Bajamos velas, quitamos cabos y roldanas y hacemos fotos de todo





Viernes, 29 de julio

Y, finalmente, la experiencia de la varada en Artemis. Utilizan un tractor que sumerge un remolque por una rampa hasta emplazarlo bajo el barco. Un sistema hidráulico se eleva y levanta el casco lo suficiente para poder remolcarlo hasta el lugar de varada. Muy fácil y muy profesional, claramente un equipo que sabe lo que hace y en el que, a diferencia de otros sistemas basados en un travelift, los tripulantes no tienen que hacer absolutamente nada. De hecho, te piden que bajes del barco nada más llegar al muelle y no vuelves a subir hasta que está ya en su sitio en tierra y con una escalera de acceso acoplada a la popa.





Nos ha encantado Artemis. Gente simpática y cercana, que te hace la vida fácil. Quizá no es el más glamouroso, ni el mejor comunicado con ciudades y tiendas, pero en un varadero lo que buscas es que sea tu “guardería de confianza” más que un lugar de vacaciones para disfrutar de la estancia. Hasta el momento, todo perfecto. Ya veremos cómo va el invierno y la vuelta al agua en primavera.

Lavando velas


La semana ha transcurrido con pocas novedades que reseñar. Trabajo y más trabajo. No hay museos ni  restos arqueológicos que visitar, ni aventuras náuticas relevantes, ni playas o nuevos sitios que conocer. Pero, cómo  no, tenemos alguna movida que anima el cotarro y que da para cerrar este blog de anécdotas por este año.

Penúltimo dia por la tarde. Menos de 24 horas para el taxi al aeropuerto. Quedan muchas cosas, demasiadas, por hacer. Viene el electricista que se va a quedar a cargo de conectar el barco a la corriente de vez en cuando y de revisar el estado de las baterías. Al hacerle una demostración de la app de monitorización, veo que la batería está descargando. Por alguna razón no está cargando desde tierra

Chequeo el cable. Está todo bien, tenemos corriente. Chequeo el cargador. No carga. No sé si el problema es con el cargador o con la propia batería. Toda la electrónica del barco es mi proyecto del invierno anterior y lo conozco como la palma de la mano, pero en este momento no tengo ni idea de lo que está pasando.

Un problema importante que complica dejar el barco abandonado a su suerte durante ocho meses. No puedo dejar la batería de litio sin carga tanto tiempo. Consulto con Kiko y Manel, mis colegas y confidentes en las venturas y desventuras de los litios y los Victron. No encontramos ninguna causa posible que no sea que uno de los dos, cargador o BMS de la batería, se hayan estropeado de repente.

Investigo hasta las tantas y acabo encontrando el problema. Al abrir la caja de plástico de uno de los fusibles del cuadro, éste aparece requemado y fundido. No está clara la razón pero hay que tirar para adelante y al menos reemplazar el cableado y el fusible deteriorados. Este invierno la actividad eléctrica de la batería será muy pequeña, unas pocas horas de carga supervisadas cada mes y con corrientes muy bajas, así que probablemente el riesgo es mínimo. Una vez cambiado el cableado parece que todo vuelve a la normalidad. Alivio.

El culpable


Último día por la tarde. Acabamos la preparación del barco contra reloj, de hecho el taxi tiene que esperarnos un rato mientras cerramos los portillos y dejamos en condiciones, a toda prisa, los últimos flecos. Salimos a escape camino del aeropuerto. Pasamos el embarque. Todo va bien, mañana a mediodía, con suerte, en casa. De repente, entra la jefa del aeropuerto en la sala de embarque y suelta una perorata en griego. Todo el mundo se  queda en silencio un momento e inmediatamente se pone de pie y empieza a quejarse. Los hay que se van a toda prisa. No sabemos qué pasa, pero no puede ser bueno. Pedimos traducción de urgencia a un colega pasajero: han cancelado el vuelo por exceso de viento, el avión se ha dado la vuelta hacia Atenas. La última jugada del meltemi.

El aeropuerto de Leros es una pista de 1km y una pequeña sala de espera desde la que se ven los palos del varadero


No es la primera vez que a alguno de los dos nos cancelan un vuelo. Ambos hemos tenido que viajar mucho por trabajo y sabemos que estas cosas pasan. Pero no es lo mismo. Estamos en una isla remota, sin otra manera de llegar a Atenas. Perdemos la conexión a Madrid. Perdemos la conexión por tren a Cartagena. El último lío de la temporada en la isla del fin del mundo.

Afortunadamente Aegean se porta bastante bien. No nos ofrecen alojamiento (tampoco lo reclamamos) pero en poco tiempo nos procuran un vuelo extra para el día siguiente a las 0720. Tendremos que comprar billetes de tren nuevos, y coger más taxis de lo previsto, pero tampoco será una tragedia. Y además parece que Aegean nos reembolsará el precio del billete, así que ni siquiera perderemos dinero.

Despegamos a las 7 de la mañana del día siguiente


La penúltima anécdota de un viaje inolvidable. Un viaje en el que más o menos hemos cubierto nuestro plan previsto, en un Egeo maravilloso pero con el meltemi más cruel que recuerdan los locales. Un viaje distinto, muy distinto al del año pasado. Mucho más largo y con muchas mas islas. Sin tantos problemas técnicos como el año pasado en el Jónico. Una travesía en la que hemos tenido la oportunidad de conocer mucha gente, tanto en el mar como en tierra, y en la que hemos aprendido mucho, más que nunca (aunque es cierto que en el mar siempre se aprende).

La última anécdota son realmente dos: mi maleta no llega a Madrid (me la mandan a Cartagena unos días después) y volvemos ambos contagiados por covid.

Dejamos al Sargantana en Artemis como padres el primer día de guardería. Pórtate bien, haz caso a los marineros y no te metas en líos. Si los barcos llorasen habríamos acabado despertando a los pocos vecinos que dormían hoy en el varadero. Y es que dejarle abandonado, con nocturnidad y alevosía, a las seis de la mañana, y huir de mala manera camino del aeropuerto, es de patrones crueles y sin corazón.



Ya queda un día menos para continuar un viaje por el Egeo que no está ni mucho menos completo, en una fecha ya fijada: el 3 de Abril de 2023Stay tuned, que dicen los americanos. Y, sobre todo, gracias por leernos. Nos hace ilusión.

Over and out. Cambio y corto.

Jueves, 4 de agosto

Arkoi - Patmos - Leros (Blefoutis - Artemis)



   


PS: Las estadísticas de esta temporada:

Días totales: 96
Días de navegación: 41
Días en puerto/fondeo: 55
Horas de navegación: 445
Horas de motor: 305
Gasto en gasoil: 951€
Incidencias técnicas relevantes:
- bombas de desagüe de wc (ambos)
- fusible fundido en panel de batería de litio
- interruptor de conexión de nevera



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