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martes, 14 de junio de 2022

2022 19ª etapa: Sitia - Karpathos. Fuga de Alcatraz (1979)




Martes, 14 de junio

Una vez escribió Mark Twain que “no hay peor invierno que un verano en San Francisco”. Yo lo suscribo, y probablemente cualquiera que haya estado en SF en verano y haya podido ver focas en la bahía. Pues bien, este año, aquí en el Dodecaneso, el verano griego está siendo como el de San Francisco. Eso sí, sin focas, al menos de momento 

Vale, es cierto, es junio y no hemos llegado todavía al solsticio. Pero leemos los detalles de la ola de calor veraniego en España, que tampoco es tan rara a mediados de junio, y nos da un poco de envidia. A estas alturas uno ya espera en el Mediterráneo días calurosos y noches tranquilas y agradables (incluso tropicales), de copas y chillout. 

Pues no. Aquí, en el Egeo, no. Seguimos teniendo viento, mucho viento. Hace algo de calor por el día pero fresquito (mucho) por la noche. Como en Sanxenxo, pero sin marisco. Nada de cenas en cubierta, aunque es cierto que nada de noches sudorosas. El verano se resiste a llegar al Egeo, pero el meltemi ha llegado puntual, incluso antes de tiempo, y nos obliga a estar todos los días pendientes del parte meteorológico.

Nos decidimos a salir del puerto de Sitia, donde al Sargantana se le debía estar ya formando caracolillo, aunque la cosa está lejos de haberse tranquilizado. Tenemos prisa. Renunciamos a parar en Kasos, huyendo del viento. Muy a nuestro pesar porque, justo en estos días, conmemoran la “masacre de Kasos”, uno de esos episodios horrorosos de las guerras interminables de esta zona del Mediterráneo, en el que los turcos, literalmente, acabaron con toda la población civil de la isla en venganza por su resistencia a ser invadidos. 

No hace ni 200 años de esta masacre, y de otras similares en Chios o Psara. La historia que estudié en el bachillerato no recuerdo que tratara ni de refilón lo que pasó en el Mediterráneo (al menos en el este del Mediterráneo) en los últimos siglos. 

Da qué pensar. Hace que la propia historia convulsa de España de esos mismos siglos, que nos sigue emponzoñando como país a día de hoy, parezca un juego de niños al lado de esas guerras infinitas y terribles que se libraron en estas islas. Es inexplicable que hayan conseguido liberarse del odio que genera tanta invasión y tanta sangre. 

Una pena haber tenido que renunciar a Kasos. Me hubiese gustado conocer a gente de esa isla y hablar con alguno de ellos. Por ejemplo, sobre la guerra.

También huyendo del meltemi, renunciamos a recalar en el puerto de Karpathos, que no nos da mucha garantías. Preferimos una bahía deliciosa (Ormos Amorfos) en la que encontramos un inesperado oasis de tranquilidad, solos en un fondeo tranquilo frente a la playa y, al menos por un día, sin agobios de viento.

Una etapa en soledad, pero sólo hasta cierto punto. Nuestros amigos del Zebadhy y el Unconditional hacen el mismo recorrido, pero cada uno a su ritmo y cada uno con su plan de fondeos. Nos vamos siguiendo a distancia en un curioso régimen de “flotilla discontinua” que seguirá hasta Rodos, nuestra próxima isla.

El Dodecaneso nos recibe con luna llena. “Superluna de fresa”, la llaman. Estoy demasiado cansada para buscar en internet el porqué y me limito a contemplarla cuando sale, gorda y brillante como la pelota de un crío, y va retrepando poco a poco el horizonte, mientras crea un camino de fuego en el agua oscura.


Esta bahía me transporta a otra época.. Me trae a la memoria aquella primera noche en La Azohía, ese pequeño puertito a la vuelta del cabo Tiñoso, en la bahía de Mazarrón, tan lejos en el tiempo y tan lejos de aquí. Las mismas luces marcando la costa, la misma tranquilidad, la misma sensación de estar en un decorado que alguien ha pintado solo para ti. Estamos solos.


Hemos salido de Sitia al amanecer, como presos que ya no soportan más su encierro y prefieren aventurarse en un mar sin garantías. Debbie y Boyd saldrán tres horas después, con sus amigos del Unconditional. Ellos se quedan en Kasos, que a nosotros no nos ha convencido como fondeo. Al día siguiente nos contarán que la noche fue tranquila y el fondeo suficientemente bueno. A veces pecamos de precavidos… 

Pasamos Kasos de largo: la previsión no da una buena protección para esta noche

Han sido solo dos días en Sitia con ellos, pero Debbie y Boyd se han colado un poquito en nuestra vida. Ingleses, joviales, divertidos, con muchas millas a sus espaldas, son la compañía perfecta para las charlas de café que tanto nos gustan. Tienen un magnífico Oyster 49 y llevan una impresora 3D a bordo con la que fabrican todo tipo de cachivaches para el barco. La gente no deja de sorprenderte. También escriben un blog, en el que nos hemos colado, igual que ellos se han colado en el nuestro. 

Es tan delicioso este fondeo que decidimos quedarnos una noche más. Pasamos un día indolente de sol y chapuzones, de “freddo expresso” en la taberna de enfrente, de explorar la playa de Amoopi y la pequeña iglesia Ag. Apostolou que domina la bahía. Debbie me dice por WhatsApp que se nos unirán. 

Sin embargo, esta noche volveremos a estar solos: el Zebahdy y el Unconditional, cuando ya distinguimos sus velas entrando en el golfo, cambian de planes, dan un golpe de timón y deciden continuar hacia el norte de la isla, para ganarle millas al cruce de mañana a Rodos. Su fondeo no ha sido tan tranquilo como el nuestro y han tenido que soportar rachas de 25 nudos, nos cuentan después.

No siempre se acierta. 

Playa de Amoopi, en Ormos Ámorfos, con la iglesia al fondo

Desde la playa se ve bien que el fondo va bajando de forma regular y no hay obstáculos, al contrario de lo que figura en las cartas. No son muy fiables en esta zona.

Sargantana es el único barco de la bahía


Miércoles, 15 de junio







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