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domingo, 26 de junio de 2022

2022 22ª etapa: Symi - Nísyros. Bajo el volcán (1984)




Domingo, 26 de junio

Después de Rodos, el paisaje que nos encontramos ha cambiado. Las islas e islotes del Dodecaneso se apelotonan en un espacio relativamente pequeño, como un puñado de guijarros griegos arrojado por un dios enfurecido contra la costa turca, que por esta zona es montañosa y llena de recovecos.

Desde cada isla puedes ver siempre, al menos, otras cuatro o cinco alrededor. No extrañan los conflictos durante tantos siglos. Estas islas son fortalezas flotantes, demasiado separadas para poder quedar a tomar un café y hablar, pero demasiado cerca para no envidiarse. Unas, verdes y de perfiles suaves. Otras, rocosas, agrestes y afiladas. Todas, celosas de su independencia y de sus costumbres.

Aprovechamos un pequeño descanso del meltemi, apenas unas horas, para saltar desde Simi hacia Nísiros (o Nísyros, que en Grecia nunca acaba uno de aclararse con los nombres de los sitios). Después de una noche de viento duro, parece que tendremos una mañana y un mediodía muy tranquilos. Hay que aprovecharlos al máximo y llegar antes de que despierte Eolo. Salimos antes del amanecer


Levantamos el fondeo en Panormitis cuando aun no ha salido el sol y la luna menguante, con Venus muy cerquita, es aún visible en el cielo


Nísyros aparece en el horizonte, hacia el noroeste, omnipresente durante toda la travesía, como el perfecto cono volcánico que, en realidad, es. La leyenda dice que es el resultado de un cantazo de Poseidón a un gigante rebelde en la Guerra de los Titanes (Lucía dará, seguro, más detalles de la trifulca). Una prueba de que la metáfora de los guijarros no iba tan desencaminada. En este caso, la leyenda sostiene que el canto en cuestión acabó llamándose Nísyros.

La isla de Nisyros en una imagen de Google. Se ve en el centro el cráter del volcán, uno de los cráteres hidrotermales más grandes del mundo 

La isla Kos al norte y la de Nísyros al sur. La leyenda cuenta que, en la batalla de los dioses contra los titanes, el titán Polyvotis, malherido, se había escondido en el Egeo. Poseidón, dios del mar, lo persiguió y, cuando lo tuvo a tiro, arrancó con su tridente un pedazo de la isla de Kos y lo arrojó a la cabeza del titán, que quedó sepultado. Y cuentan que los pequeños temblores que provoca el volcán son los intentos  de Polyvotis de liberarse de la roca que lo aprisiona 


Son casi treinta millas que tendremos que hacer completamente a motor, con la mayor arriba para tratar de ganar algo de empuje. Muy poco viento y casi de proa, pero la travesía se hace agradable. Atrochamos a través de Turquía para ganar tiempo. Asumimos que los guardacostas turcos estarán mas pendientes del tráfico de mercantes (que no parece disminuir en este domingo por la mañana) que de un velero intruso, y no nos equivocamos. Poco después del mediodía, y sin mucha novedad, llegamos al puerto de Pali.

Nísyros tiene dos ciudades costeras, Mandraki y Pali, las dos en su costa norte. En realidad no son más que dos pequeños pueblitos con calles laberínticas y casas pintadas al estilo griego: paredes blancas y puertas y ventanas azules.

Plaza de la iglesia de Pali engalanada para la fiesta de los apóstoles la noche del 29 de junio

Calle de Mandraki con los característicos balcones de madera


Las dos tienen puerto. Mandraki, la capital de la isla, el puerto comercial y de ferries. Pali, un puerto pesquero que. al menos en verano, parece usado casi exclusivamente por yates de paso, como nosotros. Es un puerto municipal en el que un chaval pasa, montado en su bicicleta, (casi) todas las tardes a cobrarte un euro por metro de eslora; en realidad, un chollo. Un lugar tranquilo, con tres o cuatro restaurantes (uno de ellos extraordinario, de nombre Aphrodite).

Puerto de Pali visto desde la carretera que va a Mandraki

Calle de Mandraki. Las casas son de piedra volcánica y la mayoría están pintadas

Vista de Mandraki desde la calle que recorre la costa desde el puerto. Al fondo, el monasterio de Panagia Spilianis y el castillo del los Caballeros de San Juan dominan la ciudad. El monasterio está dentro del recinto del castillo, que solamente tiene murallas en la zona este, hacia tierra, pues los acantilados servían de protección por el mar. 

Arriba, el monasterio de Panagia Spiliani. Abajo, la tabernita en la que nos gusta sentarnos con un café a contemplar el mar

Vista de Mandraki desde la antigua fortificación (Paleokastro) que está bastante más arriba del monasterio y a la que subimos en quad. 

La muralla del Paleokastro, construida entre los siglos IV y VI a.C. con bloques basálticos ciclópeos, de hasta 4 toneladas (uno se pregunta cómo los han podido subir hasta ahí). Es una de las mejores preservadas del mundo, en su categoría. En varias zonas en las que se había derrumbado, se han realizado reconstrucciones con un cuidado exquisito y una técnica sofisticada, usando los propios bloques reubicados en su posición original. 

 
La isla de Nísyros vive prácticamente del turismo que viene a ver su gran atracción: el volcán. Es una experiencia que recomendaría a todo el mundo que se deje caer por estas latitudes. No sólo por lo exótico de poder bajar a los cráteres lunares de un volcán imponente que todavía tiene fumarolas, sino, además, por las impresionantes vistas desde los dos pueblitos que se han ido a emplazar en su cumbre, Emporios y Nikía

Subiendo a Emporios desde el parking. Poco antes de llegar hay una pequeña construcción de entrada libre que es una sauna natural, alimentada por las aguas termales del volcán.

El pueblo es una sucesión de calles empinadas y escaleras. Desde arriba se puede ver la caldera del volcán. No son aún las ocho y el día ya luce espectacular 

Calle de Nikía. Es un lugar totalmente fuera de los circuitos turísticos al uso  Aquí no hay tiendas de recuerdos. Lo que sí hay en Nikía es un museo vulcanológico, el único de Grecia. El museo ilustra sobre la actividad de los volcanes y cuenta la historia de la formación de Nísyros a partir de las sucesivas erupciones de hace miles de años. La isla es muy fértil, gracias a los sedimentos volcánicos, y es lugar de paso para aves migratorias. Hay documentadas 450 especies vegetales, 85 de aves y 7 reptiles, así como la presencia de foca monje

Iglesia de Panagia (Virgen María) en Nikía, desde la escalera de la plaza, en la que se encuentra una de las dos tabernas que hay en el pueblo


Todas las mañanas, a las diez y media en punto, llega una pequeña multitud de turistas en uno o dos ferries al puerto de Mandraki, y allí les espera una fila de autobuses que les llevan  hasta el volcán y les dejan de vuelta en Mandraki para hacer la pertinente visita guiada. No les da tiempo a más. Lo interesante es que el turismo no parece haber destruido el encanto de Nísyros. Cierto, hay mucho restaurante y bastante tienda de souvenirs, pero el encanto de esta isla parece sobrevivir a la ola de turistas de cada mañana, al menos en estos días de principios de temporada.

Alquilamos un quad para subir al volcán. Queremos recorrer la isla por las pistas de tierra y asfalto que recorren la cumbre y que no son transitables en coche. Salimos a primera hora de la mañana, casi de amanecida, y eso nos permite estar absolutamente a solas, tanto en el cráter como en el museo. Justo a tiempo. Nos vamos con la multitud de turistas bajando ya de la comitiva de autobuses y haciendo cola en la taquilla.


Al volcán se llega desde el norte, por una carretera que sale entre Emporios y Nikía. Hay que pagar una entrada de tres euros para entrar al recinto. Se puede bajar al cráter principal, Stéfanos, de 300 metros de diámetro y otros 30 de profundidad. La pareja que había al llegar nosotros ha subido ya, así que disfrutamos del cráter nosotros solos. Los siguientes en llegar bajan cuando nosotros estamos ya subiendo: son de un barco vecino en Pali y nos han reconocido.






El volcán está vivo. Aunque la última gran erupción magmática, la que provocó la forma final de la isla, fue hace 15.000 años, sigue habiendo actividad en forma de fumarolas, cuando el agua de lluvia y el agua subterránea se encuentran con las bolsas de magma y salen a la superficie en forma de vapor. Las fumarolas están valladas y no te puedes acercar. Su actividad depende de lo lluviosa que haya sido la temporada

Además del cráter principal, hay otros al norte a los que se puede ir andando. En esta zona el olor a azufre es mucho más intenso 

Vista del cráter Mikros Polyvotis. También es hidrotermal, pero mucho más pequeño que Stéfanos

Cráter de Alexandros. Somos los únicos visitantes en hacer este camino

En el quad podemos recorrer la pista que rodea el volcán por el sur y da toda la vuelta a la isla hasta Mandraki

Nos cuesta irnos de Nísyros, nuestra isla favorita de toda Grecia. Es un lugar que inspira paz. Nos quedamos cinco días, contentos cada mañana de que el meltemi siga soplando y justifique un día más de recalada. Y seguimos aquí, en Pali, en la noche de San Pedro y San Pablo, fiesta local. Nuestra última noche en la isla. Nos invitan a ir a la verbena junto con todo el pueblo. Misa ortodoxa (todo un espectáculo), y cena comunitaria en la plaza con esa música mestiza tan característica de esta zona, tan griega como turca, mezcla de culturas, de historia, de pueblos, que nos gustaría saber bailar. Nos confundimos con la multitud y comemos su arroz con cordero. Toda la isla está aquí esta noche. Nos sentimos un poco parte de este sitio y se nos rompe un poco el corazón por dejarlo tan pronto.

Ensalada griega y arroz con cordero para todo el pueblo. ¡Y está riquísimo!





El puerto de Pali desde el espigón exterior 


Miércoles, 29 de junio





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