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jueves, 30 de junio de 2022

2022 23ª etapa: Nísyros - Kalymnos. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)





Jueves, 30 de junio

Como en el microrrelato de Monterrosso: “Cuando despertó, el meltemi todavía estaba allí”. 

Todas las mañanas, el meltemi está ahi. Más o menos violento, pero está ahí, jugando al escondite con el Sargantana y el resto de la flota.

Un, dos, tres, al escondite inglés”, grita algunas mañanas, y se da la vuelta con los ojos cerrados. Y el Sargantana y sus amigos salen a toda prisa de sus refugios y tratan de correr rápido hacia el norte. Pero con cuidado porque, al poco rato, se vuelve y sopla, y pilla al velero que se arriesgó demasiado, que trató de arañar unas pocas millas de más hasta ese fondeo, o esa boya, donde espera tener sitio. Y el meltemi señala al incauto y no perdona. Y el incauto paga prenda.

A medida que va avanzando el verano, el guión del viaje va centrándose, casi exclusivamente, en el viento. Ya lo sabíamos, claro. El Egeo y el meltemi son inseparables. Pero, aun sabiéndolo, esperas tener la presencia de ánimo para que no te desquicie.

La primera característica inquietante del meltemi es que siempre sopla del mismo sitio. Bueno, en realidad, de dos sitios: del noroeste y del norte. Pero alternos, como un ventilador de esos que giran. Así que, si estás al ancla o en una boya, te mueves. Mucho. Todo el rato. Como un columpio. Sobre todo te mueves mucho cuando entra la racha. El gust, que dicen los ingleses (y, la verdad, suena uno poco contradictorio). 

La segunda característica del meltemi es que cambia de 10 nudos a 35 nudos en cinco segundos, y vuelve a los 10 en otros cinco. Con un par. Mi amigo Mitxel, que estará leyendo esto, dirá: “Ahí va la hostia, no me jodas; eso es una racha, en Grecia y en Portugalete”. Pero es que, con el meltemi, eso pasa TODO el tiempo, desde bien pronto por la mañana hasta después de media noche; y, los días tontos, las 24 horas. Bueno, y es que Mitxel es del mismo Bilbao.

Y la tercera característica es que los partes meteorológicos no sirven para nada. Me imagino a los meteorólogos griegos y turcos, con camisa de fuerza, camino del frenopático, después de unos años tratando de predecir el viento de mañana (y ya no te digo el del finde que viene). 

Porque el meltemi vuelve loco a todo el mundo. A ti, al Sargantana, a los meteorólogos. Y de ahí el título de la película de hoy, que probablemente no haga falta explicar mucho.

Esta etapa transcurre en la isla de Kalymnos, adonde llegamos directamente desde Nísyros. Por el camino nos saltamos  la isla de Kos, una de las islas grandes del Dodecaneso, pero que no tiene buenos fondeos en nuestro camino y nos obligaría a afrontar gran parte de la travesía con el meltemi de cara. Siempre el dichoso meltemi. 

Kalymnos. Boyas en Emborio


Kalymnos no tiene demasiado interés para nosotros. Es una isla más. Muy seca, sin apenas vegetación, con la costa muy escarpada y paredes de caliza muy altas (de hecho, es un lugar muy famoso de escalada). Simplemente está en nuestro camino y hay donde esconderse. Porque el meltemi está a punto de volverse y abrir los ojos. 

Fondeamos en la cala de Vlichadia, un fiordo muy protegido. Tres días en una de las muchas boyas gratuitas que instalan las tavernas en algunas calas para atraer clientes. En este caso, la taverna “Capitán Kostas”, en el pueblecito de Emborio

Sargantana en la boya. Antes hemos intentado fondear al otro lado de la bahía, en el oeste, pero hay demasiada posidonia


Emborio tiene un pequeño embarcadero y una minúscula playita con el agua increíblemente limpia


Un lugar cómodo, en el que podemos hacer alguna compra básica y, sobre todo, resistir las rachas de un meltemi desbocado este fin de semana, esperando a oír el lunes muy prontito el “Un, dos tres, al escondite inglés”… que no llega hasta el martes.

Martes, 5 de julio




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