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miércoles, 22 de mayo de 2024

Episodio 13. Corinto. The Canal

La etapa de Corinto es especial. Incluso este año, aunque no tenga ya la novedad del primer cruce. El canal es la puerta de entrada al Egeo, la meta presentida de nuestra travesía desde Cartagena (que no el fin de nuestra temporada). Pasar Corinto supone dejar atrás el largo traslado del Sargantana por el Mediterráneo, por rutas y lugares conocidos, recorriendo como Pulgarcito el sendero de migas de pan para salir del bosque y llegar por fin a navegar aguas nuevas y explorar islas desconocidas. Confiamos en que pasar Corinto cierre de una vez la puerta a las borrascas del Peloponeso y nos libre de la bruma y la calima agobiantes del Jónico.

Una foto típica del canal, desde la popa de Sargantana

La etapa de Corinto es necesariamente larga porque no hay buenos fondeaderos cercanos al canal, ni antes ni después. No queda otra que madrugar y contar cuidadosamente las millas hasta tu destino. Evaluar la velocidad que te dejará hacer el viento y navegar sin pausa si quieres llegar a tu resguardo antes de caer la noche. Raramente puedes permitirte el lujo de entretenerte o de hacer bordos. O el viento te deja velear rápido y directo o se hace inevitable ir a motor.

Hoy es miércoles y salimos de Sykia Bay antes del amanecer, camino del canal. Hemos prolongado una jornada el fondeo para acompasarnos con los vientos favorables del oeste que cambiarán por fin la tendencia de los últimos días. El viento tarda en levantarse pero acaba confirmando los pronósticos. A medio camino ya surfeamos la ola que nos llega por la popa.

Este año el cruce es rápido y sin esperas. Anunciamos nuestra llegada tres millas antes a "Corinth Canal”, como manda el protocolo, y descubrimos que ya hay un par de barcos esperando pacientemente el turno de paso. Una motora nos adelanta rápida por estribor para unirse a la flotilla. Parece que seremos cuatro. Llegamos los últimos al convoy que aguarda motores en marcha, navegando al pairo. "Corinth Canal" asigna posiciones y da la orden de paso. La motora, obviamente, lidera el grupo, seguida de los tres veleros por orden de llegada. Nos toca a cola de pelotón. Perfecto, menos agobios.

En la entrada están esperando ya dos veleros cuando llegamos nosotros
El acceso por el extremo oeste es amplio y está marcado por las habituales luces roja y verde de entrada a puertos y canales
Poco más allá está la compuerta cuya parte superior hace las veces de puente por el que pasan vehículos. Ha bajado para que entren los barcos y el tráfico rodado se interrumpe. Los conductores salen de sus coches vernos pasar y a hacer fotos 

Volvemos a disfrutar de este pequeño desfile entre las paredes altísimas del canal, observados por los curiosos que se apostan en las orillas de la entrada y la salida. También en el puente que cruza en lo alto, todos con su móvil en ristre, sacando fotos y saludando mano en alto.

Una especie de pasarela Cibeles no demasiado glamourosa, diría yo. En el convoy no hay ni cargueros, ni ferries ni megayates, pero incluso este desfile de un puñado de enanitos parece interesar al turísteo local (a juzgar por el número de autobuses aparcados y la devoción con la que nos saludan).

Nosotros hacemos lo que podemos para corresponder al cariño de nuestro público. Pasamos despacito, sobre todo porque el velero alemán (que va en segunda posición) decide -por su cuenta- tomarse el paseíllo con calma, como gustándose, tirando fotos al respetable que contesta con ovaciones mientras “velero tres” (un griego) se desespera y hace sonar la bocina porque debe llegar tarde a merendar. Nosotros (velero cuatro) nos lo tomamos con calma, no solemos merendar. "Traffic Control" tampoco dice ni mu, no debe tener barcos esperando al otro lado. Qué diferencia con el año pasado, en que no hacía más que meternos prisa en cuanto bajábamos de siete nudos.

Entramos en fila de a uno, en el orden dictado por la torre de control. El primer tramo del canal es ancho y bajo, con vegetación en ambas márgenes
Llegamos al tramo de las obras que, aún hoy, no han concluido, A partir de aquí ya no hay apenas vegetación en las paredes
El canal tiene una longitud de 6,3 km. Luis va a la rueda y yo hago fotos
En el puente accesible hay un grupo de turistas haciendo fotos a nuestro paso
Hacia la mitad del recorrido el canal se estrecha y las paredes verticales parecen tocarse
Cruzamos por encima de la compuerta y salimos del canal en el mismo orden en el que hemos entrado. ¡Ya no hay calima!
En los bares en la entrada varios grupos de turistas que han llegado en grandes autobuses desayunan y hacen fotos de los barcos
La motora y el velero alemán se abarloas al muelle para pagar. El griego y nosotros hemos hecho la transacción por internet y seguimos camino
El canal se abre a una ensenada bastante poco atractiva, muy industrial, maloliente y llena de cargueros fondeados

A la salida del canal el viento sube, como ya apuntaba el parte, y levantamos velas para ir rápido hacia un fondeo. Descartamos nuestra primera opción, la isla de Égina, por falta de buenos lugares protegidos del oeste y continuamos hasta la isla de Salamina, adonde llegamos todavía con sol. Localizamos una bahía excelente, Lefteri, no muy bien puntuada en las guías, pero que encontramos amplia y tranquila, con sólo tres barcos y agua muy clara. Cena rápida y a la cama, que ha sido un día largo y de muchas emociones. Ya estamos en el Egeo.

Cae la noche en el fondeo de Salamina
Bridamos por la llegada al Egeo y lo nuevo por descubrir

Etapa Sykia - Salamina, 22 de mayo


Miércoles, 22 de mayo de 2024

sábado, 18 de mayo de 2024

Episodio 12. Patras. The Gulf (El Golfo)

Continuamos ruta hacia el sur, buscando el Egeo. Entramos en la zona de islas turísticas y muy famosas del Jónico que conocemos bien (Lefkhada, Cefalonia, Itaca, Zakintos…) pero este año no estamos muy motivados para recalar en ninguna de ellas. Tenemos prisa por llegar a las zonas que hemos decidido explorar este año: Evia, las Espóradas y el norte del Egeo.

El tiempo sigue inestable y cambiante. Las bajas presiones están estancadas sobre el Peloponeso y los modelos no parecen manejar bien esta situación. PredictWind (la app donde consultamos los partes) es como un huevo Kinder, cada vez que se actualiza nos encontramos con una sorpresa. Afortunadamente la primavera avanza y los días van siendo cada vez más cálidos, pero el cielo suele estar brumoso y revuelto, con una calima permanente que le da a todo un aire casi fantasmal.

Preveza supone una encrucijada, tenemos que tomar una decisión sobre el recorrido a seguir para llegar al Egeo.

La opción más obvia es desandar el recorrido de vuelta a casa del año pasado. Buscar el canal de Corinto, al final del casi interminable golfo de Patrás. Trillada, pero más corta. Y hay que tener en cuenta que el canal de Corinto es de pago, para nosotros unos 180 euros.

La otra opción es recorrer la costa sur del Peloponeso hasta doblar el cabo Maleas y continuar después hacia el norte por el golfo Argólico. El Peloponeso nos pareció una maravilla en el viaje de hace dos años y todavía tenemos muchos lugares por conocer (Kalamata, por ejemplo). Bastantes más millas, pero muchos lugares por descubrir.

El viento decide por nosotros: mejor el canal. Desde que hemos entrado en Grecia (e incluso antes), los sures han soplado y siguen soplando casi sin pausa. En esas condiciones, la ruta del Peloponeso no es muy viable. Pocas oportunidades para velear, sólo en combustible gastaríamos mucho más que en la tarifa del canal. Por no hablar del incordio de doblar cabo tras cabo contra el viento…

La imagen más característica del canal de Patras: el puente de Rio - Antirio

Ganan Corinto y el golfo. Lo atravesamos sin demasiadas prisas, nada de etapas maratonianas. Esta es una pequeña reseña de las incidencias (más bien pocas).

Pasamos el puente y el canal de Lefkas, encuadrados en la habitual procesión de veleros de alquiler, que viene a ser como las de Sevilla pero sin tambores ni saetas. Nos toca justo detrás del Patience, un barco inglés que nos recuerda (por si no lo supiésemos) que aquí hay que tomarse las cosas con calma. Curiosamente, acaban por liarla parda porque su predecesor, un catamarán alquilado cuyo capitán parece tener dificultades para navegar en línea recta (¿demasiados mojitos?), les bloquea el paso. No doy detalles, pero hubo situaciones que la Guardia Civil de Tráfico hubiese sancionado con retirada de varios puntos. Nosotros salimos indemnes.

¿Título de la película? "El Patience se impacienta".

Salida de Preveza con una bruma o calima que no nos abandonará hasta Corinto
Entrada al canal de Lefkada, con la fortaleza de Agia Mavra (Santa Maura) a babor
El puente móvil, que también se llama Agia Maura
Los barcos por delante de nosotros empiezan a ir tan despacio que la motora se nos echa encima
El "Patience" al pasar por delante de la marina de Lefkada, donde se cuentan por cientos los barcos de alquiler que esperan a arrancar la temporada

Vamos a recalar a la isla de Kastos (nombre ya curioso de por sí), pero nos quedamos sin poder conocer a sus habitantes porque el pequeño puerto tiene la dársena abarrotada a pesar de que estamos fuera de temporada. Quizá la flotilla "Amo a Laura", vaya usted a saber. No nos queda otra que fondear junto al puerto. Obviamente la noche es tranquila, sin gritos, ni risas, ni música. La flotilla debe estar de ejercicios espirituales.

Extremo NE de la imponente y verde isla de Kálamos en nuestra ruta hacia Kastos, que se encuentra al sur
El fondeo en Kastos al día siguiente tiene un aspecto espectral


Al día siguiente obviamos una parada en Messolonghi (ya estuvimos allí el año pasado y Lucía no quedó muy impresionada con su agua más fangosa que la del estanque del Retiro) y continuamos unas millas más para recalar, también por una noche, en el muelle de Kryoneri. Kryoneri es un minúsculo pueblo de pescadores con una playita aceptable, reconvertido a cutreemporio de vacaciones. Sin más atractivos que una gran pared de roca que parece ser un lugar famoso para escaladores y un par de chiringuitos de playa. Prescindible, pero al menos un sitio nuevo (y gratis) en este golfo sin apenas playas.

Sargantana en el muelle de Kryoneri
El muelle es gratis, pero está tan deteriorado que tenemos que colocar unas tablas para proteger las defensas ante el viento que nos aconcha 
La playa de Kryoneri, con la montaña al fondo
Esta noche hay luna llena
A las 8 del día siguiente nos ponemos en marcha camino del puente de Rio-Antirio
Deberíamos distinguir ya el puente, pero la bruma lo impide. Sólo se ve con prismáticos
A una milla del puente hay que llamar por VHF a "Traffic Control" para que te indiquen por qué ojo pasar, norte o sur. El central queda para barcos grandes.
Pasamos por el mismo lugar que el año anterior, sin más novedad que la advertencia de Traffic Control de cruzarnos "green to green" con el velero de 14 metros que viene desde el oeste

Decidimos ignorar también Trizonia, Galaxidi e Itea, las tres poblaciones donde ya recalamos el año pasado, y probamos un fondeo en una pequeña bahía desierta (Sykia Bay), frente a un grupo de casas en el que no vemos a nadie. Una cala en la que los vientos catabáticos nos dan algo de guerra y en la encontramos una gran colonia de salpas, una especie de bichos gelatinosos muy curiosos, parecidos a medusas pero totalmente inofensivos.

Durante el recorrido hasta Sykia hemos visto en el agua multitud de lo que parecen unas medusas sin tentáculos, tanto sueltas como formando cordones de varios metros de largo. Es la primera vez que vemos algo así y tenemos que buscarlo en Google
Se trata de salpas, unos animales de la familia de los tunicados que suelen vivir en los océanos ecuatoriales. No son medusas. Se desplazan y alimentan filtrando agua a través de su cuerpo.
Al llegar al fondeo comprobamos que sigue habiendo salpas en la cala. Son inofensivas y beneficiosas, pues capturan el CO2 del fitoplancton y lo devuelven al mar atrapado en las bolitas de sus excrementos. Leo que cada vez se ven más en nuestras costas, lo cual podría tener que ver con el calentamiento del Mediterráneo

Todo muy relajado y rutinario en el gran golfo, camino del canal de Corinto y de la ansiada puerta al Egeo. Algo de vela, pero no lo suficiente. Pocos barcos. Tranquilidad absoluta. Mañana, el canal.


Etapa Preveza - Kastos, 18 de mayo
Etapa Kastos - Kryoneri, 19 de mayo
Etapa Kryoneri - Sykia, 20 de mayo
Etapa completa Preveza-Kryoneri del 18 al 20 de mayo




Martes, 21 de mayo de 2024

miércoles, 15 de mayo de 2024

Episodio 11. Preveza. The City (La Ciudad)

Visitar Preveza en primavera es como llegar demasiado pronto a una fiesta. Llamas al anfitrión y te dice: “Venid cuando queráis, sin prisa… A partir de las diez o así… Lo pasaremos bien… Acabar, acabaremos tarde, de madrugada…”

Y te presentas a las diez y cuarto, por eso de dar un margen. Y cuando llegas, claro, eres el primero. La música está puesta, sí, pero el salón está vacío, todavía no ha llegado nadie. Bueno, está el anfitrión, cómo no va a estar, pero muy ocupado, preparando a toda prisa canapés, vasos, botellas y cubos con hielo. Y pasa de tí, claro, aunque que te presentes con una botella de bourbon añejo, qué menos. Y el anfitrión te lo agradece, pero él está a sus cosas, claro, que igual en media hora empieza a llegar la gente “normal” (aparte de este tío pesao… ¿a quién se le ocurre llegar a una fiesta a estas horas?.. te lo dije, no les digas que a las diez, que es muy pronto…)

El cartel luminoso instalado en febrero de este año y que tanta polémica ha suscitado en la ciudad

Hoy hemos llegado a Preveza y mi amiga la harbour master del puerto municipal todavía nos recuerda. Bueno, en realidad al Sargantana:

Sargantana, of course I remember you. Such an original name. There are so many boats with boring names here, like Mojito or Gin-Tonic. But there is only one Sargantana!”

Hoy está sóla en su oficina, a sus cosas, porque los invitados a su fiesta, los capitanes de su puerto, están todavía por llegar.

Quizá exagero, en el muelle ya se ven muchos veleros amarrados en hilera, popa a tierra. Pero la mayoría son de alquiler, no tienen tripulación. Están ahí quietos, sin vida, esperando a sus tripulaciones de quita y pon, y a capitanes de semana que cada tarde harán cola para el check-in, buscando desesperadamente una sombra, impacientes porque la harbour master no acaba de llegar a la oficina.

Mis capitanes” reirá ella en verano, como cada año, condescendiente, cuando el calor apriete y Preveza esté bañada en sudor, y en el olor penetrante de parrillas de souvlaki hasta más allá del atardecer, y las familias paseen por el muelle hasta altas horas, despacio, con un helado en la mano disfrutando del espectáculo de la parada de los barcos.

Esta tarde/noche es primavera en Preveza y no hay familias. De hecho no hay casi nadie en el paseo. Algunos turistas, pocos, sentados en las terrazas de las cafeterías, bebiendo ouzo, Aperol Spritz o freddo expresso. Algún grupo de chavales escapados del instituto que recorren el muelle arriba y abajo, sin saber muy bien qué hacer, ni a quién mirar. Pero todavía no hay suficientes turistas ni chavales, ni familias empujando carritos, para convertir Preveza en lo que es esta ciudad en verano, un maravilloso caos de gritos, de música, de olor a carne a la brasa, de vida. La gran fiesta de la orilla este del Jónico.

Muelle municipal de Preveza

Este año hemos llegado aquí por el norte, como la primera vez. Desde Paxos, como aquel año del Sargantana desfallecido y sin baterías. Hemos llegado veleando, en una etapa interminable de casi once horas, con bordos continuos, virando y cambiando velas demasiadas veces. Hemos llegado muy tarde, demasiado tarde, demasiado cansados para una maniobra de atraque casi en la oscuridad. Por eso optamos por largar el ancla en la bahía, bajo una ligera llovizna. Habrá tiempo mañana para buscar el puerto.

Salimos del fondeo y rodeamos el puerto para ir a atracar al muelle de la ciudad

Veinticuatro horas después, Lucía y yo escribimos este blog con un Aperol Spritz en la mano, después de la cena, sobre la bañera del Sargantana, atracados en el muelle. Las previsiones siguen dando agua y vientos incómodos hacia Lefkas e Itaca, nuestros próximos destinos. No nos importa, nos quedamos. Es una maravilla volver a vivir esta ciudad, un año más, aunque seamos los primeros de la fiesta.

Hoy hemos descubierto que, en mayo, Preveza también es una ciudad lánguida y sugerente, con una tranquilidad casi mágica, en la que los turistas pasean hablando en voz baja y la música chillout de las cafeterías llega a armonizar con el “clap, clap” de las olas que rompen contra el muelle. Teníamos claro que una travesía en Grecia no es lo mismo si no recalas en Preveza, pero ahora, además, sabemos que Preveza también es una ciudad donde hay que llegar cuando la fiesta no ha empezado.

La pequeña tienda donde todos los años compramos la fruta y la verdura

Frente a la torre del reloj de la iglesia de Agios Charalambos, en la calle principal de Preveza

Iglesia de Agios Athanasios, una de las más antiguas de Preveza

Preveza, del fondeo al muelle, 16 de mayo



Viernes,17 de mayo de 2024

lunes, 13 de mayo de 2024

Episodio 10. Paxos. The Time (El Tiempo)

- No nos engañemos, esto de navegar es un hobby de jubilados.

Pasamos la tarde sentados en un chillout del pequeño puerto de Lakka, en la isla de Paxos, a donde llegamos ayer noche desde Corfú. Nos dedicamos a una de las actividades más placenteras de navegar por Grecia y que echábamos de menos en estos días de ajetreo: parar quietos en un fondeo, dejar que el tiempo pase despacio y mirar cómo el mundo se mueve a nuestro alrededor (en vez de movernos nosotros).

La terraza del Fanis, donde pasamos la tarde con un par de freddo expresso

Parece que no somos los únicos. La terraza, vacía cuando llegamos, se va llenando. Casi todos los parroquianos son tripulantes del puñado de barcos que pasan la noche en esta bahía, anclados sin muchas apreturas, unos con cabo a tierra y otros, más vagos (como nosotros), a la gira. Ingleses y alemanes sobre todo, también algún francés. No hemos visto españoles.

Jubilados la gran mayoría. Los hay con pinta de navegantes a tiempo completo (es curioso, pero eso se nota casi a primera vista, no sabría deciur por qué). El resto, alquilinos (en el argot Sargantana, dícese del que alquila barco en Grecia, solo o en compañía de otros), aventureros de semana de chárter en temporada baja.

Observamos sus idas y venidas entre el barco y el muelle, las dificultades de más de uno para subir y bajar de la neumática (el tiempo no perdona) y las reuniones improvisadas alrededor de unas copas y una botella de vino en una tarde cálida pero brumosa, como de un verano descorchado antes de tiempo que todavía está aprendiendo a sacar el sol de entre los nubarrones.

Aparcamiento de neumáticas frente al Fanis

Una tarde perfecta en Lakka, un pueblín encantador en una de las islas más espectaculares del Jónico, a unas pocas milas al sur de Corfu. Un destino marcado en negrita en todas las guías turísticas y, según leemos, una aglomeración permanente de barcos y de turistas durante la temporada alta.

El fondeadero de Lakka, aún con pocos barcos

Yendo en dinghy al pueblo en la tarde, después de haber estado lloviznando toda la mañana

Dejamos el dinghy en un rincón del puerto, al costado del Fanis

Recorremos hasta el final el muelle de pescadores

 Lanchas de pesca en el puerto

Ahora, a mitad de mayo, las tiendas de souvenirs y los restaurantes se desperezan poco a poco y en las calles se respira paz y tranquilidad. En el muelle la música y las conversaciones son tranquilas. Si hubiese que elegir un momento para suspender el tiempo, sin duda sería este.

Paseo por el pueblo semivacío

Rincón de Lakka, con los establecimientos aún cerrados

Pero hay que seguir camino. Los vientos del sur y la lluvia volverán mañana por la noche. Si madrugamos esperamos tener viento para poder velear hasta Preveza.

Cae la noche en el fondeadero de Lakka

Salimos pronto de la bahía, a primera hora de la mañana, con rumbo sudeste. Tenemos viento de proa y habrá que ceñir y hacer bordos. A nuestro estribor vemos otro velero desplegando sus velas. Les miramos como probablemente nos miran ellos a nosotros. Un rival. ¿Irá hacia Preveza? Sí parece. Habemus regata…

Salen escopetados antes de que hayamos terminado de izar la mayor. Traidores…

Es un ketch blanco. Podría ser del simpático viejecito inglés del sonotone, pantalón corto y gin tonic en ristre, el que más problemas tenia ayer tarde para subirse al dinghy. Pero ahora le imaginamos arengando a su tripulación, el cuchillo entre los dientes. “C’mon boys, we must beat those bastards!”

El Sargantana entra al trapo. Siempre lo hace, aun con barcos de más eslora como este, con el que a priori tiene las de perder. Como con el Mekatxis hace unas semanas en Mallorca.

Poco a poco les recuperamos terreno. Han salido antes, pero somos más rápidos, nuestros bordos más afilados, ceñimos más. El inglés se desinfla. Intenta un bordo rápido hacia la isla buscando el viento, pero el Sargantana sabe que el enemigo es la ola, que iremos más rápido forzando nuestro bordo hacia la otra costa.

En unos pocos bordos la suerte está echada. El inglés se rinde, como hiciera el de Espronceda en “La canción del pirata”. Pone motor, se queda atrás. Como el Mekatxis.

El Sargantana sigue haciendo bordos, ya solo, sin rival, por el placer de navegar de ceñida. El día será duro, haremos muchas más millas de lo planeado, la tripulación llegará exhausta y sin resuello. Da igual, hemos ganado.

Hay que aprovechar estos momentos, los de paz y los de guerra, porque, como decía Virgilio, tempus fugit.

Una de las características boyas que marcan el canal de entrada a Preveza: hemos llegado.


Etapa Corfú - Preveza, 13 de mayo


Miércoles, 15 de mayo de 2024