Visitar Preveza en primavera es como llegar demasiado pronto a una fiesta. Llamas al anfitrión y te dice: “Venid cuando queráis, sin prisa… A partir de las diez o así… Lo pasaremos bien… Acabar, acabaremos tarde, de madrugada…”
Y te presentas a las diez y cuarto, por eso de dar un margen. Y cuando llegas, claro, eres el primero. La música está puesta, sí, pero el salón está vacío, todavía no ha llegado nadie. Bueno, está el anfitrión, cómo no va a estar, pero muy ocupado, preparando a toda prisa canapés, vasos, botellas y cubos con hielo. Y pasa de tí, claro, aunque que te presentes con una botella de bourbon añejo, qué menos. Y el anfitrión te lo agradece, pero él está a sus cosas, claro, que igual en media hora empieza a llegar la gente “normal” (aparte de este tío pesao… ¿a quién se le ocurre llegar a una fiesta a estas horas?.. te lo dije, no les digas que a las diez, que es muy pronto…)
Hoy hemos llegado a Preveza y mi amiga la harbour master del puerto municipal todavía nos recuerda. Bueno, en realidad al Sargantana:
“Sargantana, of course I remember you. Such an original name. There are so many boats with boring names here, like Mojito or Gin-Tonic. But there is only one Sargantana!”
Hoy está sóla en su oficina, a sus cosas, porque los invitados a su fiesta, los capitanes de su puerto, están todavía por llegar.
Quizá exagero, en el muelle ya se ven muchos veleros amarrados en hilera, popa a tierra. Pero la mayoría son de alquiler, no tienen tripulación. Están ahí quietos, sin vida, esperando a sus tripulaciones de quita y pon, y a capitanes de semana que cada tarde harán cola para el check-in, buscando desesperadamente una sombra, impacientes porque la harbour master no acaba de llegar a la oficina.
“Mis capitanes” reirá ella en verano, como cada año, condescendiente, cuando el calor apriete y Preveza esté bañada en sudor, y en el olor penetrante de parrillas de souvlaki hasta más allá del atardecer, y las familias paseen por el muelle hasta altas horas, despacio, con un helado en la mano disfrutando del espectáculo de la parada de los barcos.
Esta tarde/noche es primavera en Preveza y no hay familias. De hecho no hay casi nadie en el paseo. Algunos turistas, pocos, sentados en las terrazas de las cafeterías, bebiendo ouzo, Aperol Spritz o freddo expresso. Algún grupo de chavales escapados del instituto que recorren el muelle arriba y abajo, sin saber muy bien qué hacer, ni a quién mirar. Pero todavía no hay suficientes turistas ni chavales, ni familias empujando carritos, para convertir Preveza en lo que es esta ciudad en verano, un maravilloso caos de gritos, de música, de olor a carne a la brasa, de vida. La gran fiesta de la orilla este del Jónico.
Este año hemos llegado aquí por el norte, como la primera vez. Desde Paxos, como aquel año del Sargantana desfallecido y sin baterías. Hemos llegado veleando, en una etapa interminable de casi once horas, con bordos continuos, virando y cambiando velas demasiadas veces. Hemos llegado muy tarde, demasiado tarde, demasiado cansados para una maniobra de atraque casi en la oscuridad. Por eso optamos por largar el ancla en la bahía, bajo una ligera llovizna. Habrá tiempo mañana para buscar el puerto.
Veinticuatro horas después, Lucía y yo escribimos este blog con un Aperol Spritz en la mano, después de la cena, sobre la bañera del Sargantana, atracados en el muelle. Las previsiones siguen dando agua y vientos incómodos hacia Lefkas e Itaca, nuestros próximos destinos. No nos importa, nos quedamos. Es una maravilla volver a vivir esta ciudad, un año más, aunque seamos los primeros de la fiesta.
Hoy hemos descubierto que, en mayo, Preveza también es una ciudad lánguida y sugerente, con una tranquilidad casi mágica, en la que los turistas pasean hablando en voz baja y la música chillout de las cafeterías llega a armonizar con el “clap, clap” de las olas que rompen contra el muelle. Teníamos claro que una travesía en Grecia no es lo mismo si no recalas en Preveza, pero ahora, además, sabemos que Preveza también es una ciudad donde hay que llegar cuando la fiesta no ha empezado.
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