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sábado, 14 de septiembre de 2024

Episodio 27. Lesvos. The neighbors (Los vecinos)

“Cease the violation immediately!”

Esta frase es el final de una larga parrafada que oyes por el VHF todos los días, a todas horas, cuando navegas cerca de la isla de Lesvos. Es la bronca del operador griego, con voz de “estoy hasta los güitos”, al barco turco que (según parece) ha invadido aguas territoriales griegas, violando el “derecho de paso inocente”. La primera vez que lo escuchas, te impresiona. Te imaginas a un barco de guerra griego preparando los cañones para disparar al intruso. Pero claro, no suenan cañonazos. Al poco rato escuchas otra vez la parrafada, se supone que a otro barco, quizás al mismo, a saber. Cuando la has oído unas cuantas veces acaba por resultar un tanto cómica, como de comedia de Monty Python.

En Lesvos te das cuente de lo compleja que sigue siendo la convivencia entre griegos y turcos. Una más de las relaciones tormentosas entre vecinos en este Mediterráneo. No es la más violenta, pero sí una de las más tensas. Aparentemente, los turcos disfrutan paseándose por el lado griego del estrecho pasillo que separa Lesvos de la costa turca. Se ignora si además les obsequian con una peineta a los guardacostas griegos. Pero queda más que claro que a los griegos estos jueguecitos les tocan bastante las gónadas. Y reaccionan como esas madres que amenazaban a sus churumbeles a voz en grito: “Mustafá, ¡te voy a dar con la zapatilla si me pisas lo fregao!”

Los turcos, callaos como putas, no dicen ni mu. Los imagino partiéndose de risa, tomándose unos cafés con aguardiente, mientras el pobre operador griego tiene que añadir una línea más en la casilla con epígrafe “Violaciones de aguas territoriales por los turcos” de su parte diario. Si le cabe, claro…

Dedico un rato a enterarme de los detalles sobre la bronca regional entre griegos y turcos. Como todo ese tipo de conflictos entre vecinos, un foráneo lo entiende entre poco y nada. La sucesión de afrentas, peleas, incidentes, acuerdos incumplidos y declaraciones altisonantes es confusa e interminable. Puedes elegir quiénes son los buenos y quiénes los malos, como en un partido de fútbol, pero te costaría explicar las razones.

La historia es compleja. Lo que ahora llamamos Grecia formó parte durante mucho tiempo del imperio otomano (y antes de otros imperios, no lo olvidemos). La independencia fue cruenta y bastante reciente, una guerra llena de masacres y de tragedias, con la intervención de todas las potencias de la época (como es habitual). El reparto de territorios tras la separación, bastante extraño. Y, como siempre, un popurrí de religiones, una sucesión de guerras regionales, intercambios masivos de población entre ambos países, muertos y más muertos. La miseria inevitable cuando los imperios colapsan.

Por simplificar: prácticamente todas las islas del Egeo se integraron en el estado griego, incluso las que están literalmente pegadas a la costa turca (como Lesvos, Chios, Rodos o Simi). Claramente a los negociadores turcos no les repartieron buenas cartas aquel día.

Para los turcos, Grecia y el Egeo debe ser un dolor de muelas que dura ya 200 años y genera una sucesión de broncas de difícil solución. Se supone que el acuerdo era que las islas iban a estar desmilitarizadas y, sin embargo, a día de hoy todas y cada una tienen su aeropuerto militar y/o su destacamento de soldados griegos. Los turcos, cabreados como monas. A cambio, los turcos mandan sistemáticamente pateras llenas de refugiados sirios hacia las costas de las islas griegas que tienen cerca.

Turquía y Grecia no son capaces ni de ponerse de acuerdo en los límites de las aguas territoriales, más ahora cuando se están descubriendo posibles yacimientos petrolíferos en las zonas limítrofes. Si no fuera porque ambos forman parte de la OTAN y Turquía sueña con integrarse en la UE, tendríamos bombardeos en el Egeo de vez en cuando.

Pero lo más estrambótico es que la isla de Lesvos, y en general las islas griegas del este del Egeo, están llenas de turcos. La marina Mitilene, donde pasamos dos noches, pertenece a una cadena de puertos deportivos turcos. La mayoría de los veleros y motoras atracados portan enseña roja con su media luna blanca. Parece irreal que oficialmente los dos estados estén casi en pie de guerra y sus gentes compartan sin muchos problemas las mesas de los restaurantes.

Lesvos ha sido una de esas islas famosas que queríamos visitar desde la primera vez que llegamos a Grecia. Famosa por muchas razones. Algunas, digamos, “positivas”, como su bosque petrificado, sus sitios arqueológicos o sus monasterios. Otras no tanto, como sus campos de refugiados. Es una isla muy grande y nos gustaría recorrer todo su perímetro, pero no tenemos tiempo. Este año nos limitaremos a su costa sureste y, sobre todo, a su capital, Mitilene. El año que viene intentaremos ver el resto.

La fortaleza de Mitilene asomándose al mar desde hace más de 600 años. Es uno de los castillos medievales más grandes y mejor conservados del Mediterráneo y el símbolo de la ciudad

La travesía hasta Mitilene desde la isla de Psará es tranquila y cómoda. Los vientos son favorables, del oeste, y nos permiten hacer casi todo el recorrido a vela. Planificamos una recalada intermedia al norte de Chios (Marmaro) y otra en la cala de Skala Loutron, ya en Lesvos.

También recalamos frente al famoso campo de refugiados de Moria donde viven los sirios que los turcos facturan en pateras hacia Lesvos, como regalos indeseados, desde hace más de una década. En realidad no es una parada intencionada sino la mejor alternativa que encontramos para pasar una noche al ancla antes de atracar en una marina de pago. Moria es un lugar un tanto sombrío, una sucesión de hileras de pequeñas casas blancas prefabricadas entre las que se divisa ropa tendida y grupos de chiquillos jugando. Quizá algo menos lúgubre de lo que esperas para un campo de refugiados, pero bastante triste por su significado como emblema de la gestión desastrosa de la inmigración ilegal hacia la Union Europea.

Lesvos es una isla muy interesante que todavía no podemos decir que conocemos y tiene una capital (Mitilene) que nos parece cómoda y agradable, aunque quizá algo impersonal. Visitamos su fortaleza y sus calles ruidosas y llenas de tráfico. Nos sorprende gratamente la marina privada de su puerto (Mitilene Marine), cómoda y muy agradable, precios asequibles y que podríamos considerar como un lugar de invernada para el Sargantana en el futuro.

No confraternizamos con nadie en Mitilene. Recalar en una marina privada no ayuda mucho a socializar y conocer gente. 

El viento vuelve a soplar del norte y nos permite velear de regreso hacia Chios y Oinousses, con la sensación de querer volver algún día. Y seguimos escuchando al operador griego que se desgañita con las “violaciones turcas”. Como cada día. Inasequible al desaliento.

Etapa entre Psarä y Chios, el 14 de septiembre
Fondeo en la bahía de Marmaro, al norte de la isla de Chios, una parada sin más para acortar el camino a Lesvos
Etapa entre Chios y el sur de Lesvos, día 15
En Lesvos hay dos golfos muy profundos, casi como mares interiores que se abren en su costa sur. Nos metemos en el de más al este (Geras). La entrada es estrecha, sinuosa y está plagada de escollos, alguno como éste marcados, pero la mayoría no
Llegamos a Skala Loutron con intención de abarloarnos en el muelle, que normalmente está semivacío. Pero hoy lo encontramos completamente ocupado por una flota de barcos de pesca. Fondeamos en la bahía. La discoteca que leímos en Navily que, los domingos de verano, pone música hasta las 4am sigue operativa. Y hoy es domingo...
Etapa entre Skala Loutron y Panagiouda, el día 16
Vamos a fondear cerca de Mitilene con la idea de llegar mañana a primera hora a la marina y así aprovechar más el día. Encontramos un sitio aceptable en la bocana del puerto de Panagiouda, al norte de la ciudad. Se ve desde aquí el campo de refugiados de Moria, lo que pone una nota triste a la tarde
Etapa entre Panagiouda y la marina de Mitilene el día 17
Entramos por la mañana prontito en la marina de Mitilene, que nos gusta mucho. No hay demasiados sitios libres, pero nos acomodan. Tendremos hasta lavadoras gratuitas
Una vez amarrados, nos vamos a callejear por la ciudad en dirección al puerto. Lo primero que llama la atención es el ruido y la cantidad de tráfico, en especial motos
El puerto de Mitilene nos recuerda al de Ermoupoli. Es un puerto incómodo para los barcos de recreo, con el muelle muy pegado al tráfico rodado. Al fondo se encuentra la famosa plaza Sappho, dedicada al poeta nacido aquí. Detrás de la plaza hay un barrio con mucha vida
Nos adentramos por las callejuelas detrás de la plaza Sappho y encontramos multitud de sitios pintorescos, restaurantes, locales y terrazas de ocio nocturno. Lesvos es la cuna del ouzo y la ciudad está repleta de mezzerias.
Recorremos la calle Ermou, la arteria comercial de la ciudad. Es peatonal, pero la atraviesan infinidad de calles que sí están abiertas al tráfico y por las que circulan sobre todo motos, muchas motos que cruzan esquivando a los peatones. Lo curioso de esta calle es que hasta el siglo VI era un canal navegable, el canal de Euripo, entre la tierra firme y la colina en la que se encuentra la fortaleza. En el extremo norte de este canal estaba el antiguo puerto, hoy reemplazado por el puerto al sur
En Ermou se mezclan tiendas de cadenas europeas (las menos) con negocios tradicionales, como esta carnicería
Nos llama la atención que haya también tantos locales cerrados
A unos metros al norte, la catedral de Agios Anastasios, con su particular torre decorada con elementos neogóticos
Y un poco más allá, en el lugar donde se ubicaba el mercado turco, se encuentran la mezquita de Yeni Tzami y el Tsarsi Hammam. El edificio de la mezquita está apenas mantenido y no se puede visitar, pero sí fotografiar desde la valla
El complejo de los baños turcos ha sido completamente restaurado. Está abierto al público y también se utiliza para eventos. Hoy la visita es gratis porque hay un par de exposiciones temporales.
Nuestro segundo día en Mitilene lo dedicamos a visitar el museo arqueológico y la fortaleza. Ayer era martes y estaban cerrados, como es habitual en Grecia.
Lo más llamativo del museo son los mosaicos de las casas romanas y griegas halladas en la isla y trasladados aquí para exhibirlos, después de un cuidadoso trabajo de restauración
Luis trata de leer los carteles en griego (aunque todo está también en inglés)
El castillo está en lo alto de la colina, rodeado de pinos. Por el exterior, la muralla llega hasta el mar. Su perímetro no es cómodo de pasear, por las cuestas y porque no hay aceras.
Hoy miércoles ya está abierto, así que entramos a visitarlo. Lo que tiene practicar pediendo las entradas en griego es que te dan el folleto… también en griego
El interior de la fortaleza es amplio y conserva, además de la muralla, algunas construcciomes. Era más bonito y prometedor visto ayer desde afuera
En el interior del recinto están realizando trabajos de restauración. No sólo no se pueden visitar los edificios en obras, sino que las cuadrillas y vehículos son ruidosos y molestos
Lo único que nos merece la pena es la cripta, que se puede visitar. Es muy grande e impresiona un poco
Los carteles indicativos dentro del recinto describen mayormente las obras de restauración llevadas a cabo en las murallas, por sectores, y apenas cuentan nada sobre la fortaleza. Una lástima, porque tiene una historia que merece la pena recordar. En la foto la muralla en dirección norte hacia el antiguo puerto
Y decimos adiós a la fortaleza desde su zona noreste que ya sirviera de campo de refugiados para los prisioneros y exiliados del desastre de la guerra greco-turca, hasta la ocupación alemana en 1941. De la iglesia y los edificios usados como viviendas no quedan vestigios.
Etapa completa Psará a Mitilene, dias 14 a 17 de septiembre



Miércoles, 18 de septiembre de 2024

viernes, 13 de septiembre de 2024

Episodio 26. Psará. The wild island (La isla salvaje)

Llegamos a Psará casi por casualidad. Una isla muy pequeña, al oeste de Chios, cerca de la costa de Turquía, que nunca hemos considerado como lugar de recalada en ninguna de nuestras travesías por el Egeo. Psará es uno de esos lugares en los que apenas reparas, pero que no te deja indiferente.

Llegando a Psará desde el norte por su costa oeste. Aunque se ve el pueblo y la iglesia en lo alto, el puerto está a la vuelta de la peninsulita que se adentra en el mar hacia el sur y que tenemos que rodear contra el viento y la mar.

Nuestro plan inicial era pasar desde Skyros a Lesvos en una sola jornada de navegación. Un objetivo poco realista incluso con una previsión de vientos bastante favorable. Desde el golfo de Kalamitsas, al sur de Skyros, Lesvos está al menos a 75 millas de Egeo puro y duro. Aun saliendo antes del alba, lo más probable es que hubiésemos acabado en algún fondeo nocturno y desconocido de cualquier cala de Lesvos. Mal asunto.

Aun así lo intentamos. Zarpamos a las cinco, con el cielo todavía oscuro y lleno de estrellas, pero no tardamos mucho en confirmar que la única alternativa viable es cambiar al sureste, hacia Psará, veinte millas más cerca. No quedará más remedio que navegar con viento y ola formada del través (en vez de en portantes) y eso en el Sargantana es sinónimo de meneo garantizado. Incómodo pero desgraciadamente habitual.

Pocas incidencias durante la navegación, casi toda a vela con trinqueta y mayor rizada, y con el barco saltando las olas como chiquillo en la playa. Dedicamos buena parte del tiempo a nuestra pelea diaria con el griego en Duolingo (vamos haciendo progresos). De cuando en cuando toca negociar cruces con otros barcos, sobre todo al atravesar la procesión de petroleros y cargueros que van y vienen del Bósforo. Alguno de los cruces bastante comprometido, porque no es fácil calcular la velocidad y las distancias cuando vas a vela, exigido y con condiciones cambiantes de viento.

A media tarde llegamos al puerto de Psará tras cinco millas finales duras, con viento de cara y olas rompientes sobre los escollos. La dársena es amplia (caben holgadamente al menos ocho o diez barcos transeúntes) y está bien protegida (aunque nos dicen que la película es muy distinta cuando sopla el meltemi). Hay sólo cuatro veleros amarrados.

Estamos de paso, sólo por una noche, y tratamos de aprovechar las pocas horas de luz que nos quedan para recorrer el pequeño pueblo de pescadores, sorprendentemente lleno de casas modernas, claramente para uso turístico. Pero a mediados de septiembre la temporada parece haber terminado y casi todas las ventanas están cerradas. Hay poco que ver en Psará. Playas de arena mejores de lo habitual, las dos o tres consabidas iglesias pintadas en blanco y azul y un puñado de restaurantes junto al puerto, la mayoría ya cerrados o funcionando a medio gas.

No tenemos la intención de quedarnos en Psará más que una noche, pero algo en esta isla nos llama la atención: la cantidad de referencias históricas a la independencia de Grecia. Y es que la historia de la isla es apasionante. Cuna del primer ministro griego después de la guerra de independencia (Konstantinos Kanaris), aquí ocurrió uno de los episodios más dramáticos de la contienda: la Masacre de Psará, una tragedia que inspiró poemas épicos y cuadros famosos, y contribuyó a que medio mundo se volcara en ayudar a los independentistas griegos en su lucha desigual contra los turcos.

En 1827 la mayoría de la población de la isla, acuartelada en la fortaleza de la ciudad frente al ejército turco, se inmoló detonando todos los explosivos de su arsenal cuando los atacantes entraban en el reducto, tras una resistencia numantina. Miles de muertos, casi todos los atacantes y defensores. La isla, que en tiempos contaba con más de 7.000 habitantes y la tercera flota de barcos de Grecia, nunca volvió a tener más de mil residentes.

Doscientos años después la capital de Psará está todavía plagada de imágenes, murales, monumentos y placas conmemorativas, como si los ecos del estruendo de la explosión del Mavri Rachi todavía resonasen en sus calles cuando el meltemi da una tregua.

Psará es una isla salvaje, pelada, parda, azotada sin piedad por el viento y llena de escollos batidos por las olas. Pero en esta tarde de septiembre las calles de su pequeño puerto transmiten una paz que parece irreal. Nos habla de la isla Claude, el patrón del Yagan, un velero francés. El único que queda en el muelle cuando nos vamos a la mañana siguiente. Un tipo interesante, un enamorado de Psará, que pasa muchas semanas cada año amarrado en este puerto. Casi un local. Un jovencito de ochenta años que sale muchas mañanas a faenar con los pescadores de Psará que le aceptan a bordo como a uno más.

Claude me da unos cuantos buenos consejos para fondear y visitar Chios y Lesvos. Conoce la zona, no en vano lleva veinticinco años viniendo aquí y viviendo estas islas como ningún otro navegante. Confío en que el Yagan y el Sargantana vuelvan a cruzar algún día sus derrotas.

Gracias Claude, τα λέμε. Nos veremos pronto en Psará.

El puerto, básicamente un puerto pesquero, se abre a los pies de la península de Paleokastro en cuyo extremo sur se levanta la colina Mavri Rachi, el descarnado peñón donde sus habitantes trataron sin éxito de resistir a los turcos, que arrasaron la isla en 1824
En la subida al Mavri Rachi desde el puerto se puede ver un molino, una estatua dedicada a la victoria, dos iglesias y, arriba del todo, un humilde obelisco al holocausto de 1824, con los nombres grabados de los 120 héroes psarianos se sacrificaron para intentar salvar a la población
Callejeamos por el pueblo, que nos llama la atención por sus bonitas casas, muchas de construcción reciente, y porque está limpio, ordenado y bien cuidado. Por todas partes se percibe la inversión en su mantenimiento, como los modernos contenedores de residuos de reciclaje o la wifi gratis en todo el pueblo. En la foto, la catedral de El Salvador, una colosal iglesia de 1770, cuya restauración en 1885 tras su destrucción durante el holocausto fue sufragada por los propios isleños.
En una plaza cerca del ayuntamiento han instalado un ajedrez gigante… con el tablero girado 90 grados
Como buen jugador de ajedrez, Luis no puede dejarlo así y entre los dos recolocamos las piezas. Una vecina nos mira con curiosidad desde su patio, pero no dice nada :)
En nuestro deambular subimos la escalera de 60 peldaños que lleva a la también enorme iglesia de Agios Nikolaos, aquella que veíamos en el punto más alto del pueblo cuando llegábamos desde el otro lado de la península. Sólo los miembros de la clase dirigente de Psará tenían derecho a subir esta escalera. El resto del pueblo tenía que utilizar los otros dos accesos
Agios Nikolaos fue construida en 1793 en honor del patrón de los marineros. Durante la destrucción de la isla en 1824 fue saqueada y arrasada. Cuando los habitantes de Psará que habían conseguido huir empezaron a regresar a su ciudad, 40 años después, reconstruyeron el templo con sus propias manos.
El complejo de la iglesia tuvo una gran importancia en la vida de la isla. Antes de la revolución de 1821, Psará era próspera, vivía de la pesca y del comercio y se autogestionaba. Los turcos no habían puesto un gobernador en la isla, sino que los psarianos elegían cada año a su autoridad local entre los ciudadanos más ricos, reunidos en Agios Nikolaos
En la plaza de la iglesia encontramos uno de los varios bustos que la ciudad ha dedicado a la memoria de los héroes psarianos de la revolución. Psará jugó un papel fundamental en la Guerra de la Independencia, si bien este papel le costó su destrucción
Las vistas desde la plaza de la iglesia son magníficas y dan idea de lo agreste y dura que es la isla, sin vegetación y sin otro asentamiento que este pueblo de 500 habitantes, aunque salpicada de iglesias y capillas (se cuentan 70 por toda la isla)
Desde lo alto se aprecian las dos vertientes de Psará: el puerto a un lado y la playa de Katos Gialos al otro
La playa de Katos Gialos hacia el sur, con el Paleokastro al fondo
Playa Katos Gialos vista hacia el norte, con la catedral al fondo
Etapa Skyros a Psará el 13 de septimbre
Detalle de la isla de Psará


Viernes, 13 de septiembre de 2024

sábado, 31 de agosto de 2024

Episodio 25. Skyros. Westbound (Rumbo al oeste)

Después de nuestra rocambolesca salida de Limni hemos sido capaces de tomar una de las boyas de Livaditis con las primeras luces del día, una vez pasada la tormenta.

De vuelta en la boya de Livaditis

La buena noticia es que estamos por fin "más o menos” seguros (sin motor la seguridad no es tanta) y aquí podemos esperar a que Lefteris venga a solucionar los nuevos problemas del motor (todo apunta a combustible sucio o aire en el circuito). La mala noticia es que Lefteris se ha ido de puente con su familia y nos tocará esperarle cuatro largos días.

Aprovechamos el tiempo para seguir poniendo a punto el Sargantana. En un barco el trabajo no se acaba nunca. Yo me ocupo de los winches
Los días pasan agradablemente en la boya. Podemos bañarnos y nadar en las aguas aún calientes, aunque la corriente del canal es bastante fuerte tambien aquí, cerca de la orilla. Y hay alguna medusa...
Una tarde las señoras que solían amarrarse a la boya para pescar la encuentran ocupada por nosotros. Nos piden echar un cabo a Sargantana. Una oportunidad para practicar griego (y lenguaje de gestos) pues la que ha vivido en Canadá tiene el inglés olvidado.
De noche sentimos bullicio en el agua: decenas de peces aguja a la captura de la cena rodean el barco

Finalmente llega Lefteris y confirma el origen de la avería. Cambia filtros, purga el circuito y hace que el motor ronronee otra vez. Nos da una master class de solución de problemas de suciedad del combustible (provocados por bacterias) y nos proporciona un biocida. Listos para zarpar (por enésima vez).

Otra foto de Lefteris hurgando en el motor. Esto empieza a ser habitual…
Cambio del filtro
Vamos hasta Limni para probar el arreglo y echar allí el biocida y el aditivo para el motor. Esta vez sí hay sitio y sí atracamos en el lado bueno del muelle

El plan de este otoño es cruzar el Egeo para visitar las islas de Chios y Lesvos y después volver a Livaditis por el sur del canal de Evia, recorriendo otra vez las Cícladas. Queremos aprovechar para recalar en islas que no llegamos a visitar durante nuestro periplo del año pasado por esa zona.

La primera etapa es muy repetida. El puerto de Oreoi, para abastecer el barco y completar temas pendientes. Recaladas en islas conocidas (Alonissos y Skiros). Y desde allí, saltar el Egeo.

Poco que reseñar en esta etapa. Cuatro días en Oreoi, un puerto que ya nos resulta casi tan cercano como Cartagena, con la agradable compañía (de nuevo) de nuestros amigos del Grand Cru 2 y el Meritxell. Bastantes tormentas y la ciudad ya sin turistas.


Navegación relajada por las Espóradas, con fondeos en Alonissos y en el sur de Skyros. Pocos barcos, ambiente parecido al que tanto nos gusta de la primavera del Egeo. Calas tranquilas, vientos frescos.

El Sargantana deja de darnos problemas. Apenas un enredo de un aparejo de pesca en la hélice. El motor parece fiable otra vez. Ya en septiembre dejamos de sufrir el calor extremo del verano griego. Volvemos a la normalidad.

Despues de explorar el fondeo de Panormos en Skopelos y no convencernos, seguimos hasta el golfo  de Vasilikos en Peristera, a donde llegamos con la luz justa para fondear. Somos algunos barcos pero muy espaciados. El atardecer es magnifico.
El siguiente fondeo es en la bahia de Kolimpada en Skyros, al sur del puerto de Linariá en el que estuvimos en junio. Sólo hay un barco en el centro de la cala y nos ubicamos lejos de él, aunque nos cuesta encontrar un parche de arena. Nos bañamos y nos vamos pronto a dormir para madrugar al dia siguiente. El cielo que nos espera es brutal, cuajado estrellas. Leo en mi app que aqui la contaminacion lumínica es tan sólo del 2%
La hélice ha venido haciendo cosas raras en el trayecto … Suena distinto y no se pliega suavemente al apagar el motor. En el fondeo de Skyros Luis la bucea y encuentra la causa: un cabo de pesca con su anzuelo y todo, que afortunadamente no le hace siquiera un rasguño
Etapa de Limni a Oreoi el 5 de septiembre
Etapa de Oreoi a Peristera el 11 de septiembre
Etapa de Peristeria a Skyros el 12 de septiembre


Jueves, 12 de septiembre de 2024