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lunes, 7 de abril de 2025

Capítulo 1. Flotar (Επιπλέω)

Flotar es el objetivo último, la obsesión, el equilibrio. Flotar es todo lo que anhelas cuando subes y bajas una y otra vez los catorce malditos peldaños de la escalera metálica que se apoya en la popa del Sargantana. Catorce peldaños para bajar al baño, para subir equipajes y bolsas del súper, de día o de noche, en el viento y el frío inesperado de un abril que los locales no cesan de maldecir: “Είναι χειμώνας πάλι!” ¡Otra vez invierno!

Catorce peldaños multiplicados por diez días de trabajo. Esa es la ecuación de la cuenta atrás para conseguir flotar de nuevo en Livaditis, en una isla de Evia que nos recibe con aguanieve en la carretera después de las consabidas treinta horas de avión, taxis y autobuses.

Xaris, el capo del varadero, nos saluda embutido en un chaquetón de camuflaje, con capucha y braga. Le bastaría un fusil para pasar perfectamente por un comando ucraniano en una trinchera del Dombás. Hoy no tiene programadas maniobras de entrada o de salida, quién en su sano juicio estaría en el agua en un día de perros como hoy.

Y el trabajo comienza. Sin descanso. Sin prisioneros. Hay mucho que hacer en esta cuenta atrás. Hay que instalar más paneles solares, un microondas nuevo, reparar los desconchones y arañazos en el casco que arrastramos desde nuestro incidente del otoño pasado. Hay que comprar e instalar una cadena nueva para el ancla, lijar la hélice, montar amortiguadores en los tambuchos. Tenemos que arreglar los problemas pendientes del motor. Como cada año…

Pero sobre todo hay que limpiar. Limpiar y recolocar todo en el interior. Montar la cabullería, revisar la jarcia, sacar las velas estibadas en sus sacos. Limpiar a fondo la arena y la sal que han dejado en el casco los temporales de un invierno duro, el más duro que recuerda Lefteris, nuestro mecánico de confianza.

Lefteris es ya cercano, como un médico de cabecera de los de antes, al que siempre recurrías, al que saludabas con un abrazo. El amigo que te hace siempre un hueco, aunque este maldito invierno haya descabalado su plan de trabajo y ahora lleguemos todos los clientes al mismo tiempo, como de costumbre con prisas y obsesionados por flotar. Un tipo entrañable, simpático como casi todos los griegos, competente como pocos. Nos dedica una mañana entera y nos deja listos para el combate.

Pasan los días en jornadas de trabajo interminable. El tiempo mejora y nuestro ánimo también. Luce un sol tibio y las noches son ya menos gélidas. Llegan nuestros amigos del Grand Cru.

La cuenta atrás continúa. Diez días, nueve, ocho… Y, como cada año, llega por fin el gran momento. Un Jueves Santo brumoso y sin viento en el que un Sargantana irreconocible, limpio y reparado, sube al remolque naranja desde el que Xaris y su padre, con su habitual maniobra de precisión, lo dejan deslizar suavemente hasta el agua. El Sargantana flota. Y nosotros flotamos con él.

Γεια σου πάλι, Ελλάδα. Hola de nuevo, Grecia.



Jueves, 17 de abril de 2025

martes, 29 de octubre de 2024

Epílogo. Mapa de la temporada 2024

Travesía de España a Grecia. Salimos el 15 de abril de Cartagena y llegamos a la isla de Othonoi, en el Jónico, el 11 de mayo 
Recorrido en Grecia desde el 11 de mayo, que llegamos a Othonoi, hasta el 3 de julio, que dejamos el barco en el varadero de Livaditis, en la isla de Evia, y volvemos en avión a pasar los dos meses de verano en España
Segunda parte de la temporada, desde la llegada al varadero de Livaditis el 26 de agosto hasta volver a dejar allí el barco y regresar a España el 29 de octubre
Mapa completo de la temporada


viernes, 18 de octubre de 2024

Episodio 34. Livaditis. BFN (Adiós por el momento)

Nos quedan once días para meternos en el avión que nos lleve de vuelta a Alicante. Bueno, en realidad a Luis. Yo cambiaré los planes sobre la marcha y en la escala en Milán cogeré un vuelo a Asturias. Pero esa es otra historia…

En estos doce días cruzaremos de nuevo el puente de Xalkida, fondearemos de nuevo en Nea Artaki, atracaremos de nuevo en Limni, pasaremos de nuevo la noche en la boya de Livaditis y de nuevo Sargantana se subirá al carro naranja de la familia Livas, aunque esta vez con más dificultades, por la fuerte corriente. 

Todo terreno conocido, con la única novedad de coincidir en gran parte del recorrido con nuestros amigosComo en el puente, que pasamos los tres veleros a las diez de una noche de luna llena, en fila de a uno, junto con tres o cuatro barcos de recreo más.

Nos vemos envueltos en el follón de algunos patrones que avanzan sus proas a destiempo, invadiendo la zona de paso, pues no parecen entender las instrucciones por radio en greco-inglés de que dos enormes cargueros han de cruzar delante de nosotros. Instrucciones que se convierten en gritos histéricos cuando el controlador del puente no da abasto para repetir los nombres de los impacientes, ordenarles que reculen y comprobar atónito que no obedecen. Algunos patrones de buena voluntad acercan su barco a los despistados para repetirles a voces las instrucciones y pasan automáticamente a engrosar la lista de infractores del controlador, que no sabe ya qué hacer.

Otros barcos han preferido esperar a levar el ancla hasta ver pasar al primer carguero y se convierten en obstáculos inesperados para los demás, que ya hemos iniciado nuestro acercamiento cauteloso a las inmediaciones del paso. Y entre gritos y movimientos espasmódicos de los veleros pasa el último carguero, al operador se le olvida recordarnos en qué secuencia hemos de entrar y nos precipitamos todos en cualquier orden.

Esta noche, cruzar al otro lado del puente y manejarse en la corriente es la parte fácil.

Los tres barcos españoles fondeamos a tientas en Nea Artaki, donde compartiremos paseo y comida al día siguiente.

Y de ahí a Limni del tirón. Parada técnica de un par de días en el puerto para empezar el desmontaje del barco, que continuaremos en tierra, ya subidos al “andamio” en el que Sargantana nos esperará pacientemente todo el invierno hasta la próxima primavera. “Ta leme, Sargantana!” Hasta la vista.

En Limni, por la parte interior del muelle (nunca mais) y detrás de la famosa gabarra
Vaciamos el diesel, lo filtramos y limpiamos el depósito, tarea que teníamos pendiente desde el incidente de final de agosto
Queda sólo un pequeño resto de "moco" que el antibacterias de septiembre no ha podido eliminar
Velas y capotas desinstaladas y guardadas dentro, camarote de popa desmontado para las actuaciones en el motor de esta primavera, ropa lavada, deshumidificadores, neveras, sistema de monitorización... Todo listo para el hibernaje.
Aquí se queda Sargantana y nosotros nos vamos con nuestras mochilas al hombro.
Nuestro vuelo es muy pronto, así que decidimos ir a dormir la última noche a Xalkida
Esto nos permite tener otra perspectiva del puente, que en tierra sí anuncia con antelación la "posible hora de apertura", información que a los barcos no nos dan y hemos de esperar preparados desde las 9 de la noche
La estación de tren

Etapa de Eretria al fondeo en Xalkida, paso del puente y fondeo en Nea Artaki (18 de octubre), a Limni (20 de octubre) y a Livaditis (22 de octubre)


Martes, 29 de octubre de 2024

martes, 15 de octubre de 2024

Episodio 33. Eretria. Broken dreams. (Sueños rotos)

Llegamos a Eretria. Tengo curiosidad por conocer la ciudad que fue destruida dos veces y de cuyas ruinas he oído hablar. Más, si cabe, después de descubrir en Psará que sus últimos moradores, exilados, se refugiaron en los restos de una Eretria abandonada hacía dieciocho siglos y refundaron la ciudad bajo el nombre de Nea Psará.


El Enjoy y el Area Secada han llegado el día antes. Fondeamos frente a la playa, al este del puerto. Hay muy pocos barcos, no hace falta apretujarse. Nuestros amigos no tienen interés en visitas turísticas, pues han estado aquí varias veces, así que sólo quedamos para cenar. El resto del tiempo vagabundeamos a nuestro aire, recorriendo la ciudad, el puerto y las playas, visitando el museo y las ruinas. Y haciendo un descubrimiento fascinante: la isla de los sueños.

La ciudad de Eretria es como un gran parque arqueológico. Sólo el complejo del teatro y un par de edificios, excavados y restaurados, están cerrados y son de pago. El resto de ruinas, la mayoría, se encuentran desperdigadas por la ciudad. Valladas y señalizadas algunas, esparcidas por los parques otras. Las pisas sin darte cuenta.

El teatro, el templo de Apolo Dafnéforo, él ágora, la acrópolis, la casa de los mosaicos.Los restos hablan del pasado remoto de Eretria, próspera ciudad de comerciantes y filósofos, alternativamente aliada y rival de Atenas, cuyo apoyo a las insurgencias contra los persas le valió su primera destrucción cuando Darío invadió Grecia. Más adelante fueron los romanos los que la arrasaron en el siglo I a.C. De este episodio no se recuperó.

La visita al museo arqueológico incluye también el acceso a los restos de la ciudad antigua excavados al pie de la acrópolis.
En el museo me hacen muchísima gracia varias piezas parecidas a ésta, del período arcaico y fabricación local. Son antefijas con cara de gorgona, que se colocaban en los tejados a la vez como elemento decorativo y para ahuyentar a los malos espíritus. Las gorgonas eran seres mitológicos con cabellos de serpiente y una mirada petrificante
Restos de la ciclópea puerta oeste de la ciudad antigua, que se construyó después de que la población fuera arrasada por los persas en el 490 a.C. Recorremos detenidamente todo el recinto del parque arqueológico, situado a los pies de la colina donde se ubicaba la acrópolis. Por alguna razón que desconocemos, al teatro no se puede entrar y nos conformamos con verlo desde la valla.
Casa de los mosaicos, también incluida en el precio del museo y que, como aquel, tiene los letreros explicativos en francés, pues es la Escuela Suiza de Arqueología Griega la que desde hace 50 años está realizando las excavaciones arqueológicas en Eretria
Ya fuera del recinto, enfrente del supermercado y de acceso libre, el templo de Apolo

Sin embargo otros restos que hablan de un pasado más reciente nos llaman poderosamente la atención.

Hay una formación natural en la costa este de la ciudad, un islote poblado de pinos, unido a tierra por un estrecho pasaje. No más de 6 hectáreas que se adentran en el mar y caen al agua en playas de aguas cristalinas y calas rocosas, con un pequeño puerto de lanchitas de pesca en uno de sus costados. Es Pezonisi, cuyo nombre significa literalmente "isla del pie".

Cuando la isla pasó a manos municipales en 1974, sus autoridades decidieron dar un impulso sustancial a la economía de la ciudad. Adjudicaron por concurso público la explotación de Pezonisi a una empresa, que construyó un gran complejo turístico al que llamó Nisi Oneiron (isla de los sueños). Bungalows, zonas comunes, un hotel, un restaurante con enormes cocinas, terrazas, comedores al aire libre, canchas de tenis. Hasta un mini golf y una ermita. El lugar pronto se convirtió en un destino turístico de referencia en toda Grecia, con el reclamo de la tranquilidad, el contacto con la naturaleza, el azul del Egeo y una ciudad histórica a sus espaldas.Y a sólo hora y media de Atenas en avión.

El cuento de hadas duró casi tres décadas. En 2008 un cambio de gobierno descubrió irregularidades en la adjudicación de la licencia de explotación y exigió su cierre. Hubo mil idas y venidas entre las autoridades locales y la correspondiente sociedad estatal, sin llegar a un acuerdo viable. Ni siquiera prosperó el intento de Lambros Angelopoulos, un empresario griego afincado en Estados Unidos, que ofreció una inversión millonaria para salvar el complejo. Tras años de burocracia infructuosa, acabó retirando la propuesta.

Eretria despertó de su sueño. La vegetación y el vandalismo acabaron convirtiendo la isla en un canto al abandono, el deterioro y la insalubridad. Fue campamento veraniego, refugio de indigentes, escenario de fiestas improvisadas y, sobre todo, lienzo de grafitis y pintadas murales.

Este invierno pasado un movimiento ciudadano decidió invertir tiempo y medios en limpiar de vegetación y adecentar el lugar. Sacaron toneladas de restos vegetales, escombros y objetos de todo tipo. El resultado sigue siendo un lugar fantasma, poblado de estructuras y esqueletos de hormigón pintados profusamente, pero sin basura y por el que es posible pasear.

Leí que las autoridades locales se proponen reflotar el lugar. La inversión debe de ser desorbitada, no sólo por el estado en que se encuentra, sino porque los gustos han cambiado. Este estilo de bungalows sencillos en mitad del pinar, sin vistas al mar, ya no vende.

Otra propuesta, más sostenible pero más millonaria si cabe, habla de renaturalizar la isla, demoliendo todas las construcciones salvo un par de edificios que se restaurarían para un uso singular.

Creo que tendremos sueños rotos para rato.

La isla de Pezonisi en una foto de Shutterstock
Para visitar Pezonisi vamos en dinghi hasta el pequeño puerto de la isla
Entrada al complejo Nisi Oneiron y comienzo de nuestro paseo por este sitio delirante
Hay 46 de estos pequeños "mpangkalóuz"
El hotel de 52 habitaciones
Aún queda parte de las instalaciones de las cocinas
El minigolf que me trae inmediatamente recuerdos de los veraneos de mi infancia en la costa española

Etapa de Aliveri a Eretria, el 15 de octubre


Jueves, 17 de octubre de 2024