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miércoles, 29 de julio de 2015

Día 5 (1). Menorca-Cerdeña. Incidencias nocturnas.

Son las tres y media de la mañana y tengo sueño, pero no quiero el relevo hasta por lo menos las 4. Es noche de luna llena y casi no se ven estrellas. El viento ha amainado casi hasta cero y rola continuamente haciendo bambolear y crujir la botavara. El mar está completamente plano, como si fuera de mercurio, y el Sargantana se desliza suave y sigiloso. No hace frío en absoluto. Por la popa, bajo el agua, dejamos una fantasmal estela de luces fosforescentes, supongo que medusas. Te quedas embobado mirándolas.

La guardia es monótona. Ni una luz el el horizonte. Nos quedan cien millas hasta Alghero. Decido pasar la mayor parte del tiempo en la cabina, leyendo. He conectado por WiFi mi tablet con el radar y puedo ver cualquier barco o cualquier obstáculo a muchas millas de distancia como destellos en la pantalla redonda, con solo levantar la vista del libro. Maravillas de la electrónica.



Todo tranquilo durante horas. Pero de repente aparece un eco en la pantalla. Algo se acerca por estribor, todavía bastante lejos. Dejo el libro y subo a cubierta. Por fin pasa algo.

El radar no miente. Veo una luz tenue que se nos aproxima por el través de estribor. Va a motor sin duda, veo la luz blanca. Probablemente un velero nocturno como nosotros. Ships in the night. Voy a la pantalla del AIS a comprobar sus datos. Cierto, el AIS me indica que es un velero, inglés, algo más grande que el Sargantana.

Estoy investigando si llevamos rumbo de colisión cuando ocurre algo extraño. Suena una alerta: "GPS lost". La pantalla se ha quedado en blanco. De repente, el tridata, que marca el rumbo, la sonda y el viento, ha dejado de funcionar. Las ruedas del timón da vueltas solas rápidamente. La pantalla del piloto también alerta de que ya no es capaz de mantener el rumbo. El barco gira en redondo y sin control.

El sueño y el ron con hielo no me dejan pensar con claridad. No hay peligro, puedo permitirme los pocos segundos que pasan hasta que por fin acabo por desconectar el piloto y recupero el control manual. Pero en medio del mar y de la noche no tienes referencias visuales y no es fácil decidir hacia dónde dirigir la proa. Finalmente utilizó la luz del velero inglés como referencia. Maniobro hasta que la luz vuelve a estar en mi través de estribor y respiro. Volvemos a navegar camino de Alghero. Todo está bajo control.

Me centro en la electrónica. Rearranco todo el sistema, el plotter, el tridata, el piloto, el radar.... La red vuelve a funcionar aunque mi tablet no puede ya conectarse. Lo dejo por imposible, puede que eso haya causado el problema, así que no insisto.

Vuelvo al velero inglés. Lo busco visualmente por estribor y por popa. No lo encuentro. Lo busco en el radar y en el AIS. Tampoco lo encuentro. No lo entiendo. No ha podido desaparecer tan rápido.

Decido que ya va siendo hora de despertar a Lucía. Le cuento la historia y se ríe. "Era un barco extraterrestre sin duda". No sé qué contestar.

Un beso y a dormir. La cama me abduce rápidamente.

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