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domingo, 25 de julio de 2021

Etapa 11: Preveza - Cefalonia. Capitanes intrépidos (1937)



Salimos de Preveza (de nuevo), hacia el Sur. Esta vez definitivamente. Nuestro objetivo es recoger a Eva y Juan Pedro, nuestros amigos Capitanes Intrépidos, que van a pasar una semana con nosotros y están volando a Cefalonia. El punto de encuentro es la cala de Atheras, en la costa Oeste de la isla. 


Dejamos Preveza algo tarde, sobre las 15:30. Es buena hora, justo cuando el térmico se arranca. Confiamos en poder velear hasta Lefkas y pasar en la apertura del puente de las 1700.

Confiamos en llegar a tiempo y que el puente abra, porque dos días antes… no abrió. En el regreso del golfo de Amvrakikos para arreglar las baterías, que relatábamos en la etapa anterior, nuestra primera intención había sido hacerlo en Lefkas. La llegada hasta la entrada al canal había sido tranquila y solo unos pocos barcos aguardábamos delante del impresionante bastión rodeado de espectaculares playas de arena blanca. 


Ju

Sabíamos (todos lo sabíamos) que el puente abre a las horas en punto. Pero ese día el “puentero” debía estar perezoso o no tuvo un compañero que le relevara para el almuerzo. El caso es que nos dijo por radio, tan tranquilo, que no iba a abrir hasta las 1400. Eso sí, hubo que preguntarle cuando, a las 1310, las tripulaciones de la media docena de veleros, cada una en su idioma, empezábamos a ponernos nervisos, los croatas del velero azul más que ninguno…  Ese día desistimos y preferimos volver a Preveza, valor seguro para nuestras necesidades de baterías, y que tan buenas experiencias nos guardaba. 

Y llegamos justo a tiempo. Es viernes por la tarde y el canal de Lefkas es una gran procesión de veleros de charter que van hacia la marina para el cambio de semana. Todos en fila de a uno, por su carril, como pasos de Semana Santa en este canal estrecho. Son muchos, probablemente más de 200, eso no augura mucha paz, la verdad. Nosotros vamos solos hacia el Sur, pero todos esos barcos harán la procesión Sur seguramente mañana. 


Me impresiona esta procesión por el canal, pero más me impresiona el tamaño de la Marina de Lefkas y el incesante entrar y salir de veleros y catamaranes, sobre todo catamaranes. El que ha de abandonar la fila para entrar en la marina tiene que calcular con antelación, y confiar en que ningún otro haya tenido la misma idea. Los veleros no tienen intermitentes como los coches, con lo que los demás han de adivinar tus intenciones cuando inicias la maniobra. 




Varios barcos intentan fondear en la bahía de entrada a la marina, lo que obliga a los que les rodean a hacer maniobras bruscas. La fila de ida y vuelta, tan ordenada, contrasta con el aparente caos de la marina y sus aledaños. Definitivamente, la presión del alquiler de veleros ha destrozado un entorno que, de otro modo, sería encantador. Una pena, pero no paramos a ver la ciudad, que a todas luces merece la pena, y salimos de allí huyendo rumbo al sur. Otro año confío en podamos llegar fuera de temporada y demorarnos en conocer la zona. 




El canal de Lefkas recuerda al Canal del Estacio (en La Manga), salvo porque aquí el puente para los coches no es levadizo, sino que se desplaza lateralmente. La diferencia es que el canal de paso para llegar al puente es muy largo, tiene más de tres millas. Impresiona cómo pudieron dragar tanta longitud durante la dominación romana. El canal convierte a la peninsula de Lefkada en una isla, aunque sea intermitentemente, cada hora en punto.


Poco que reseñar de esta etapa. Eso sí, nos hace conscientes de que al sur del canal estamos ya en el gran mar interior del Jónico, donde las islas míticas (Itaca, Cefalonia, Meganisi…). Un entorno que sobrecoge un poco por lo apretujado de las islas. De hecho, la sensación es algo claustrofóbica, como de navegar en un gran embalse, viendo siempre tierra por todas partes. Y barcos, muchos barcos.

Elegimos para pasar la noche en la cala que nos ha recomendado Ivana, del Krait, unas millas al sur del canal: Vathyavali. El vídeo de aguas turquesas que me manda anticipa un entorno único. Y así es. Una  docena de barcos, agua trasparente y tranquilidad. 

Tranquilidad que solo rompemos los tres barcos españoles. El Brío, que hace esta parte del viaje con el Krait, tiene problemas de motor y la tripulación del Krait se afana en ayudarles a solucionarlo. Cuando lo logran, la victoria hay que celebrarla. Cae una botella de “ouzo” griego en la bañera del Sargantana, que acoge a las tres tripulaciones bajo la luna de la noche mágica del Jónico.





A la mañana siguiente seguimos viaje hasta la bahía de Atheras. La costa oeste de Cefalonia no nos impresiona como otras islas, y vemos pocos abrigos y fondeaderos. Atheras es una playa vulgar, pequeña, atestada de coches y de turistas griegos pasando el sábado a remojo en grupos que hablan a gritos entre ellos. Es curioso cómo nos parecemos.  



En Atheras descubrimos las avispas. Acuden por decenas al barco. Luego entenderemos que las avispas son visitantes habituales de esta parte del Jónico, casi más que los veleros de charter. Cuando la playa se vacía y cae la tarde, las avispas nos dejan tranquilos, que pero empieza el “swell”. Mañana recogeremos a nuestros amigos y saldremos pitando a un fondeo más atractivo, en una isla menos inhóspita. 

Eva y Juan Pedro son nuestros queridos Capitanes Intrépidos. Nos conocemos y nos queremos desde hace más años de los que puedo recordar. Juntos hemos pasado momentos inolvidables en aquellos veleros de alquiler que nos vieron aprender a base de equivocarnos, hasta que ellos decidieron cambiar su destino y dejaron España por unos años. Era obligado volver a juntarnos en el mar. 






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