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martes, 6 de julio de 2021

Etapa 5: Milazzo - Rocella Ionica. El Padrino (2010)

Cartel de “El padrino”

Messina. El stretto. Uno de los hitos de este viaje. La leyenda milenaria de Scilla y Caribdis, los dos monstruos que hundían los barcos que se aventuraban a cruzarlo, con grandes remolinos a los que atraían con cantos de sirena. Ulises pidiendo a sus marineros que le atasen al palo tras tapar sus oídos y, después, loco de ira, suplicando a su gente que le desatasen al empezar a oír los cantos de sirena. Scilla...

Las corrientes de Messina. Cambian de sentido cuatro veces al día. Los locales las llaman montante (cuando va de Sur a Norte) y scendente (cuando va de Norte a Sur). Las provoca la diferencia de horario de las mareas entre el Tirreno y el Jónico, los dos mares que conecta. En combinación con los vientos (que también suelen arreciar en el estrecho), dan lugar a fenómenos muy curiosos: remolinos, cambios repentinos en la dirección de la corriente, olas rompientes y extrañas zonas de calma. Algo único.

Hoy nos levantamos temprano en Milazzo. El fondeo ha sido tranquilo (en contra de lo esperado) y queremos zarpar lo antes posible para entrar en Messina con corriente favorable.

Las indicaciones en las guías se refieren a las corrientes de Messina por su desfase con la pleamar y la bajamar en Gibraltar. Empezamos ayer a calcular, con el riesgo de volver a equivocarme, como aquel año en el estrecho de Gibraltar. Pero Luis siempre encuentra alternativas: la web correntidellostretto.it ofrece mapas e información detallada por horas y por zonas, que ayuda a planificar con garantías.

Mapa de corrientes en correntidellostretto.it

Madrugar nos permite llegar a la bocana del stretto sobre las 0900, muy poco después del máximo scendente. La entrada por el norte es absolutamente escénica. En un momento dado, la sucesión interminable de playas y villas de vacaciones que desfilan por estribor se detiene para dar paso a una torre de control y una gran antena.

Torre de comunicaciones estrecho de Messina

Hacia el sur se abre Messina en todo su esplendor azulado y brillante. Un pasillo estrecho de agua entre dos vertientes muy verdes. El paisaje es hipnótico y pone un poco los pelos de punta. La sensación es parecida a la de entrar en el Estrecho de Gibraltar por primera vez.


Entrada al Estrecho de Messina desde el norte


Lucía llegaba a Messina con la ansiedad nerviosa del "vaya usted a saber qué nos encontraremos, oiga", pero, en esta mañana luminosa de lunes, Scilla y Caribdis parecen todavía dormidos, o igual están de puente. 

El cruce de Messina es famoso por la dificultad de maniobrar en medio de un tráfico incesante de cargueros y transbordadores que se mueven caóticamente en una especie de autopista gigante. Pero hoy nosotros no encontramos prácticamente ningún barco, ni subiendo ni bajando.

Aquí no hay nadie. Es como la Gran Vía en "Abre los ojos". Y, como Eduardo Noriega, el Sargantana mete 50 grados a estribor y se lanza por el tobogán a más de nueve nudos, empujado por la corriente y por los 15 nudos de viento que entran repentinamente por la aleta. 

Seguimos solos, así que nos entretenemos buscando remolinos mientras bajamos por la margen derecha, la de Scilla. Sí, vemos alguna zona que parece de "agua hirviendo", un bullir de olas confusas que podrían dibujan algo parecido a un remolino. Cruzamos el DST (Dispostivo de Separación de Tráfico) en diagonal, sin obstáculos, solos en esta mañana tranquila de lunes.


El agua “hierve”


Continuamos bajando "a la francesa" (sólo con el génova arriba). A medida que ganamos sur perdemos algo de velocidad y acabamos teniendo que volver a poner motor. Ahora sí, hay que gestionar por fin un par de cruces con transbordadores, pero nada del otro mundo. Ponemos proa a la ciudad de Reggio Calabria, ya en la margen izquierda.


Cruce en el estrecho de Messina

Cruce en Messina


Otros barcos frecuentes en el estrecho son los de pesca de pez espada. Tienen un aspecto muy curioso: un mástil de más de 25 metros de alto, rematado en una cesta en la que se instalan los ojeadores, y un botalón también de un par de decenas de metros, en cuyo extremo viaja el arponero. Sólo nos cruzamos con uno a una milla y no tenemos la suerte de que cobre una pieza, pero verle faenar es una experiencia. 


Nuestro plan para esta etapa es pasar Messina y llegar a la marina de Rocella Ionica, en la costa de Calabria. Son muchas millas, necesitamos dos días, así que hemos planificado una recalada de una noche en la Marina Queen 88, en el puerto de Reggio Calabria. Tras muchos días sin tocar tierra, necesitamos repostar y abastecernos, y este es el primer puerto que encontramos en Italia con precios razonables. 

Entrada al puerto de Reggio Calabria

Pero, claro, todo tiene su precio. Queen 88 no es la Marina más bonita del mundo. Digamos que está bastante arriba en el ranking de puertos cutres y feos en los que hemos atracado. Es una dársena relativamente pequeña en la parte norte del puerto comercial, ocupada en su mayor parte por lanchas pequeñas y tres o cuatro barcas enormes de la "Guardia di Finanza" (los de aduanas). Un barracón de obra con una oficina minúscula, unos baños más que sospechosos, una caseta de carabinieri, una gasolinera (cerrada). Y ya.  

Sin embargo, lo peor de Marina Queen es la ola que se monta en la dársena cuando el viento sopla Norte (como es el caso), y que nos hace dar tumbos todo el día. Y la guinda del pastel: la vía del tren recorre el costado de la dársena por un paso elevado. El ruido periódico de los trenes pasando nos recuerda que hemos vuelto, por un día, al mundo civilizado y urbanita.

Vista del tren en Marina Queen 88

Lo que salva a esta marina de la peor puntuación en Navily es la amabilidad y eficacia de sus marineros, que no dudan en saltar al barco para ayudar con estachas de muertos y cabos de amarre si, como hoy, el fuerte viento dificulta tanto la maniobra. También improvisan una pasarela para Sargantana, pues las condiciones no permiten una proximidad segura al pantalán de hormigón.

Hemos llegado a las 1100, con tiempo suficiente para ir a comprar, preparar algún plato para los próximos días y darle un agua al barco. Localizamos en Google un COOP a 20 minutos andando y decidimos ejercitar las piernas. Así entendemos que la marina está dentro del complejo del puerto y no se puede salir sin recorrer todo el camino, hacia el sur, hasta la entrada de acceso a las instalaciones portuarias. Además, hay que subir una cuesta pronunciada para llegar a las primeras calles de la ciudad, que se me antoja sucia, fea y triste. Aquí no parecen haber descubierto aún los contenedores para las basuras y cada pocos metros se amontonan bolsas y desperdicios. 

El COOP tiene fruta, verdura y frescos a precios realmente buenos. Y, para mi contento, una sección sin gluten más o menos digna que me permite reponer panecillos y crackers. Cargamos cuatro bolsas y una mochila y las señoritas de atención al cliente nos piden un taxi, que nos lleva a velocidad de vértigo, recortando esquinas, sorteando peatones y con alguna dirección prohibida que otra, de vuelta al puerto. 



Claramente no es un puerto para repetir (salvo por necesidad), por mucho que se empeñe la guía Imray. Su autor, un tal Rod Heiskell, relata con todo detalle su entusiasmo por el puerto y la relación con un personaje peculiar: Saverio. 

Heiskell recomienda encarecidamente contactar al llegar al puerto con Saverio, el omeggiatore oficial. Pero es que Saverio (en realidad de profesión taxista) parece ser el factotum absoluto del puerto. El que manda. El que consigue para los navegantes transeúntes todo lo que puedan necesitar, sea transporte de ida y vuelta al supermercado, suministros de estraperlo "di tutta fiduzzia", una reserva en una "trattoria privata", o una bandeja de croissants recién hechos, entregados personalmente en el barco cada mañana. No me atrevo a imaginar qué más cosas puede conseguir Saverio.

Por fin, a media tarde,  Saverio se acerca a nuestro barco para hacer su "presentación oficial". Nos pilla en plena operación de limpiar y endulzar la cubierta y de poner al Sargantana presentable para siguientes etapas..

Saverio es un tipo simpático, bajito y con el rostro acerado del que claramente ha vivido mucho. Heiskell dice de él en su guía que "he probably does not belong to cosa nostra, but surely he knows some of them", y yo le creo

Se me acerca y me entrega pausadamente una tarjeta.

- Buona sera - Es su teléfono y una lista de sus servicios

- Buona sera - Contesto. Nos miramos durante un par de segundos sin hablar. 

Me pasa una fotocopia, casi ilegible, doblada en cuatro pliegues. Es un artículo/entrevista con Rod Heiskell en un diario local, con algunas frases resaltadas con rotulador amarillo.

Recorte de la historia de Saverio

Sono Saverio, e questa è la mia storia. 

Hablamos un rato en una mezcla curiosa de italiano e inglés. Le cuento lo que sé de él por la guía Imray. 

Se ríe.

- Io sono famoso, mister.

Aprovecha para reñirme por no haberle llamado para volver en taxi del supermercado COOP en el que hemos hecho una compra gigantesca (de alguna manera, ya se ha enterado). No sé muy bien qué decir.

- ¿Quante persone stasera in trattoria? - pregunta. 

Me las veo y me las deseo para convencerle de que no, de que mañana salimos pronto. No podemos (ni queremos) ir a cenar a esa trattoria

Me mira con esos mismos ojos entornados de Marlon Brando diciendo "I'm gonna make him an offer he can't refuse".

Fotograma de “El Padrino”

Y me siento un poco como Johnny Fontana ante la mirada imponente de Don Vito Corleone. Por suerte no hace ninguna mención a suministros de contrabando, ni a bandejas de croissants, porque a ver cómo le voy yo a explicar que en el Sargantana es un barco "gluten free" y los croissants tienen la entrada prohibida. Creo que me da por imposible. Alivio. 

Saverio coge del suelo las bolsas de basura que tengo apiladas en el pantalán, se da la vuelta y se marcha camino de la oficina, haciendo caso omiso de mis protestas (y agradecimientos). Me cae bien Saverio

Volvemos a tener el barco lleno hasta los topes de suministros imprescindibles. La bodega llena de vino. La nevera llena de cervezas frías. El Sargantana está listo para el segundo día de travesía de esta etapa.

Segundo día que nos conduce por el Mar Jónico, a lo largo de las costas de Calabria, camino de la marina de Rocella Ionica. Son 70 millas que nos llevarán unas 12 horas. Una vez fuera del estrecho el viento será mínimo, así que una buena parte de ellas serán a motor, como muchas en este viaje.



Desde el mar, en nuestra ruta hacia el sur, descubro que Reggio Calabria es realmente grande. Probablemente el puerto esté en el extrarradio y el centro sea más limpio bonito. No lo comprobaré, al menos en este viaje. 

Poco que reseñar sobre la costa calabresa. Una interminable playa y una sucesión de pequeños pueblos junto al mar. El ferrocarril discurre pegado a la línea de la costa, justo tras la playa, y eso le da un aspecto un tanto feo y desaliñado. Muchas chimeneas de industrias que parecen cerradas y abandonadas. Una costa recta y con pocas referencias.

Fábrica abandonada en la costa de Calabria


Lo más espectacular de este recorrido es el Etna. Nos acompaña durante millas como un inmenso decorado en la popa, rotundo, limpio, sin las nubes que normalmente lo velan. A nuestro regreso, visita obligada.
El Etna en nuestra popa

Nos dedicamos a la lectura y la escritura. Finalmente llegamos a Rocella sobre las 2000.

La maniobra de entrada a la marina es relativamente complicada (según las guías) por la gran cantidad de arena que aterra la bocana. Cierto, hay que seguir con precisión las marcas que publican las cartas y derroteros para no embarrancar. No hay problema. 

Marina Rocella Ionica

España juega hoy con Italia en la Eurocopa de Fútbol y trataremos de sintonizar la RAI para verlo desde el puerto. Los marineros nos reciben simpáticos y nos desean suerte en la partita. Pero eso ya es historia para otro día.

 

3 comentarios:

  1. Uyyy que yo os había abandonado a vuestra suerte jijiji, no os habîa vuelto a leer, he estado muy perezosa y tan pronto llego a cama quedo frita.
    Me ha encantado la historia de Saverio… es como en las pelis.
    Compraron cazos? Están brillantes…. Así cuidareis el barco…todo parece nuevo.
    Besotes

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  2. Muchas gracias por compartir tan lindo relato del viaje.
    Nos hizo recordar lugares y momentos por nosotros vividos cuándo tambien veniamos rumbo a Grecia.
    Una diferencia que tal vez debas investigar, es que nosotros paramos en marina Porto Bolaro.
    Marina muy chiquita, que creo ya la han ampliado, y justo al lado hay un supermercado inmenso.
    Esperamos con ansias tu proximo posting.

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