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viernes, 2 de julio de 2021

Etapa 3: Cerdeña - Sicilia. Memento (2000)

Fotograma de “Memento” (2000)


De nuevo un cambio de planes.

La verdad es que era de esperar. La planificación meticulosa de este viaje, que comenzamos en invierno, es eso, un ejercicio bonito y tentativo. Pero a la hora de la verdad, papel mojado. Era de esperar

Hoy saltamos a Sicilia, el último de los cruces con noche incluida, al menos en la ida. 

La idea inicial era recalar de nuevo en las islas Eólicas, al norte, como en 2016. Una etapa larga, de tres días y dos noches, con una recalada final en una marina en Lipari, un lugar que nos fascinó la última vez. 

Pero los vientos van a ser flojos todo el camino, y la idea de una nueva motorada de tres días seguidos no anima mucho. Además, España juega en la Eurocopa contra Suiza el viernes por la tarde, y quizá podríamos verlo en RAI1 si tratamos de fondear más cerca, en la zona de Palermo. Así que dicho y hecho, planeamos un salto en dos dias y una noche, y así llegar antes de las 1800 al fondeo.

Salimos muy pronto, a las 0500. El fondeo de Villasimius, que había sido una maravilla de calma la noche anterior, se convirtió a media noche en una batidora, porque Eolo decidió unilateralmente cambiar sus planes, él también, y rolar al SW. Sin más, deshacemos el fondeo y a navegar.

Cuando en un fondeo sin viento entra ola de swell (mar de fondo), por muy pequeña que sea, los veleros monocasco oscilan de un lado a otro como un columpio. Este es el caso, salvo porque la ola no tiene nada de pequeña. En el camarote de proa el balanceo es, sencillamente, insoportable. Nos despierta y no podemos sino levantarnos, aunque sean las cinco de la mañana… 

El madrugón merece la pena. Aún no ha amanecido, está rompiendo el alba y la luna brilla intensa como reivindicándose, porque le quedan pocos días para esconderse de nuestra vista. 

Capo Carbonara al alba


El mar está agitado, con eses ola característica del viento del día anterior. El amanecer nos encuentra rodeando el Capo Carbonara, entre el cabo y la Isola  dei Cavoli. La luna sigue ahí en lo alto, a nuestra popa, sobre el faro de la isla. A babor, las playas de la cara Este del cabo, donde los barcos duermen quietos. La previsión, una vez más, nos ha jugado una mala pasada y nos ha hecho escoger la cara del cabo equivocada.

   
Isola dei Cavoli desde el E
Claramente el tiempo ha cambiado. El cielo vuelve a estar limpio y el aire es fresco y seco. Muy poco viento y mar plana que cruzamos a motor hasta las 1900. Catorce horas de motor. Ya nos vale…

Hoy esto es el club de lectura del Sargantana. Cada uno de nosotros en su banco de la bañera, sumergido en su libro, y el piloto automático haciendo su trabajo. A las 1900 entra un Sur ligero a un descuartelar que nos permite, por fin, poner el Sargantana a velear. No son más de diez nudos, pero suficientes para deslizarnos a más de cinco nudos directos hacia la bahía de Mondello, junto a Palermo, que, a priori, parece un buen sitio para fondear

Ruta Cerdeña- Sicilia


Por la noche, ninguna incidencia. Mi guardia de lectura y podcasts en cubierta, casi sin cruces de barcos. Sigo de vez en cuando por el AIS a Ivana y Carlos que, en el Krait, parecen ir a motor a toda leche hacia Trapani, mucho más al sur que nosotros.

Doy el relevo a Luis a las 0330. Me había ido a la cama pronto pero, por alguna razón, tardé mucho en conciliar el sueño. Es posible que las cocacolas de la tarde, que a Luis le vinieron tan bien para su primera guardia, hayan tenido algo que ver :)  En la duermevela que precede al sueño, los movimientos de la proa me provocan ensoñaciones estrambóticas de toboganes, montañas rusas y pendientes sin fin. Siento además cosquillas por las manos y en mis sueños las noto hincharse. Me prometo reducir la sal (y las cocacolas).

Antes de acostarse Luis, recogemos el génova y hago mi guardia a motor. Noche tranquila en la que puedo ver tres o cuatro capítulos de la serie “Relatos con-fin-a-dos”, que no sé por qué no había descubierto antes. Pero la recompensa de esta segunda guardia llega con el alba y con un amanecer como todos, como ninguno. 

Amanacer en el salto de Cerdeña a Sicilia


Por la mañana seguimos nuestro andar suave y continuo hacia Mondello. La imagen de la costa de Sicilia al despertar, con sus colinas recortándose sobre la bruma y el azul, es visualmente impactante; me retrotrae a cinco años antes, y sufro amnesia anterógrada, como Leonard en la película Memento. Busco en este blog las entradas de Palermo y de las Eólicas. Sé dónde estoy. Estoy donde hace cinco años. Pero por un momento olvido lo que ha ocurrido en todo este tiempo, que ha pasado rápido como un suspiro…

Sicilia a la vista
Avistando Sicilia, arrío el pabellón sardo, pero dejo el de Italia. Es costumbre entre los navegantes honrar las aguas por la que navegan con una pequeña bandera, llamada pabellón, ondeando en estribor. Aunque sólo hayan sido unas horas, nos gusta lucir la enseña de Cerdeña, la “bandiera  dei quatro mori”, o “is cuatru morus” en sardo, con la cruz de San Jorge enmarcándolos. Para quien tenga curiosidad, la historia de la bandera de Cerdeña es muy entretenida de leer. Mezclando historia, tradición y fantasía, rememora los tiempos en que la isla formaba parte del reino de Aragón bajo el rey Pedro III, quien había ganado la batalla de Alcoraz con la ayuda milagrosa de San Jorge. 

Arriando el pabellón de Cerdeña



Sicilia nos recibe con sus impresionantes costas verticales de piedra. Es sobrecogedor. Hasta donde se pierde la vista la costa es así, abrupta, rocosa, desnuda. El Capo Gallo nos espera con su aspecto de fortaleza de otra época. 

Capo Gallo


Llegamos a la bahía de Mondello. Memento. Ya hemos estado aquí  A las 1630 bulle de lanchas, windsurfers y regatas de vela ligera. Resulta complicado encontrar un fondeo entre tanto jaleo. Veinte nudos de viento del NW con algo de ola. Según el parte, debería caer por la noche. 

Hemos llegado a Sicilia.

Fondear con 20 nudos. Bien por nosotros. Somos pocos barcos y muchos parches de arena, pero hay que sortear a los chavales, evitar la posidonia y alejarse de las boyas de las innumerables barquitas y gommoni, que dan tumbos violentos subiendo y bajando una ola despiadada. Los chavales de los láser lo encuentran mucho más divertido que nosotros y entrenan tácticas de regatas, sin importarles que, hoy, las boyas seamos móviles.

El viento tarda en amainar, pero acaba bajando al caer la tarde. Con el crepúsculo se encienden las luces, enmarcando la bahía. Destaca, en el centro, el llamativo edificio renacentista que en tiempos pasados fuera un balneario de veraneo para la alta sociedad de Palermo, y que tanto me impresionó en el viaje anterior. Memento. 


Bahía de Mondello desde el fondeo, por la tarde


Hoy no tenemos procesión, como hace cinco años, pero sí un swell espaciado un poco incómodo y, cómo no, ambientación musical al caer la noche. En estéreo: jazz al noroeste, reggaeton al sureste. 

El poco viento es suficientemente NW.

  Bahía de Mondello desde el fondeo, de noche


2 comentarios:

  1. Hola chicos, otra vez yo leyendo vuestro blog en cama, con la intención de pillar el sueño más rapido pero que va, no hay forma, me pongo a detallar las fotos ya que son fantásticas, a buscar en el diccionario las palabras que usáis, que seguro para un marinero son evidentes, pero para mi son chino y hoy hasta he buscado la historia de la banderita…. En fin que si sigo sin dormir es toda vuestra culpa. Buen viaje y seguid contando…es tan bonito e inigualable todo lo que contais del viaje…besotes desde A Coruña, nada que cambio el armario..aqui el verano se hace de rogar.

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  2. Gracias, amiga. Tenerte como lectora anima a seguir escribiendo. Un beso

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