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lunes, 17 de abril de 2023

Paros (Parikia). Bueno, vaya

Hoy nos vamos desde Naoussa a visitar Parikia, la capital de la isla. Si estuviéramos de vacaciones trataríamos de aprovechar el tiempo al máximo y cogeríamos un taxi. Pero no estamos de vacaciones sino viajando sin prisa, así que tenemos todo el tiempo del mundo para caminar hasta la parada, esperar la media hora que tarda en llegar el autobús y luego acomodarnos tranquilamente al horario de regreso. 

Calle de Parikia

En la isla de Paros ha habido históricamente dos puertos, Naoussa y Parikia. Naoussa es el puerto de pescadores, a Parikia llegan los ferries. Nos alegramos de haber elegido Naoussa para amarrar, es más cómodo, menos turístico y, sobre todo, más bonito que Parikia.

Terminal de ferries de Parikia. Se acaban las vacaciones para los cientos de turistas de Semana Santa que han venido desde el Pireo

El recorrido en el bus nos permite disfrutar del paisaje de la isla, más amable que otras Cícladas, menos montañosa, con cultivos y olivares. Paros es famosa por su mármol. Sobre todo lo fue en la Grecia clásica; de sus canteras salieron la Venus de Milo, la Victoria Alada de Samotracia o las cariátides del Erecterion de la acrópolis de Atenas. 

Callejeamos por el pueblo. Es Lunes de Pascua,  fiesta. Los museos están cerrados, las tiendas tienen echados los candados y la mitad de los bares aún no han abierto para la temporada. 

Una de las tres fuentes de mármol, en la calle del mercado, que el gobernador del s. XVII Nicolaos Mavrogenus mandó construir para modernizar la ciudad que le vio nacer

Lo más renombrado de Parikia es la iglesia bizantina de la Panagia Ekatontapiliani, conocida como la iglesia de las cien puertas. Cuenta la leyenda que sólo se pueden ver y usar 99. La última, la número 100, es una puerta secreta que sólo se abrirá el día en que Constantinopla vuelva a ser griega. 

La iglesia es, en realidad, un complejo de varios edificios, incluyendo el que alberga el museo bizantino, con un baptisterio que nos hubiera gustado ver. Entre que el museo está cerrado y en la iglesia  celebran un bautizo, lo cierto es que podemos disfrutar poco de la supuesta excepcionalidad del lugar. Luis se muere de vergüenza, pero yo me meto a ver la iglesia por una entrada lateral, en plena celebración bautismal.

Interior de la iglesia de la Panagia Ekatontapiliani

En el barrio del castillo nos topamos con San Constantino, una iglesia de cúpula azul (cómo no) que se encuentra en alto (cómo no) y domina el pueblo, con unas vistas espléndidas al puerto y la bahía. Está cerrada y una pareja se ha acoplado en su terraza a charlar por teléfono, impidiéndonos la foto de rigor. 

Iglesia de San Constantino

Soportales de la iglesia de San Constantino

Con el paseo por el barrio del castillo decidimos dar por visto el pueblo. Realmente no es un castillo como tal, sino un vecindario al que llaman así (“kastro”). Quedan pocos vestigios del que fuera el auténtico castillo veneciano de 1260, restos de una torre y algunos muros. No deja de ser llamativo que lo construyeran con materiales de otras edificaciones más antiguas, sin orden ni concierto. Es la primera vez que veo algo tan divertido. En la antigüedad también sabían cómo quedarse con el personal. 

La torre del castillo veneciano construido sobre un antiguo templo de Atenea 






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