Pasamos el puente de Río - Antirio y ya podemos decir que estamos en el Jónico. Enorme y espectacular, uno de los puentes atirantados más grandes del mundo, es como un gran pórtico de entrada al Jónico a la altura de la ciudad de Patras. Su construcción tiene una historia curiosa. Fue inagurado al paso de la antorcha olímpica de Atenas 2004 y es un orgullo para la ingeniería griega por la cantidad de problemas técnicos que tuvieron que solucionar: mucha profundidad del canal, vientos violentos e incluso terremotos, porque casi toda Grecia es una zona de mucha actividad sísmica. De hecho, las pilonas se apoyan en el fondo (en vez de clavarse) para darle flexibilidad a la estructura.
El paso del puente tiene la peculiaridad de que hay que llamar por radio para que la oficina de control de tráfico te asigne el ojo por el que debes pasar en función de la altura del barco. La verdad es que el algoritmo no parece muy sofisticado: por lo que oímos, los barcos de más de 20 metros de alto pasan por el ojo central y los más pequeños por los laterales. Pero supongo que si se da el caso de un cruce simultáneo de varios barcos, y en caso de temporal, mejor que haya un guardia de tráfico ordenando el asunto a golpe de silbato, que las carga el diablo
Vamos, que la puerta del Jónico viene a ser para nosotros como la puerta del Imaginarium y a nosotros nos hacen entran por la puerta de los pequeñajos.
Como niños dentro del Imaginarium, nuestra trayectoria en el Jónico se hace errática y caprichosa. Tenemos mucho tiempo, más de un mes antes del cruce hacia Sicilia, y ya conocemos de otros años algunos de los puertos y fondeos “obligatorios” de esta zona. Planeamos nuestro recorrido diario en función de los vientos de cada día, o de la necesidad de ir al supermercado o la lavandería. Al no tener prisa, ni una trayectoria marcada, nos dedicamos sobre todo a navegar a vela.
Volvemos a perdernos en la multitud de veleros con todo el trapo al viento, llenando el gran estanque que delimitan el continente y las islas de Meganisi, Lefkada, Ítaca y Cefalonia. Casi como un campo de regatas, una delicia para la vista comparada con las flotillas a palo seco del Argosarónico.
Nuestra entrada al Jónico comienza por Mesologgi, una zona de marismas de lo más curioso.
Fondeamos en la playa de Oxia, con agua no muy transparente pero tranquila y mucho espacio libre, muy recomendable.
Un par de veces echamos el ancla en la playa de Mytikas, enfrente de la isla de Kalamos, al norte, muy amplia y protegida, perfecta para refugiarnos de algún día en el que el viento y el swell entraron desde el sur.
Casas de Mytika, justo en el cabo que da entrada al pasillo que separa la costa de la isla de Kalamos.
El puerto de Mytika. A continuación del puerto comienza una playa larguísima en la que caben innumerables embarcaciones. No está en las rutas turísticas y hay pocos barcos, aunque es un fondeadero razonablemente protegido
También fondeamos, cabo a tierra, en la magnífica isla de Atokos, en su cala sur (Cliff Bay), con el agua más azul y transparente que recordamos, además de una pareja de jabalíes curiosos retozando en la playa.
Recalamos en Palairos, un puerto pequeñito, barato y muy agradable, al norte, otra vez en el continente.
Volvemos otra vez a Vathy (Ítaca) para lavandería y logística, y un par de noches a la bahía de Abelike en la isla de Meganisi. También en Vathyavali, de camino al puente levadizo de Lefkada. Sitios que ya conocemos y que encontramos algo más tranquilos que lo que esperábamos para estar ya en plena temporada alta.
Bahía de Vathi. Celebran una boda en la iglesita del Lazareto y uno de los barcos turísticos hace viajes para llevar y luego traer a los invitados y a los novios
Fondeo en Meganisi, en una bahía entre Atherinós y Abelaki que está muy poco concurrida a diferencia de sus vecinas
La tranquilidad del fondeo la rompe la música del chiringuito. Hay maquinaria pesada y signos de estar construyendo, pero hoy es domingo
Pocos puertos, casi todo fondeos, muy tranquilos y con etapas muy cortas. En el Jónico hemos vuelto a la sensación de calor húmedo y un poco pegajoso, cielos neblinosos y viento más bien escaso (solo térmico por la tardes) que ya vivimos hace dos años, aunque este 2023 la temperatura es, en general, mucho más tolerable y está lejos de los cuarenta y tantos grados que llegaron entonces a romper los stocks de las fábricas de hielo.
Atokos looks lovely!!!!
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