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viernes, 7 de agosto de 2015

Día 14 - Arbatax - Porto Corallo. Un Mayday en Cerdeña.

Salimos tarde de Arbatax. La etapa de hoy es corta, unas 30 millas hasta Porto Corallo. El día es claro, como casi cada día, y con poco viento. Otra jornada más para costear sin esfuerzo y leer tranquilamente. El plan es llegar hasta Porto Corallo y fondear o atracar en el puerto.




Nos entretenemos gran parte del día en seguir la gestión larguísima de una llamada de socorro de un velero francés, el Eclair, que aparentemente ha pasado la noche en el puerto de Arbatax. Sobre el mediodía el Eclair anuncia en inglés, por el canal de socorro, que tiene una vía de agua. Están achicando con las bombas manuales y la situación "is not under control". Muy elegante, tono pausado aunque claramente estresado, inglés muy claro, si bien un poco entrecortado, y un leve acento francés.

Al otro lado, Circomare responde, aunque es evidente que el operador no es precisamente Shakespeare. Se pasa minutos y minutos preguntando una y mil veces los datos de referencia: que cuál es su posición,  que de dónde vienen, que a dónde van, que cuántos son los tripulantes (tres adultos y un "small dog"), el color del barco... Entre las dificultades de comunicación por radio y el inglés macarrónico del operador, todo recuerda al "Encanna" de Martes y Trece. Nosotros, y probablemente toda la flota, estamos a la escucha... 

A todo esto el francés, con voz ya más aburrida que alarmada, dice que han parado el motor y que ya no entra agua, y que la situación está ya "under control". Pueden seguir a vela, pero no hay viento, así  que no se mueven. Que qué hacen...

El operador a estas alturas ya no se entera de nada (porca miseria). Llama a un colega que, este sí, habla inglés. Pero claro, es el nuevo, y tiene que preguntar todo otra vez: posición, tamaño del barco, color, lo del perro, que de dónde vienen, que a dónde van. Claramente son colegas de mis amigos los aduaneros de Alghero, de los que disfrutan rellenando formularios. Los de la flota seguimos a la escucha... ¡¡Por Dios!! ¡¡Que salven ya a ese perro!!

Finalmente, cuando se le acaban las casillas del impreso, el operador les informa de que les envían un barco de remolque (ya podía haberlo hecho antes) y que tardará una dos horas.  Todos tragamos saliva...

El pobre francés dice que tienen velas, pero que no se mueven. Lógico, no hay viento. Notamos ya en el francés una  voz temblorosa, algo como la del "¿pero hay alguien más?" del chiste de Eugenio.

El italiano les pide que reporten posición y estado cada "treinta minuti". El francés a estas alturas debería estar ya llamando a su embajada para pedir apoyo de algún portaaviones, o lo que sea, que esté por el Mediterráneo. Da igual dónde, seguro que llega antes.

Nosotros seguimos hacia el sur y después de comer avistamos por fin Porto Corallo. Hay un buen fondeo cerca de la bocana, así que consideramos quedarnos fuera. En cualquier caso entramos a echar un vistazo y comprobamos que es un puerto pequeño, con yates, motoras y unos pocos pesqueros, todos mezclados. No parece haber ninguna tienda ni restaurante dentro del puerto. Definitivamente, mejor quedarse fuera y disfrutar de un fondeo en solitario.




Bajo en la neumática a buscar provisiones. Nos vendrían bien hielo y pan, después de haber fondeado ya la noche anterior. Explorando más allá del puerto encuentro un camping no demasiado lejos, con una tienda que vende de todo, hielo incluido.

Esta noche volvemos a unos tagliatelle con salsa arrabiata y berberechos, y uno de los pocos riojas que nos quedan. Hay que pensar en volver a casa....


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