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domingo, 2 de agosto de 2015

Día 9. Capo Testa - Porto Liscia. Llegamos a La Maddalena.

Amanece un día fantástico después de una noche ligeramente movida. El NW siguió soplando gran parte de la noche pero la mañana volvió a ser tranquila y soleada.

Hoy el plan es llegar cerca de la entrada del Parque Nacional de La Maddalena. Pero antes necesitamos suministros. sobre todo gasoil. Desde el repostaje en Sóller prácticamente hemos ido a motor todo el tiempo, incluyendo los dos días seguidos del cruce. Queda un cuarto de depósito, pero no conviene apurar.

Antes de zarpar tenemos la ocasión de nadar con los miles de peces de esta cala. Más bonita debajo del agua que sobre el agua. Hoy es domingo y estos turistas están un poco zumbados. Ya hay bastante gente en la playa antes de las ocho de la mañana.



La mejor opción es el puerto de Santa Teresa Gallura, a pocas millas. El puerto es muy curioso. Un largo y estrechísimo fiordo abierto al Norte desde el que salen los ferries para cruzar a Ajaccio, en Córcega.




Llegamos a la bocana sobre la una. Entramos hasta el final del puerto para echarle un vistazo. Poco interesante. Una urbanización a kilómetro y medio del puerto. Los pantalanes muy angostos. Es difícil incluso darse la vuelta por lo estrecha que es la calle principal.

Después de repostar nos dejan amarrar en un pantalán de cortesía, ya fuera de la bocana, junto al atraque del ferry. 




Atraque complicado porque el viento nos aconcha y hay que maniobrar bien para no dañar el barco.

Yo estoy en proa mientras Lucía va acercando el barco al pantalán. Estoy concentrado en la maniobra, colocando defensas. Cuando ya estamos a pocos centímetros me dispongo a saltar a tierra y empujar el barco para que el impacto sea mínimo. Y en ese momento, la estupidez. Al intentar saltar mi pié se engancha con la escota. Caigo por la borda sin poder poner pie en tierra y el instinto me hace aferrarme al guardamancebos, el cable de acero que hace el papel de barandilla del barco. La situación pudo ser grave, el barco era llevado por el viento hacia el pantalán y pudo aplastarme, pero en este caso hubo suerte, estaba muy a proa y tuve espacio suficiente. No sé muy bien como lo hice pero conseguí poner el pie en cubierta y volver a subir al barco.

Lucía estaba ya allí intentando ayudar. No pasó nada en absoluto excepto un par de rozaduras en los brazos. Pero me queda claro que un accidente grave se puede producir en cualquier momento, por trivial y estúpido que parezca.

Repuesto de la casi caída, me acerco al puerto en busca de algunos víveres. Es domingo y las pocas tiendas del puerto están cerradas. Me indican un supermercado en el pueblo a "cinque o dieci minuti, esagerando". Los minutos en Cerdeña tienen bastante más de 60 segundos. Tardo más de media hora por un camino cuesta arriba bajo el sol del mediodía. La recompensa es un supermercado grande y bien abastecido. Excepto de hielo, como ya es habitual. Lo consigo en el puerto.

Después de eso poco que reseñar. Buscamos una buen sitio en el que fondear justo en la entrada del Parque. Nos decidimos por Porto Liscia, una cala muy amplia con playas de arena.

Nos sorprende el número de barcos grandes fondeados. Dos veleros descomunales, uno sloop, otro ketch. Y un yate con aspecto militar, con un helicóptero de gran tamaño en cubierta. Claramente entramos en el dominio de los megayates. Seguro que no son los últimos...








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