Igual que Icíar Bollaín fantasea con El Sur en la película de Víctor Erice, seguimos esperando que esta costa casi rectilínea del este de Cerdeña acabe por abrirse al oeste y lleguemos, por fin, después de tantos días, al Sur.
Hoy salimos de Puerto Corallo de buena mañana, con viento que nos acompañará casi todo el día. Suave y mantenido del este por la mañana, muy ligero al mediodía, duro por la tarde, ya en el Golfo de Cagliari.
Hasta el paso de la Isola dei Cavoli, en la esquina sudeste de la isla, poco que reseñar. Nada distinto de los últimos tres días. Sol, tranquilidad, lectura.
Más allá del paso se abre el amplio Golfo de Cagliari, y el viento aumenta hasta caso 20 nudos. De repente vuelve la multitud de barcos de todo tipo, casi como en el norte de la isla, las calas abarrotadas, el estar muy pendiente de no llevarte a alguien (o que se te lleven) por delante.
Decidimos ir a fondear a la Cala di Pula, en la parte oeste de la Bahía de Cagliari. La cala es la mejor opción que tenemos para pasar la noche. La ciudad de Cagliari no parece demasiado atractiva y tratar de ir más lejos no nos garantizaría un fondeo al que llegar de día. Así que, volando, en una ceñida a 6 nudos, con una hora final a motor y contra el viento, llegamos a la cala con la última luz del crepúsculo, justo a tiempo para una cena en cubierta. No somos los últimos: el Dufour mellizo de Sargantana que conocimos en la cala de Santa Reparata llega dos minutos después de nosotros. Distingo decenas de barcos fondeados, pero no hay problemas de espacio. Ya estamos en El Sur.
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