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martes, 11 de agosto de 2015

Día 18. Carloforte. Preparando el regreso.

Carloforte es totalmente distinto a Alghero. Un pueblo pequeñito en la Isola de San Pietro, al suroeste de Cerdeña. Da la sensación de vivir exclusivamente del turismo. Tiene un puerto grande pero exclusivamente ocupado por yates de recreo y una gran cantidad de ferries que entran y salen continuamente llevando peIr a tu lista de blogsrsonas y vehículos.

Cuando recalas en un puerto tu percepción del lugar se ve muy limitada. Salvo que alquiles un coche, poco puedes ver más allá de unos cientos de metros alrededor del muelle. 


Afortunadamente en esos lugares la vida transcurre sobre todo ahí, como en el caso de Carloforte. Un gran paseo con árboles donde se suceden restaurantes y tiendas. Todo el pueblo está formado por casas bajas de dos alturas que hacia el interior se elevan en calles estrechas, muchas de ellas con largas escaleras.


A diferencia de Alghero, con un ambiente medieval y muy catalán, Carloforte es claramente Italia y del sur, con nonnas sentadas tomando el fresco en las plazas y casas de película neorrealista. Está mucho más colapsada por los turistas de lo que vimos Alghero, con parecido número de gelaterias, menos tiendas de souvenirs y muchas más pizzerias a 7 euros. El conjunto apabulla un poco, sobre todo por el "paseo maritimo", pero se hace agradable en cuanto te pierdes por las callejuelas semi vacías.


Hoy hacemos poca cosa. Primero intendencia, porque necesitamos reponer casi de todo en las despensas. Paseamos por el pueblo. Hacemos alguna pequeña reparación, aunque últimamente el Sargantana ha sufrido pocos rasguños. Nos tumbamos a la sombra a leer y escribir. Hago mi habitual expedición para buscar hielo, en este caso resuelta razonablemente bien porque, aunque no hay ningún sitio que venda cubitos de hielo, sí hay una pescheria que vende botellas de agua congelada. Supongo que es la opción sencilla no teniendo una fábrica de hielo cerca.



Esta noche hemos quedado con Lola y Alberto, del "Capitán Teach", y Jordi, que les acompaña de vuelta en su travesía a Grecia. Han recalado en otra marina de Carloforte, también esperando una ventana de meteo propicia, y van camino de Benalmádena, su puerto base.

Conozco a Alberto, o más bien a su seudónimo "Capitán Teach", desde hace años por el foro de La Taberna del Puerto y sobre todo por su blog (desdelapopa.blogspot.com) que relata sus travesías y en el que claramente se inspira éste. Aunque él no lo sepa, he aprendido mucho de él, y no sólo de navegación. Me gusta su enfoque vital, la manera en que ha buscado y ha conseguido compatibilizar una profesión liberal (la arquitectura) con la pasión de navegar. Y me gusta que haya decidido contarlo, y servirnos de referente a mí y seguro que a muchos otros a los que ni siquiera conoce.

Cenamos en una pizzería cercana con Lola, Alberto y Jordi y hablamos de barcos, y de travesías, y de Ítaca, y Vulcano, y Lípari. Y de la vida. Esa que pasa demasiado rápido y que hay que exprimir a tope, como se caza una escota en ceñida. Esa que pasa sin que nos demos cuenta porque vamos demasiado deprisa, estamos demasiado ocupados y somos demasiado estúpidos

Termina la cena y quedamos en sincronizar la salida, a primera hora de la mañana. No es probable que podamos hacer juntos todo el camino. Su barco tiene más eslora y sobre todo tienen mucha más urgencia en llegar. Quizá podamos vernos en Es Trenc. Por si acaso, hasta otra Lola, Alberto, Jordi.  Buena travesía y que el Cabo de Gata sea benévolo esta vez. Seguro que nos vemos.

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