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domingo, 14 de mayo de 2023

Aliki. Volviendo al oeste

Salimos de nuestro semiencierro de Amorgos camino del oeste. Nuestro siguiente objetivo es la isla de Siros, justo al otro lado de las Cícladas, completando un bucle más en una trayectoria que ya tiene un punto de caótica, con tanta ida y tanta vuelta.

El viento continúa siendo fresco y del norte, pero ya más asequible que en los últimos días, y esperamos que el oleaje furioso del norte de Amorgos haya cedido un poco. Confirmado. El día es soleado y perfecto para velear, con trinqueta y toda la mayor arriba, en un descuartelar al límite del rizo. Es el viento que más gusta al Sargantana, con el que corre salvaje y feliz, saltando olas como un potrillo.


Trinqueta arriba


No tenemos claro adónde ir exactamente. Siros está demasiado lejos para llegar en una única singladura y nos pasamos la mañana trazando posibles rutas y evaluando recaladas. Lo más importante es repostar agua. Llevamos demasiados días sin entrar a puerto y estamos casi secos. Decidimos ir a probar Kalantosal sur de Naxos, que en las guías parece un pequeño puerto en medio de la nada, probablemente un refugio de barcos de pesca reconvertido en marina.

Exactamente lo que es. Hoy es domingo a primera hora de la tarde y en el puerto de Kalantos no hay un alma. No vemos barcos, sólo cuatro o cinco barquillas de pescadores y un velero fondeado afuera, en la pequeña ensenada junto a la playa, justo antes de la bocana. A lo lejos se pueden ver algunas casas blancas desperdigadas por la falda de la montaña. 

Los grifos funcionan y decidimos que quizá no merece la pena quedarse aquí. Podemos llenar depósitos y buscar un fondeo más agradable.

Nos ponemos a ello. A los pocos minutos vemos cómo aparece un cochecito verde, un tanto desvencijado, del que se baja Vassilis, el capitán de este puerto solitario, que nos mira con ojos desconsolados cuando le decimos que le pagamos el agua pero que no nos quedamos. Aprovecha para colocarnos un queso de cabra artesano que hace él mismo en su granja y se va para su casa, probablemente a continuar la siesta de la que le habíamos sacado.

Viendo el partido en el camino


Reanudamos nuestro camino, aprovechando el magnífico descuartelar que por fin nos ha regalado el Egeo, hasta nuestro punto de recalada. Fondeamos junto al puerto de Aliki, en el sur de la isla de Paros. Una buena y tranquila playa de arena donde apetece quedarse un par de días, ya a tope de agua y a cubierto del pertinaz norte.Y lo mejor: un lugar en el que la temperatura del mar ya no está en niveles propios de pingüino y donde cabe intentar el primer bañito en condiciones de esta temporada.

Vista del pueblo de Aliki desde el puerto

Pulpo secando al sol en uno de los restaurantes del puerto


Terraza al borde del agua en el puerto


Pequeño rincón de amarre para lanchas en el puerto, donde es fácil dejar el dinghy


La curiosa ancla sumergida a la entrada del amarre de las lanchas




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