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miércoles, 17 de mayo de 2023

Ermoupoli. Mármoles y buganvillas

Ermoupoli. En griego “la ciudad de Hermes”, el dios del comercio de los antiguos griegos, el heraldo de los dioses, de las fronteras y los viajeros que las cruzan. El dios de la astucia, del engaño, de los ladrones y de los mentirosos. El que guía a las almas en el inframundo de Hades.

Ermoupoli, capital de la isla de Siros y por extensión de todas las Cícladas. Una ciudad brillante que nos aparece repentinamente por la amura de estribor, como una visión, cuando costeamos Siros por el sur en nuestro camino desde Antiparos. Una ciudad distinta a las otras que hemos visitado en el Egeo, cosmopolita, de contrastes, calles de mármol blanco y buganvillas en flor. De cafés elegantes en plazas tranquilas, a pocos metros de calles bulliciosas. tiendas y tráfico incesante.

Fachada en la calle Protopapadaki


Una de las calles que bajan al puerto

Calle Protopapadaki

Café Megaron, en la calle Protopapadaki


Un enorme puerto que alberga uno de los mayores astilleros de Grecia, casi metido en la ciudad, con ruido incesante de grúas y maquinaria. Ferries entrando y saliendo a toda velocidad. Barcos de pesca e incluso petroleros cargando y descargando combustible para distribuirlo por las islas cercanas. Una especie de maremagnum pero que de alguna forma parece tener una cierta armonía, quizá la de miles de años de práctica.

Vista de Ermoupoli con las dos colinas y el astillero

Llegamos a Ermoupoli para comprar, claro, es lo suyo en la ciudad del comercio. Llevamos ya muchos días fondeando en islas pequeñas, con apenas alguna tiendita de suministros básicos, y necesitamos un supermercado. Además, tenemos que buscar una ferretería náutica para conseguir repuestos con los que resolver varios problemas pendientes en el Sargantana, en especial uno que nos lleva de cabeza desde hace ya muchos días. El calentador de agua tiene una pérdida que nos acaba llenando la sentina.

Parece que este es el año de los problemas de fontanería en el Sargantana. En este caso creemos que es envejecimiento de alguna de las juntas de estanqueidad del calentador. Encontrar repuestos es casi imposible en las Cícladas, pero Ermoupoli tiene una tienda de suministros náuticos en la que quizá podamos encontrar lo que necesitamos

Al llegar al puerto tenemos que decidir dónde amarrar. Una alternativa es el muelle municipal de la zona norte, junto a la zona comercial y el centro de la ciudad. A priori, lo obvio. Pero hay dos cosas que no nos gustan. La primera que los amarres están literalmente tomados por las terrazas de los restaurantes, que plantan sus mesas al borde del muelle, casi en la popa de los barcos. Y la segunda, que la ola que provocan los ferries en sus continuas entradas y salidas sacude a los barcos amarrados haciéndolos chocar contra el muelle o entre sí.

Puerto municipal en la ciudad, con las popas en las terrazas de los restaurantes


La alternativa es una marina semiabandonada en la parte sur de la bahía. Un lugar desolado y un poco sórdido, entre ruinas de antiguas fábricas, de muelles desastrados con norays y argollas oxidados y polvorientos. Mucho más tranquilo que el muelle municipal, pero bastante lejano del centro. Parece ser usado por los locales para sus barquitas de recreo y de pesca, pero no tiene agua, electricidad o alguna mínima instalación.


Marina sur, medio abandonada. Al fondo se pueden ver los restos de una antigua fábrica


Sin embargo la marina tiene algunas ventajas. Está muy cerca de los grandes supermercados y sobre todo de la tienda de suministros náuticos que necesitamos. Y es gratis. Vamos a echar un vistazo y nos convence lo suficiente como para quedarnos al menos una o dos noches y ver qué tal se duerme allí. Eso sí, tenemos que atracar pegados al muelle exterior, con muchas amarras de protección para que el Sargantana no se empotre contra la pared con el oleaje que a veces se forma en el puerto.

Sargantana en el muelle exterior de la marina sur

Trayendo combustible de la gasolinera que está a la entrada de la marina


Pasamos cuatro días en Ermoupoli. Muchas compras y mucho bricolaje, pero también aprovechamos para recorrer la ciudad. No tenemos agua en el puerto y por eso no podemos ponernos con el calentador. Lo dejaremos para la próxima recalada, en la isla de Tinos.

De paseo por la ciudad


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