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martes, 2 de agosto de 2016

Día 11. Lípari - Panarea. La isla de Eolo

Tras escapar de los Cíclopes, Ulises llegó a Eolia, la morada de Eolo.


Eolia era una isla que flotaba y que tenía a su alrededor una costa de bronce indestructible. Una roca lisa apuntando hacia el cielo. En su morada, Eolo albergaba a sus doce hijos, seis hijas y seis hijos. Los griegos llamaban a esta isla La Isla Redonda, Estrongulé, y los romanos, Strómboli.

Hoy queremos ir a Strómboli, a unas treinta millas de Lípari y, si es posible, fondear allí y acercarnos a su volcán, que entra en erupción cada 15 minutos y escupe lava y piedra pómez incandescente.

Empezamos el día en Lípari con una buena noticia. Hemos encontrado por fin un mecánico para hacer el cambio pendiente de aceite y filtros. Cierto, no es de un servicio oficial Volvo, pero nos lo ha recomendado el chico del pontile, y el tema urge.

Lo cierto es que la pinta del amigo es de foto. En bañador y chancletas, enjuto y con gafas de culo de vaso, coleta y kipá de lana multicolor. Lleva sus herramientas en una bolsa de plástico de supermercado y nos espera en el pantalán junto al barco mirándonos con una sonrisa de oreja a oreja. Alea jacta est. From lost to the river.

Pero comprobamos que el aspecto engaña. Resulta ser un profesional competente y resuelve el asunto en un pis pas. Al final, la operación, repuestos incluidos, nos ha costado una tercera parte que en la Volvo de Cartagena.

Y a las 11 estamos ya en el mar, con el barco arreglado y limpio y la compra hecha, camino de Stromboli.

Nos hemos levantado pronto, cosa que aquí en Sicilia es fácil por lo temprano que amanece y por lo madrugadores que son nuestros vecinos allí donde nos encontremos. Recojo y limpio el barco mientras Luis va a hacer los papeles de entrada en puerto y paga el amarre. Nos vamos al pueblo a comprar. Ayer en nuestro paseo habíamos visto un gran supermercado justo al comienzo de la calle principal. Es una delicia de cantidad y variedad, y me gustaría no tener el tiempo tan justo. A la vuelta, enfrente de nuestro pontile, una tienda de productos locales se me hace irresistible. Vino, aceites, legumbres a granel, como la delicada lenteja rosa, alcaparras a la sal, especias,... Compro algo de fruta y corro a reunirme con Luis, no sin antes sacar una foto de nuestro pontile, en el que Sargantana, allí al fondo, es el barco más pequeño, entre catamaranes y gigantescos yates con tripulación. 

 

Como no podía ser de otra manera, el viento acompaña en nuestra visita a la isla de Eolo. 15 nudos por la aleta de babor nos hacen volar en rumbo directo a la costa oriental se Strómboli, hacia el pueblo de San Bartolomeo. Es el único sitio en toda la isla habitado y donde se puede fondear.

 

Llegamos mucho antes de lo previsto y nos encontramos con una enorme flota de barcos de "The Yatch Week" fondeados junto al puerto. No hay boyas y el fondeo es muy profundo. El  viento es fuerte y no está claro como evolucionará. No hay opción de quedarse, así que optamos por dar la vuelta a la isla, ir a ver el volcán un rato y buscar otra isla para dormir.

 

Nos da envidia Ulises. Él permaneció en Eolia, banqueteando con Eolo y su familia, durante un mes. Al llegar el momento de partir, Eolo, señor de todos los vientos, despellejó un toro, encerró los vientos en su piel y se los dió a Ulises como regalo de despedida. Después, hizo que soplara un viento suave para asegurar su vuelta hacia Ítaca.

Pero cuenta la leyenda que la tripulación empezó a murmurar sobre el contenido real del saco. Y al noveno día, a escondidas, lo abrieron. Los vientos escaparon formando una gran tormenta que les arrastró mar adentro, lejos de la ya cercana Ítaca.

Nosotros no podemos desembarcar en Eolia ni encontrarnos con Eolo, pero sí ver el volcán desde el mar, muy cerca, con sus penachos de humo. Y éste es el punto más lejano al que llegaremos en esta travesía. Longitud 15ºE. 
 

Eolo no nos regala un saco con todos los vientos, pero sí un viento suave de aleta que nos permite llegar a la isla vecina, Panarea, a tiempo de coger una boya y cenar.

 




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