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jueves, 11 de agosto de 2016

Día 20: Porto Giunco - Capo Spartivento. Solos de nuevo.

El día se levanta con viento. El plan es navegar hacia el Este, hacia Teulada, y repostar allí en preparación para el salto de vuelta a Mallorca. No es un recorrido largo, simplemente cruzar la amplia bahía de Cagliari hasta el cabo Spartivento y entrar en la bahía. Estamos perezosos esta mañana y nos lleva más tiempo del debido arranchar el barco.
En ello estamos cuando llegan Marcel y Stan en su neumática para decirnos que han decidido no moverse de Porto Giunco. El parte da viento duro del NW y no están muy por la labor. Además, Stan y Thijs vuelan de vuelta a Holanda desde Cagliari al día siguiente y desde Porto Giunco hay mejor transporte hacia el aeropuerto.
Así que toca separarse. Han sido cinco días de compartir, de esas camaraderías marineras que tanto nos enganchan. No son imposibles en tierra, pero algo en el mar hace que los marineros, bueno, casi todos ellos, se busquen, se asocien y se hermanen de inmediato como si fueran, de hecho, familia. Nos mantendremos en contacto y con suerte podremos coincidir para ese arroz caldero que tenemos pendiente.
Finalmente salimos ya pasadas las 12, no sin una apresurada visita final de nuestros camaradas con su última lata de sopa de guisantes, a modo de regalo de despedida, que aceptamos a cambio de una botella de Licor 43 para sus futuros asiáticos. 
A la complicación de la meteo se añade que tenemos que correr para llegar de día. No es un gran problema atracar de noche, pero tenemos muchos preparativos pendientes para la travesía (dar un manguerazo al barco, repostar, comprar) y hoy será difícil avanzar algo.
El viento es seco y duro. Hemos montado trinqueta y dos rizos y al llegar al primer cabo ya bregamos contra 25 nudos. Afortunadamente no hay que hacer bordos, pero hay que saltar una ola incómoda.
A lo largo de la jornada tenemos de todo. Es un día de locos. El viento se hace más asequible por la mañana, hasta llegar a parar por completo antes de rolar a sur. Después sube de nuevo, luego baja otra vez. Pasamos todo el día montando y desmontando velas, trimando y ajustando rumbos. Divertido, pero agotador.
Al atardecer hemos llegado al otro lado de la bahía. Un repentino cambio de viento nos pilla con casi 30 nudos y todo el trapo arriba y corremos a buscar refugio para arriar. El viento se encañona en los valles.
Llamamos al puerto de Teulada y nos dicen que están completos. No es de extrañar, con este día muchos de los barcos que habitualmente fondean han debido buscar mejor refugio. Uno de esos momentos de incertidumbre que acabas teniendo casi cada día. Tenemos que buscar fondeo rápidamente.
Et voilà. A los pocos minutos aparece en la proa una bonita playa con una isla, bastante protegida. Son la Isola Giudeo y la playa del mismo nombre. Hay un par de veleros ya fondeados. Nos queda suficiente luz para echar el ancla sin prisas y cenar en condiciones.
El plan cambia. Ya no pararemos a repostar en Teulada, sino que iremos a pasar la siguiente noche a Carloforte, puerto familiar y al que siempre querremos volver.
 

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