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lunes, 1 de agosto de 2016

Día 10: Cefalú - Lípari. Circe, la hechicera.

"Volvieron a la mar, contentos de librarse de la muerte, pero llorando a sus compañeros. Llegaron a la isla donde vivía Circe, la de los hermosos bucles, la terrible diosa con voz humana"



Ulises encuentra la casa de piedra de Circe en un lugar descubierto, por donde erraban, transformados en lobos y leones, los hombres que la diosa había embrujado. Circe les ofrece un vino en el que había batido queso, harina y miel verde. Y su droga. Todos, salvo el desconfiado Eurílico, quedan al instante convertidos en cerdos.

Tras muchas vicisitudes, y por medio de una hierba proporcionada por Hermes, el mensajero de los dioses, Ulises y sus muchachos se salvan, abandonan la cochiquera, y hasta acaban enrollándose con Circe, a la que es evidente que le iba la marcha. El libro es infantil así que no se dan detalles, pero se adivinan... Son todo alegorías.

Por eso hoy hemos decidido saltar directamente a las Eolias, buscando a Circe. Y ponemos rumbo directo a Lípari, en dirección al paso de Las Bocas de Vulcano. Hemos reservado un amarre a unos prohibitivos 100 euros por noche en La Buona Fonda, un pontile de Lipari. El nombre promete, sin duda, aunque ya veremos. Es caro, pero qué menos por un palacio. Y más si es el de Circe

Antes bajamos a Cefalú a ver el pueblo. Muy temprano, no son ni las ocho, pero las calles ya están en plena actividad. Capuchinos con pastel frente a la catedral, que entramos a ver brevemente. Visita al supermercado y a la pescheria donde un pescador con delantal convierte en trozos un enorme pez espada. Paseo por las calles medievales y abigarradas de Cefalú.

 

La catedral está en un alto. Es prominente desde el mar y domina la vista de la bahía hacia el oeste. Es extaña, medio reconstruida. Conserva un enorme mosaico bizantino con un Cristo Pantrocrator. No visitamos el claustro, que es de pago.

 

Nos asomamos a unos baños medievales y disfrutamos de la vista de las estrechas calles de balcones con toldos de rayas multicolor. 

  

Hay múltiples pasadizos y arcadas que dan paso a balcones sobre la escollera, desde los que se ven la playa y el mar (y nuestro Sargantana anclado al fondo de la bahía). Aquí también se improvisan terrazas y mesas en cualquier rincón. 

 

El paseo por el pueblo es una delicia, salvo por lo caótico de la circulación. Se alternan los camioncitos de recogida de basuras y las furgonetas de reparto, que aprovisionan bares y decenas de tiendecitas de productos locales. 

Dejamos la ciudad vieja por el paseo de la playa, que ya está concurrida a estas horas, y hacemos la compra en un súper de la zona nueva, quizá un poco lejos, pero no hay riesgo de que se derrita el hielo en el trayecto: simplemente no venden giaccio en ningún sitio.

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A las1100 zarpamos. La travesía es agradable, mitad a vela y mitad a motor, porque el viento escasea.

Pero, como nos pasa a menudo, las cuentas no salen y no vamos a llegar de día. En el paso de Las Bocas de Vulcano quitamos vela ya con poca luz y rodeados de ferries que cruzan nuestra estela en ambas direcciones. 


Y por fin llegamos, ya en noche cerrada, a Lípari. Nos impresiona la llegada. Lípari es grandiosa de noche. Murallas llenas de luces colgadas sobre una bahía muy oscura.

El puerto nos sorprende. El pontile es una maravilla y toda la familia que lleva el negocio sale al completo a recibirnos y a ayudarnos a atracar. Nos colocan hasta unos peldaños para subir y bajar del barco. Buenas instalaciones. Los 100 euros parecen una buena inversión. Y, después de todo, ¿no es éste el palacio de Circe?

Nos duchamos y salimos a cenar por calles luminosas, de músicas, bullicios y olores. Cenamos pescado y casatta en una taberna escondida en un callejón estrecho y oscuro, con mesas alineadas y camareros vestidos de negro. Pedimos vino blanco, de la isla, hecho con malvasía.

Y yo no puedo sino recordar el vino de Circe, sin duda  malvasía, y la busco en la multitud de las calles de Lípari, y en las puertas de los bares donde a menudo convierten a los hombres en leones, o más frecuentemente en cerdos...

 



 


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