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domingo, 8 de mayo de 2022

2022 - 4ª etapa: Trapani - Gozo (Malta). El halcón maltés (1941)



Lunes, 9 de mayo


Parece que por fin amanece un día luminoso y primaveral. El fondeadero de Trapani, uno de nuestros favoritos de siempre, es hoy un estanque, solo perturbado a ratos por la ola de los ferries que van y vuelven, ya de buena mañana, a Favignana, al resto de las islas Égadas y, probablemente, a la costa continental.

Fondeo en Trapani, en Sicilia

A esta hora nos acompañan únicamente dos veleros franceses que viajan juntos. Un pequeño ketch y el trimarán más raro que haya visto nunca, una especie de “velero con ruedines” que debe de venir muy bien para que no se te caiga el niño al suelo cuando le cambias los pañales mientras navegas. 

Trimarán francés

 
Digo esto porque los ocupantes son parejas muy jóvenes, con bebés que lloran y muchos niños que juegan en cubierta. Aunque están muy cerca, la verdad es que no molestan. Mientras desmonto la trinqueta y pongo en orden la cubierta, que dejamos bastante de mala manera ayer cuando echamos el ancla ya de noche, me entretengo en observar sus idas y venidas en neumática, transbordando churumbeles y biberones de acá para allá. 

Hemos visto bastantes de estos veleros, en configuración “hippies con bebés”, a veces con perro como equipamiento opcional y son, inevitablemente, franceses. 

Y no sólo esa. Hay otras configuraciones inequívocamente nacionales, como por ejemplo la versión “flotilla holandesa”, que se compone de grupito de veleros llenos de tíos espigaos, chaquetón Helly Hansen, aunque haga sol, y chaleco bien calado hasta con viento cero. Siempre muy juntitos, veleros y espigaos, como si fueran el Ajax de Amsterdam.

O la versión “velero azul marino”, inevitablemente ingleses. Con nombres siempre compuestos (tipo “Wuthering Heights of the Seven Seas” o “Tangerine Dreams of the Drunken Sailor”). Los que ponen bola de fondeo hasta cuando paran a echar gasoil. Normalmente, pareja de abuelitos en la que él, probablemente, fue oficial en la Navy y va por su segunda vuelta al mundo.

O los alemanes, que siempre verás en el lugar central de la cala, cerveza en mano, vigilando atentamente el fondeo de la flota, independientemente de que hayan llegado los primeros o los últimos. Normalmente en configuración “señor gordito con bigote o barba que no se ha echado suficiente crema solar”.

Y, por supuesto, los polacos. Indefectiblemente españoles o italianos “disfrazaos”. Heterodoxos, ruidosos, frecuentemente insoportables, casi siempre simpáticos. Si son de la subvariante ítala, con equipamiento de serie consistente en bambina en biquini tumbada en la proa (a lo suyo) y bambino lánguido recostado en cubierta (también a lo suyo). Y si son spagnolos, pues eso, nosotros…

Uf, me pierdo en la disgresión. Vuelvo a Trapani

Hoy toca etapa “llana”.  A las 1130 salimos rumbo a Malta, el Sargantana perfectamente ordenado y a son de mar. 

Salida de Trapani


Seguimos teniendo, igual que ayer, visitas de pájaros de distintos tipos. Otra curiosidad, porque nunca habíamos tenido tantos aspirantes a polizones. No soy ornitólogo, así que no me atrevo a aventurar la “marca y modelo”, pero los vimos de todos los colores y tamaños, y en general bastante sociables. Alguno se subió al Sargantana muy lejos, a más de 20 millas de la costa, y no bajó hasta avistar tierra, así que suponemos que tuvieron problemas de orientación por los vientos fuertes.



Yo tampoco soy ornitóloga, pero no hace falta mucha ciencia para saber que ninguno de los que nos visita es un halcón ni, por supuesto, maltés. Son aviones,  mosquiteros y uno de pecho amarillo que podría ser un carbonero. En cualquier caso, son bienvenidos, siempre y cuando no revoloteen cerca de mí:  me pone muy nerviosa y suelto grititos que luego Luis se encarga de reflejar en el blog con muchas vocales seguidas.

y 

El primer día tenemos viento de popa, con los restos de la borrasca generando tremendos cúmulo-nimbos que descargan sobre las montañas de Sicilia. Navegamos muy rápido, sólo con génova, hasta última hora de la tarde, cuando el viento pierde fuelle y nos condena al aburrimiento del motor el resto de la jornada. 


Navegando solo con génova y grandes nubes de tormenta

La noche la ameniza el espectáculo de los cargueros cruzando en dirección NE-SW y viceversa, en rumbos similares al nuestro, lo que hace de Sargantana una lagartija en la senda de los elefantes, tomando precauciones para no ser pisoteada por uno de ellos.


Monitorizando cargueros en OpenPlotter


Martes 10 de mayo


Hoy llegamos a Malta. Son casi las cinco de la tarde cuando la costa de la isla de Gozo empieza a dibujarse de forma distinguible en nuestra proa. Es el primer destino no conocido de este viaje y nos puede la ansiedad anticipatoria. 


Con luz de tarde, avistamos el extremo NE de la isla de Gozo


Por fin de la borrasca solo quedan coletazos, dejando cielos azules y un sol que ya es de verano. La luz se refleja en la roca caliza de una forma especial, casi mágica. La costa de Gozo es espectacular, con acantilados altos y claros frente al sol de tarde. 

La costa sur de la isla de Gozo en dirección SE



Después de muchas horas de motor, disfrutamos por fin de un NE vigoroso que nos desliza por un mar sin olas. Queremos arriar velas en el lugar donde se encontraba la Azure Window, el colosal puente natural, famoso escenario de la boda de Daenerys en Juego de Tronos, que se derrumbó en 2017, pero que no ha dejado de ser lugar sagrado de peregrinación turística. Lo cierto es que no se ve nada: un aviso en Navionics de que el nuevo fondo no está perfilado en las cartas y es peligroso acercarse demasiado es lo único que queda de uno de los iconos mediáticos de los últimos tiempos y uno de los símbolos nacionales Malta.


Entrada a la cala Dwejra


Fondeamos en la conocida Crystal Lagoon, en la pequeña isla de Comino, entre Gozo y la isla de Malta. Llegamos con apenas luz y buscamos una zona de arena sin rocas para tirar el ancla con seguridad, junto a las grandes paredes de piedra. El contraste entre rocas y arena en el agua clara, en un fondeadero desierto, le dan un aire fantasmagórico. 

 

Aguas cristalinas y fondo de arena y rocas en la Crystal Lagoon

 
Estamos solos. Sólo dos veleros más comparten fondeadero, si bien ellos bastante alejados de la línea de costa. En la piscina que forma la erosión de la roca caliza no entra nada de viento. El agua sólo se agita ligeramente, a intervalos, con el rescoldo de la ola lejana que generan los curiosos trasbordadores de dos proas que cubren, cada media hora, la ruta entre Malta y Mgarr, el puerto de Gozo.

Transbordador Malta-Gozo


Nuestra primera noche maltesa es para no olvidar.

Puesta de sol desde el fondeo


Miércoles, 11 de mayo
 




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