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lunes, 23 de mayo de 2022

2022 11ª etapa: Kyparissia - Pilos. La reina (2006)




Lunes, 23 de mayo

Navarino es el puerto de Pilos, y en él reina Joanna. Su vozarrón y sus toques de silbato resuenan en la dársena desde primera hora de la mañana hasta el anochecer: “Captain, anchor down NOW! Captain, now come back slowly! Captain, I said SLOWLY!”

Y, en este caso, el patrón inglés, probablemente novato en cómo amarrar a la griega, y díscolo, pero orgulloso, como suelen ser los marinos ingleses, adopta instintivamente posición de firmes, agacha la cabeza y pone popa al puerto, suave como un corderito. 

Porque, con ella, ir de listo, o de arrogante, te cuesta muy caro. “Captain, I am YOUR harbour master!”, brama. Joanna es pequeña, rubia teñida, de edad indefinida. Seguramente arrasó en sus años mozos, allá en Australia. Pero cuando te habla, pocas bromas. “Make no mistake”. Que se lo digan al inglés…

Joanna abronca a uno de los patrones 


Joanna es griega pero tiene un pasado australiano que exhibe orgullosa a las primeras de cambio. Y se mueve por el muelle, su reino, siempre despacio, majestuosa. Le gusta pararse a hablar con las tripulaciones, y contar historias, y dejarse invitar en los corrillos que, inevitablemente, se forman en el muelle cada tarde. Joanna puede que nos grite a veces, como una madre regaña a sus niños traviesos, pero, sobre todo, ríe. Y sus carcajadas hacen que este puerto sea absolutamente memorable.

Joanna se une a la tripulación de un yate holandés


Duerme allí mismo, en un extremo del muelle. En un mínimo remolque, junto a una oficina mínima, poco más que una caseta de obra. Sólo durante la temporada, aunque “Last year I was here nearly until Xmas, it was so cold!”. En el invierno regresa a su casa, cerca del castillo, a esperar que las olas de los temporales dejen de barrer su muelle y vuelvan sus veleros y sus yates.

Y en la temporada, que cada año empieza antes, ella es feliz con su remesa diaria de patrones. “My captains”, les llama. Y se lo dice a Lucía, como una confidencia: “You know, this port is my life”.

Pilos es el pueblo más bonito que hemos visitado este año en Grecia. Está en una gran bahía, de varias millas, que recuerda al Mar Menor, aunque con aguas totalmente transparentes y limpias.

Pilos desde el barco, al atardecer

 
Un pueblo pequeño, de casas blancas y coquetas que trepan por la colina, con un aire a Vathy, o a Andratx, o a Paxos. Un lugar en el que te quedarías semanas, como en otros muchos en Grecia. Pero este es especial: aquí hemos conocido a La Reina.

Un café en Pilos

Vista de Pilos desde el castillo, que no podemos visitar porque cierra los martes


Pasamos dos noches en Pilos. La primera, fondeados al norte de la bahía. La segunda, aquí, en el puerto. 

Vista de Pilos desde el muelle de Navarino.  


En la bahía entramos a vela y la recorremos en un par de bordos, Luis a la rueda, disfrutando de la ceñida a siete nudos, en esta especie de estanque de aguas turquesas. La ola incómoda que nos viene acompañando desde Kyparissia se queda fuera, detrás de los formidables farallones que forman la angosta entrada al golfo de Navarino. 

Avistamos la entrada al golfo de Navarino, con ola y viento de 20 nudos 

Echamos el ancla y pronto avistamos algunos de los barcos con los que ya hemos estado en puertos anteriores. Somos una docena de veleros haciendo el recorrido hacia el sur, con similares paradas. Los tripulantes del Fernweh, con quienes coincidimos en Agios Nikolaos y que se ofrecieron a ayudarnos con el rescate del ancla en Katakolo, nos saludan alegres cuando pasamos a su lado en la auxiliar y nos recomiendan excursiones por la zona.


Es casi el atardecer y decidimos recorrer andando el senderito que, en 20 minutos, nos lleva, pasando por la laguna Gialova y su piscifactoría que parece en desuso, al lado oeste de la preciosa playa de Voidhokoilia. Dicen que es una de las más bellas del Mediterráneo, y puede que no les falte razón. Una sucesión de dunas pobladas de sabinas y matorral mediterráneo se abre a una estrecha lengua de arena en una bahía perfectamente circular y cerrada por altas paredes de piedra.

Sistema dunar que separa la playa de Voidhokoilia de la laguna de Gialova

Playa de Voidhokoilia al atardecer


A esta hora, y en esta época del año, la playa está prácticamente vacía, salvo por media docena de bañistas al otro extremo, en la zona accesible en coche.



La noche en el fondeo es mágica: media docena de barcos frente a una playa no muy bonita, pero sí virgen y desierta, en la que cantan incesantemente las cigarras. 

Barcos fondeados en el golfo de Navarino, frente a la playa norte 

Y a la mañana siguiente volvemos a recorrer el golfo para entrar en el puerto, visitar el pueblo, comprar algunos productos frescos y, sobre todo, rellenar agua y darle al barco la limpieza que Kiparissia nos negó. Joanna también reina sobre el agua, cuyo grifo mantiene encerrado en una caja azul con candado, la llave colgada al cuello con su silbato. Joanna parece decidir a quién concede el privilegio de usarla y a quién no. Tenemos suerte, le hemos caído bien. 

Sargantana amarrado en Navarino. La altura del muelle hace casi inviable nuestra pasarela, aunque tiene más de dos metros 


Martes, 24 de mayo



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