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jueves, 4 de mayo de 2023

Naxos. Recuerdos de infancia

En Gijón, cuando yo era pequeña, los de la pandilla teníamos un juego. Consistía en correr por turnos por la arena de la playa, desde una escalera a la siguiente, cuando la marea estaba subiendo y ya empezaba a lamer las paredes del paseo marítimo. Había que calcular, desde que se retiraba una ola, lo que tardaría en romper la siguiente para no mojarse los pies (o más que los pies). El que perdía era el objeto de las burlas del grupo esa tarde. Y de la cólera de su madre cuando llegaba a casa… Más que un juego era una bravuconada.

Hoy en Naxos me he acordado de Gijón. Y no sólo porque hayamos tenido que jugar para esquivar las olas rompientes en la estrecha pasarela de piedra que une el pueblo con el templo de Apolo. Sino porque el templo, que tiene forma de puerta y destaca sobre una elevación de la costa, se ve desde todo el pueblo y parece enmarcar el horizonte. Algo así como la escultura de Chillida en el cerro de Santa Catalina.


Portara, el templo de Apolo


Del antiguo templo queda apenas un par de columnas con su dintel, de ahí que lo llamen Portara. Leo en una guía de Naxos lo extraordinario que es y cómo deja una impresión imborrable en quien visita esta ciudad (sic). Así lo deben creer las decenas de visitantes que salen corriendo de los muchos ferries que cada día llegan al puerto y, a pesar de la lluvia y las olas, se apresuran a ser los primeros en hacerse la foto. 


La pasarela que une Portara con el pueblo

Hay dos muelles para los ferries incesantes, uno de ellos en el puerto de pescadores en donde hay un par de pantalanes para los barcos de recreo. A nosotros nos colocan en el tercero, un muelle que compartimos con los barcos de pesca que estos días se dedican a remendar redes, esperando a que pase el temporal. 



Muelle de pescadores donde está nuestro amarre


Muelle de ferries


El paseo del pueblo está tomado por barcos turísticos que ofrecen salidas de día a los destinos típicos, compitiendo por demostrar quién lleva el capitán más experimentado de la ciudad. Y también por enormes catamaranes y monocascos de alquiler que esperan pacientemente a que arranque la temporada. Este año venimos observando cómo, sobre todo en las ciudades más conocidas, estas flotas de alquileres locales están desplazando a los veleros de paso que solían atracar en el pueblo, un modelo que no hay en España y que nos gusta tanto desde que lo descubriéramos en Preveza hace tres años.  


Vista de Naxos desde nuestro amarre


Paseo de Naxos

Los días retenidos en Naxos nos permiten hacer compra en abundancia para reponer la despensa y llevar la colada a una de esas lavanderías de puerto que, además de lavar la ropa, se han especializado en ofrecer a los navegantes todo tipo de servicios, desde hielo hasta duchas.

Deambulamos sin prisa por las calles del “kastro”, visitamos el museo arqueológico, paseamos por el muelle, llegamos hasta el rompeolas donde se concentran todas las gaviotas de la ciudad y vemos la enorme playa de Agios Georgios que parece ser el paraíso del “kite surf”.

Naxos visto desde su extremo sur

"Kastro" se traduce del griego como "castillo" y así he venido usando el término en este blog. Sin embargo, los "kastros" de estas ciudades son mucho más que un castillo. Son antiguas fortificaciones que abarcan viviendas, barrios enteros, y una o más iglesias, con la particularidad de estar la mayoría en alto y tener pocas puertas de acceso y calles estrechas y laberínticas. Creo que sería mejor llamarlos "castros", aunque en español el término esté reservado para los poblados fortificados romanos o los prehistóricos de Asturias y Galicia.

El "kastro" de Naxos es de lo más bonito, aunque esté parcialmente en obras. Aquí también hay tiendas, pero son todas muy discretas, camufladas detrás de las puertas de las casas, como si se tratara de una vivienda más. Y no son las típicas tiendas de recuerdos de producción en masa, sino pequeños centros de artesanía, la mayoría con el término "galería de arte" en el nombre. Muchas de ellas reproducen o toman como inspiración las estatuillas de mármol del 2500 a.C. que podemos ver en el museo y que se han convertido, junto con los "kouros", en la imagen de la isla. 

Pequeña taberna en la subida al kastro



Una de las puertas de acceso al kastro


Una calle del kastro

La última tarde de domingo oímos desde el barco música en el puerto. Nos echamos a la calle, como siempre que escuchamos estos acordes griegos con reminiscencias turcas que parecen ejercer un imán sobre nosotros. Esta vez no es una celebración comunitaria del pueblo, sino un festival de grupos folclóricos de chavales y chavalas, ataviados con trajes típicos, que cantan y bailan frente a sus emocionadas familias y unos pocos lugareños. Nos quedamos a aplaudirlos un rato, pero regresamos pronto: hay que poner el barco a punto para salir mañana rumbo a un nuevo destino desconocido. 


Festival folklórico en el puerto


2 comentarios:

  1. Enhorabuena navegantes, el blog anuncia ser ameno el ilustrador. Los seguiremos en el ciberespacio y por mar, a vela.

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  2. Man, it was crap weather for you guys.....(Paul)

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